Es ya por una guerra que los Estados Unidos trataron de meter sus manos en los asuntos internacionales. Con un preámbulo que dio inicio a su hegemonismo: la explosión del Maine en 1898 frente a la Bahía de La Habana, un pretexto hecho a la medida para atacar España y ocupar y anexar con pocos […]
Es ya por una guerra que los Estados Unidos trataron de meter sus manos en los asuntos internacionales. Con un preámbulo que dio inicio a su hegemonismo: la explosión del Maine en 1898 frente a la Bahía de La Habana, un pretexto hecho a la medida para atacar España y ocupar y anexar con pocos gastos a Cuba, Puerto Rico y Filipinas. La Primera Guerra Mundial (1914-1918), la Gran Guerra para los europeos, es el centro de la trilogía U.S.A que John Dos Passos -nieto de un zapatero portugués de la isla de Madeira- novelista (1896-1970) de la Generación Perdida, publicó entre 1930 y 1936 y que constituye una descripción crítica, violenta, pesimista de la sociedad americana que necesita explotar a los hombres para su mantenimiento. El capitalismo triunfante, según explica, necesita alimento para sus cañones y su economía.
Dos Passos, más testigo vertiginoso que visionario etéreo, más periodista incisivo que novelista de estilo, yuxtapone escrituras diversas especialmente modernistas (composiciones heterogéneas a partir de noticias, poesías, cantos patrióticos, apuntes subjetivos, pequeñas biografías en versos libres, etc…) para dejar actuar y hablar los hechos y los hombres. Como en la vida real. Su escritura está también permeada por el naciente lenguaje cinematográfico.
U.S.A. aborda los años de 1898 a 1927, desde el día siguiente a la explosión del Maine hasta la víspera de la Gran Depresión de 1929 y el crack financiero de Wall Street. Treinta años gloriosos para Estados Unidos. Pero, ¿gloriosos para quién ?
El mundo francófono acaba de descubrir por primera vez íntegramente la trilogía de Dos Passos – prólogo y epílogo incluidos- con un lúcido prefacio de Philippe Roger. En él, Roger escribe: «Dos Passos hace la dura crónica de una expoliación, una historia de la infamia o, para utilizar un título al estilo de Víctor Hugo, la historia de un crimen».
Para el filósofo y escritor francés, Michel Contat, el arma del crimen es precisamente la Gran Guerra de 1914 y la intervención norteamericana decidida por el presidente Woodrow Wilson. ¿De qué crimen estamos hablando cuando Estados Unidos se estableció como una gran potencia?
«Esta guerra marca el fin del socialismo norteamericano y de las luchas desarrolladas por las coaliciones obreras y campesinas federadas por el pacifismo. La extrema izquierda marginalizada en la opinión, es sistemáticamente reprimida en nombre del patriotismo y del esfuerzo de guerra», escribió Michel Contant en el periódico francés Le Monde, el 13 de septiembre del 2002.
Pero no es sólo eso. John Dos Passos saca a la luz las vidas de trece personajes, trece personas de carne y hueso de la sociedad norteamericana. A bordo del mismo barco: el Sueño Americano, el American Way of Life, balanceándose, persuadidos de que viven, funcionan… antes de desaparecer en el agujero de la historia. Mas el Sueño Americano continua sin ellos; con otros que, en su momento… Todos abandonados en medio del camino. «Todos fracasan, incluso cuando triunfan», destaca Michel Contat.
No se podrá decir que Dos Passos no tuvo una vista larga. Bastaría citar algunos de sus personajes. J. Ward Moorehouse, llegado a Europa en los furgones de Wilson: «El único modo que tendremos de preservar los beneficios de la paz en el mundo, será dominándola». Un ex sindicalista entregado al capital: «Es la mayor Cruzada de la Historia. Si la ganamos el mundo será mejor, si perdemos, sucumbirá en el bolchevismo y la desesperación.»
«Considero a Dos Passos el mayor escritor de nuestro tiempo», escribió en agosto de 1938 Jean Paul Sartre (en Francia – en Cuba también…- se celebró en año pasado el centenario de su nacimiento y los 25 años de su muerte). Eso también querría decir que Sartre situaría a Dos Passos por encima de Hemingway -para no invocar otros nombres- ya que ambos escritores coincidían, antes de divergir, en 1938, sobre el papel de las fuerzas comunistas y progresistas en la guerra civil española, que conocieron de cerca (1). Hemingway sólo tenía ojos para los enviados de Stalin. Dos Passos, más clarividente, no quería ignorar la función de otros comunistas, como los trotskistas y los hombres del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM).
«Hem.», «Dos». Sus proyecciones comos escritores divergían (2).
Hemingway no escribió nada que pudiera ofender. A uno le gustaba su seco estilo lírico del cual era el gran maestro. Dos Passos se resguardó detrás de sus frescos sociales y políticos, pintados al agua fuerte de la melancolía, mientras Estados Unidos se embriagaba con su vitalidad. Escritor de compromiso, se arriesgó dentro de su propio país. Mientras tanto Hemingway, que jamás será un escritor político, eligió no escribir nunca nada sobre los Estados Unidos.
Hemingway fue un grandísimo escritor. Supo mantener su estatus. Dos Passos es el hombre de U.S.A., un monumento a la literatura, en el mismo rango que Ulises, de James Joyce, que La Recherche de Marcel Proust, que Voyage au bout de la nuit de Louis-Ferdinand Céline, que Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Monumento que terminó por aplastarlo.
La trilogía U.S.A (El 42º Paralelo, 1919, La Galette) es la obra desesperada, la inigualable polifonía patética de un hombre que vio desvanecerse sus ilusiones de Norteamericano y junto con ellas las que tenía de su propio país. El nieto del zapatero portugués que quería ser «revolucionario» pero que se convirtió en periodista, estuvo al lado de los pobres, de los humillados, de las personas honestas, de los huelguistas. Se pronunció contra la ejecución de Sacco y Vanzetti y en la década del 20 se dirigió hacia Moscú para un primer desencanto.
En U.S.A., Dos Passos es «el profeta frustrado del sueño americano», escribió el periodista Philippe Lançon en el diario francés Libération el 17 de octubre del 2002, quien agrega: «Se escribió frecuentemente, después del 11 de septiembre del 2001, que Estados Unidos había perdido su inocencia. Habría que leer U.S.A.: Ahí se ve a Estados Unidos perder, no solamente su inocencia, sino el mito de esa inocencia. Dos Passos lo penetra, se aferra a él y lo destruye».
El hombre Hem que había puesto mucho de novela en su vida, termina por darle fin (1961) como en una novela. Nacía el «mito Hemingway». El hombre Dos que había introducido muchos sueños en sus libros, (desde Manhattan Transfer, de 1925) terminó poniéndoles un fin. Comenzaba, entonces un largo descrédito, desterrado por el mundo progresista. Había cambiado de bando. Es verdad que no hizo nada mejor que las 1350 páginas de U.S.A. Razón de más para (re) leerlo. Más de 65 años después de la última palabra de U.S.A., todo lo que hay en ese libro huracanado, mantiene su actualidad. La lectura de U.S.A. deja la imagen de una Norteamérica frente a ella misma. Frente al vacío. Para Dos Passos, la angustia que expresaban en otro tiempo Emerson y Thoreau, Whitman y Twain era que Estados Unidos un día podría pagar con su alma el precio de su éxito aparente. Ahora lo estamos presenciando.•
(1) Dos Passos y Hemingway, tres años menor que aquel, estuvieron juntos en la Primera Guerra Mundial en el frente italiano, y se reencontraron en Paris en 1922 y posteriormente en España. Dos conocía muy bien España y pasaba por ser muy izquierdista, cercano al comunismo. Hem, que participó en el Congreso de Escritores antifascistas de 1937 en Valencia y en Madrid, también fue un simpatizante del ala republicana, pero moderado. El 26 de marzo de 1938 Hemingway envió una carta muy crítica a Dos Passos sobre el contenido de unos artículos que éste acababa de publicar sobre la guerra civil. «Él, Hemingway, que estaba muy alejado de los comunistas, asume su defensa, en tanto Dos Passos, que estaba muy cerca de ellos, comprendió la estrategia soviética y el control que Stalin estaba imponiendo a la España republicana. Ambos amigos quedaron disgustados sobre el asunto», comentó el autor francés Pierre Dupuy en su «Hemingway y España» (La Renaissance du Livre, Bruselas, 2001). Se deducirá, por la corta historia, que fue Dos Passos quien, en 1928, incitó a Hemingway a instalarse en Cayo Hueso, uno de los cayos de La Florida… a pocas millas de Cuba, a donde él iría a vivir a tiempo completo, algunos años más tarde.
(2) En Adiós Hemingway, subtitulada novela de Leonardo Padura Fuentes, (editada en Cuba en 2001 y en Francia en 2005 por A.M. Métailié, traducida por René Solis), el famoso personaje paduriano El Conde, que no es policía, sino escritor, cuenta que «su idilio con el escritor norteamericano conoció su epílogo con las revelaciones de ciertas verdades sobre el fin de la vieja amistad entre Hemingway y Dos Passos». En realidad, El Conde no había dejado de amar a Hemingway, pero un distanciamiento se había instalado poco a poco y «la gota que desbordó el vaso fue cuando comprendió de qué manera cruel y sádica, él se había comportado con respecto a Dos Passos durante la guerra civil española». Dos Passos había insistido durante una reunión pública en conocer la verdad sobre la muerte de su amigo español José Robles Pazos. Hemingway lo mandó al diablo diciéndole que Robles había sido fusilado por espionaje y traición a la causa de la República. Para colmo, Hemingway hizo de Robles el modelo de traidor en Por quien dobla la campana. Sin embargo, Robles fue una de las primeras víctimas del terror estalinista desencadenado en España en 1936 a fin de asegurar la influencia soviética en el ala republicana y las Brigadas Internacionales. El Conde concluye: «De esta historia turbia, oscura, deplorable, amplificada por Hemingway, Dos se había convertido en el cobarde y Hemingway en el héroe: la verdad, sin embargo, terminaría por ser conocida y, a través de ella, uno sabría hasta qué punto Hemingway fue un instrumento en las manos de los promotores de la propaganda estalinista de aquellos tiempos amargos». La actualidad en la edición hace bien las cosas: El historiador norteamericano Stephen Koch ha sido traducido al francés. Su libro (The Breaking Point: Hemingway, Dos Passos, and the Murder of José Robles) se titula: «Adios a la amistad: Hemingway, Dos Passos y la Guerra de España» (Edición Grasset, 381 pág. traducido del inglés por Marie-France Girod).
Traducido por Navil Garcia