Del 13 al 18 de diciembre se realizará la VI Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio. La reunión se propone destrabar las negociaciones para liberalizar el comercio internacional. En los últimos seis años, las reuniones del organismo han fracasado por la disputa de intereses entre potencias económicas, trasnacionales y países pobres. Las diferencias sobre los subsidios agrícolas en las naciones ricas alimentan el pesimismo sobre los resultados de la cumbre. Un nuevo desencuentro está a la vista
Las negociaciones en la Organización Mundial de Comercio (OMC) para liberar todas las áreas de la economía están estancadas desde 2003, cuando en la cumbre de Cancún, los países en desarrollo en bloque se negaron a continuar discutiendo las demandas de las naciones industrializadas de abrir completamente sus mercados, a menos de que éstas eliminen los millonarios subsidios en agricultura y sus aranceles agrícolas.
Estos subsidios al campo en Europa, Estados Unidos y Japón, afectan la competitividad de los países del sur que tienen costos reales de producción agrícola y por lo tanto precios más altos en el mercado.
Sin embargo, desde hace diez años, los potencias económicas obligaron a los más países pobres a terminar con los mismos subsidios que hoy se niegan a eliminar. Esto contradice el pregonado libre comercio y deja en la miseria a millones de campesinos en el mundo que compiten en desventaja.
Este tema es el principal obstáculo a vencer en la próxima cumbre de la OMC que se efectuará del 13 al 18 de diciembre en Hong Kong. El asunto provocó el fracaso de la anterior reunión en el caribe mexicano y ha sido el centro de las negociaciones entre países en los últimos meses.
Los otros temas formales de esta cumbre, además de la agricultura, son la liberación de productos industriales y de servicios.
En 1995 se firmaron los primeros acuerdos comerciales y en Doha, Qatar, en 2001, se iniciaron las negociaciones para lograr una apertura total del comercio mundial. Ahí se acordó que 2005 sería el año de la firma de un acuerdo que abarcara todas las áreas de la economía, pero las dificultades en el debate han pospuesto ese propósito.
Frente a este panorama, se han reducido las expectativas sobre la reunión en Hong Kong. Está claro que no se resolverá el tema agrícola, pero Estados Unidos espera que los miembros de la OMC se pongan de acuerdo sobre una ruta para lograr un acuerdo a fines de 2006 y se cumpla el convenio de la Ronda de Doha que establece que «la liberalización del comercio es una de las claves para impulsar el crecimiento global y aliviar la pobreza en el mundo».
Por ahora, las negociaciones continúan atascadas. Estados Unidos y la Unión Europea exigen a los países en desarrollo que abran sus mercados a los bienes manufacturados y servicios producidos por el norte industrializado a cambio de algunas concesiones en agricultura.
Estados Unidos quiere evitar el fracaso de la cumbre, como sucedió en Cancún, y adoptó una estrategia diferente. En lugar de hacer frente común con la Unión Europea, presentó una oferta con cortes importantes en sus subsidios a la agricultura, si hacen lo propio Europa y Japón.
Aunque la agricultura es el principal tema en las negociaciones, la prioridad de Estados Unidos y la Unión Europea es conseguir mayor acceso al mercado de los servicios y de los productos industriales para sus empresas trasnacionales.
La agricultura en Europa representa sólo el 2% de su Producto Interno Bruto, en cambio, sus productos industriales y servicios constituyen el 71% del PIB europeo.
En el caso de Estados Unidos la agricultura sólo constituye un 0.9% de su economía, mientras que los servicios alcanzan casi un 80% ya que su industria está en declive ante el empuje chino.
Los países en desarrollo se han agrupado en el Grupo de los Veinte (G-20), que encabezan Brasil y la India. El G-20 ha rechazado las ofertas de Bruselas y Washington sobre agricultura.
Previo a la reunión se han intensificado las negociaciones. Brasil e India anunciaron probables reducciones arancelarias a productos manufacturados durante la reunión de ministros de Finanzas del Grupo de los Siete (G-7) en Londres.
El anuncio aumentó la presión sobre la Unión Europea para que reduzca sus apoyos a la agricultura. Pero el G-20 cuestiona que Europa no cede y ha presionado a los casi 90 países de Africa, Caribe y Pacífico para que se convenzan de que si rebajan sus aranceles, se erosionarán las ventajas comerciales que les da.
La Unión Europea, Estados Unidos y Japón gastan cerca de 300 mil millones de dólares anuales en subsidios agrícolas. Los países de los G-20 principalmente India, Brasil, China y Argentina exigen un recorte promedio de los subsidios de 54% como mínimo. Estados Unidos ha propuesto recortes más drásticos, a condición de la apertura de la UE y Japón. Europa ofrece una reducción de 39% de los subsidios a su producción agrícola, pero exige a los países en desarrollo la reducción arancelaria para productos industriales del 75% y similares concesiones en servicios.
La lección que dejó Cancún es que sin un acuerdo en agricultura, los países en desarrollo no aceptarán reducir sus barreras a la compra de productos y servicios del extranjero El principal interés de Estados Unidos es la apertura de los servicios (que incluyen negocios muy prósperos, desde seguros, asesoría empresarial, transportes y programas de televisión, educación, salud) y quiere que esta reunión sirva de base hacia un acuerdo en ese sector.
Aunque las negociaciones no avanzan, no parecen tan divididas como en Cancún. No obstante, las diferencias sobre la agricultura hacen ver con gran pesimismo cualquier posibilidad de acuerdo en Hong Kong.
Eso sin mencionar la perspectiva crítica del movimiento altermundista, que acompaña cada cumbre desde 1999, y que plantea que el principal desafío no es la apertura de los mercados, sino la seguridad alimentaria de los países, el trabajo decente, la defensa del medio ambiente y el respeto a los derechos sociales y culturales de la humanidad.