De modo inesperado, el presidente de Argentina, Néstor Kirchner, desplazó a Roberto Lavagna del Ministerio de Economía y puso en su lugar a Felisa Miceli, una mujer preocupada en especial por mejorar de manera urgente la distribución del ingreso.
La renovación parcial del gabinete ministerial anunciada este lunes se completa con la designación de Nilda Garré por José Pampuro al frente del Ministerio de Defensa, de Jorge Taiana por Rafael Bielsa en la cancillería y de Juan Carlos Nadalich en reemplazo de Alicia Kirchner en Acción Social, todos cambios que sugieren un nuevo sesgo en la marcha del gobierno peronista de centroizquierda.
Tras un fin de semana de rumores seguidos de desmentidos sobre su inminente alejamiento, Lavagna puso finalmente su cargo a disposición de Kirchner «atento a su deseo de producir cambios post-elecciones», según el breve texto de la dimisión de quien es considerado el principal responsable de la recuperación económica del país tras el colapso de fines de 2001.
Los cambios pensados por el mandatario a los que aludió Lavagna se referían al nuevo rumbo que se propone dar al gobierno tras el fuerte respaldo electoral conseguido en los comicios legislativos de octubre en casi todo el país, en especial el obtenido por Cristina Fernández, esposa de Kirchner, en la oriental provincia de Buenos Aires, la más populosa del país.
«El presidente me señaló que consideraba que debía comenzar una etapa distinta y la consecuencia lógica de esa decisión era que yo pusiera mi cargo a su disposición, cosa que hice inmediatamente», explicó Lavagna este lunes en rueda de prensa. «En cualquier país, después de las elecciones hay cambios», añadió en un vano intento de minimizar la decisión.
En su lugar asume la hasta hoy presidenta del Banco Nación, el principal banco estatal, una economista de excelente relación con el ministro saliente y también con el presidente.
Miceli trabajó junto a Lavagna en la consultora privada de este último y fue su enlace con el Banco Central. La designación fue una sorpresa porque su nombre no estaba entre los que se habían mencionado como posibles en los últimos días.
De este modo llega una mujer por primera vez a la titularidad de la cartera de Economía de Argentina, un cargo clave en el andamiaje del gobierno.
Pero no será la única mujer entre las nuevas designaciones para ministerios estratégicos. En reemplazo de Pampuro como ministro de Defensa fue nominada Garré, la actual embajadora de Buenos Aires en Caracas.
Pampuro fue uno de los tres ministros que Kirchner debía reemplazar porque deben asumir sus respectivos escaños ganados en octubre en el Congreso legislativo nacional.
Por esa misma razón es que se alejan Bielsa del Ministerio de Relaciones Exteriores, quien es sustituido por su actual segundo, Taiana, y Alicia Kirchner, hermana del mandatario, por Nadalich al frente del Ministerio de Acción Social.
En diálogo con IPS, el politólogo Sergio Berensztein, de la consultora Poliarquía, consideró que la salida de Lavagna no sorprende porque su relación con el presidente estaba desgastada. No obstante señaló su sorpresa por el nombramiento de Miceli, a la que consideró como una funcionaria «sin autoridad en materia económica».
Berensztein, que es además profesor de la Universidad Torcuato Di Tella vinculada a empresas y finanzas, esperaba a alguien «con mayor trayectoria económica y peso propio». En cambio, el experto vio en el nombramiento de Miceli como el de una funcionaria que será «sumisa» a la voluntad del presidente Kirchner.
Las primeras reacciones del mercado financiero ante el cambio de titular en la cartera de Economía no se hicieron esperar y la bolsa de valores de Buenos Aires cerró sus actividades con una caída de tres por ciento, mientras que la cotización del dólar pasó de 2,99 a 3,02 pesos argentinos a la venta.
Miceli y Lavagna comparten una posición crítica respecto de las recetas neoliberales aplicadas con ortodoxia en los años 90 durante el gobierno de Carlos Menem (1989-1999).
No obstante, la hasta este lunes presidenta del Banco Nación es aún más heterodoxa que Lavagna, prefiere la inflación al ajuste y considera que es urgente mejorar de modo importante la redistribución del ingreso para achicar la notable brecha entre ricos y pobres profundizada tras el colapso de fines de 2001.
«Las medidas ortodoxas para bajar la inflación son la paz de los cementerios», decía la economista antes de su designación. De ese modo fijaba su posición contraria al ajuste del gasto, la contracción de la oferta monetaria, la apreciación de la moneda frente al dólar o la suba de tasas de interés para mantener la inflación bajo control.
«La principal meta para esta etapa es mejorar la distribución del ingreso», decía Miceli en octubre. La nueva integrante del gabinete también consideraba entonces que, sin acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, «no alcanzará» para pagar la deuda a los acreedores privados y a los organismos multilaterales de crédito.
Con su nombramiento, Kirchner parece indicar que mantendrá el rumbo económico en lo esencial intentando una orientación más sensible a los problemas sociales. Al mismo tiempo elige una figura con menos vuelo propio que su antecesor. Miceli se considera a sí misma «soldado de la causa ‘kirchnerista'».
Lavagna había sido designado en julio de 2002 por el entonces presidente interino Eduardo Duhalde, quien había asumido en enero de ese año en el clímax de la crisis económica. A partir de ese momento, la economía comenzó a crecer, la pobreza y el desempleo descendieron, la cotización del dólar se estabilizó y la inflación se mantuvo en menos de 10 por ciento al año.
Lavagna era, junto con el titular del Ministerio de Salud, Ginés González García, uno de los os únicos dos ministros que Kirchner confirmó al asumir la presidencia el 25 de mayo de 2003. Los periódicos rumores sobre su reemplazo nunca habían pasado de eso hasta ahora.
Pero en octubre, el presidente Kirchner sometió su gestión al escrutinio popular en las elecciones para renovar parcialmente el Congreso.
Esos comicios le dieron un claro respaldo popular al gobierno y desde ese momento se comenzó a preparar una serie de cambios de gabinete.
Desde entonces se aguardaba la designación de nuevos ministros que reemplazarían a los tres que asumirán cargos legislativos el 10 de diciembre.
Pero, además, se especulaba con la posibilidad de que Kirchner diera una nueva impronta a su gestión, orientándose más a la distribución del ingreso y una renegociación de la deuda externa con los organismos multilaterales de crédito que contempla la alternativa de desvincularse del Fondo Monetario Internacional.
En este sentido, Lavagna estaba bajo la lupa. Las primeras versiones después de las elecciones indicaban que Kirchner le ofrecería la cancillería. Pero la semana pasada, el hoy ministro saliente hizo públicas sus críticas a su par de Planificación Federal, Julio De Vido, y pareció firmar su sentencia de despido.
En un encuentro de empresarios, Lavagna comentó que el Banco Mundial investigaba denuncias sobre cartelización de empresas de la construcción que participaban de la realización de obras públicas. Según el ministro, las firmas se ponen de acuerdo para presentar sus cotizaciones en licitaciones públicas.
Lavagna sugirió este lunes que no había que vincular su denuncia a la dimisión e insistió en que el motivo de su separación del cargo responde a la voluntad del presidente de producir cambios post-electorales.