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Del pseudo eclecticismo a la taumaturgia mediática

El milagro venezolano

Fuentes: Rebelión

Cuando se utiliza la palabra milagro para referirse a un hecho notable de un país suele referirse a lo económico. Así tenemos, por ejemplo, al famoso Milagro Alemán, que permitió al país arrasado por la guerra y dividido por la posguerra renacer de sus cenizas, recuperarse y reconstruirse en muy pocos años y llegar a […]

Cuando se utiliza la palabra milagro para referirse a un hecho notable de un país suele referirse a lo económico. Así tenemos, por ejemplo, al famoso Milagro Alemán, que permitió al país arrasado por la guerra y dividido por la posguerra renacer de sus cenizas, recuperarse y reconstruirse en muy pocos años y llegar a ser uno de los motores de la economía de Europa y del mundo. Evidentemente fue posible porque había una base, un sustrato de capacidad de trabajo, experiencia y, sobretodo, recursos humanos suficientes y los económicos aportados, en parte, por Estados Unidos mediante el Plan Marshall. Aunque quizá se hubiese dado igual sin estos últimos, seguramente habría tardado más.
Quien suscribe no es de ideas marxistas, comunistas o de lo que quede de ellas, mucho menos religiosas. Pero sucede que en Venezuela se está dando otro milagro, esta vez en el plano político que, al contrario de Alemania en los años 40 y 50, tiene que ver o puede arrogarse más a causas sobrenaturales que a la economía. No me voy a referir a aquel cardenal golpista que atribuyó un fenómeno meteorológico, y por ende los daños que ocasionó, a un castigo divino por el quehacer de Hugo Chávez, aunque sí a algunos prodigios, esta vez humanos, que al carecer de explicación lógica cabe atañer a la intercesión de alguna divinidad. En este caso que cada cual le ponga el nombre que desee, preferiblemente el de una mitología fuera de uso no sea que hiera alguna sensibilidad y desate la cólera de algún intransigente o intolerante de los que abundan en todas las creencias.

El milagro venezolano se puede resumir en el cambio de fe ideológica de algunos políticos, sobretodo desde la extrema izquierda atea a la derecha más neocon (entendida como la versión norteamericana actual), aunque alguno parece que pretende recorrer el sentido inverso. También por las asociaciones contra natura a que ha dado lugar, algunas tan impensables como si durante el franquismo Falange se hubiese asociado abiertamente con el Partido Comunista en contra del dictador. Pero es que la animadversión fanática a Hugo Chávez está generando comportamientos más que anormales, paranormales. Si bien hay bastantes ejemplos, voy a citar sólo algunos casos destacables de partidos políticos, con una excepción personal.

Tela con rayas o tigre de papel ¿higiénico?: Bandera Roja

Que me disculpe el espíritu de Mao pero, para empezar, entre otras cosas no se sabe realmente si es un partido político o un simple grupo dedicado a organizar embrollos callejeros. Fundado por ex guerrilleros marxistas-leninistas u otras tendencias al uso en los años 60, destacó en los 90 por crear disturbios y enfrentamientos con la policía los jueves lectivos en las entradas de la Universidad Central de Venezuela, en Caracas, actividad que cesó por mengua de sus protagonistas ante la indiferencia, aburrimiento y malhumor de quienes las padecíamos. Como se dice, pasaron por la Universidad pero la Universidad no pasó por ellos.

Lo anterior, sumado al triunfo de Hugo Chávez en diciembre de 1998, parecía que había dejado sin argumentos revolucionarios a este grupo, aunque los renovó con el golpe de estado de abril de 2002, esta vez actuando a favor de los golpistas. También se sabe que participaron en la llamada «garimba» antichavista de febrero de 2004 a la que debieron aportar su experiencia en la quema de basura en las calles para impedir el tránsito de vehículos.
Actualmente sigue en la oposición, esa que organiza escuálidas marchas (nunca mejor dicho) en las que ondea excelsamente la bandera norteamericana.

De MAS a casi nada: Movimiento al Socialismo

No se trata del partido de Evo Morales sino del venezolano. Fundado en los años 70 por Teodoro Petkoff (a quien me refiero más adelante) como un partido intermedio entre el comunismo y la socialdemocracia representada por Acción Democrática, se ha caracterizado por una indefinición ideológica y una carencia de escrúpulos que, sumados a una gran capacidad para el oportunismo, le ha permitido formar parte de gobiernos de lo más variado, desde la derecha neoliberal hasta el de Chávez. Esta habilidad camaleónica está facilitando a una de sus escisiones, conocida como Podemos y que apoya al presidente Chávez, su asociación, y quizá futura fusión, con un partido tan dispar como es Patria Para Todos, lo cual deja la integridad moral e ideológica de este último también en entredicho.

Las divisiones en el MAS, en lo que queda de partido original, lo han reducido a una mínima expresión identificada actualmente con el antichavismo más recalcitrante. Al igual que otros partidos supuestamente de izquierda, como Bandera Roja y Acción Democrática, acabó colaborando, sino participando, en el golpe de estado de derechas que llevó brevemente al dictador Pedro Carmona a la presidencia de la República.

Desde la corte de los milagros: Teodoro Petkoff

Utilizo este pasaje de la obra de Victor Hugo para el caso más admirable dado que ha sido y es protagonista de conversiones realmente sorprendentes. También guerrillero en los años 60, de esos calificados como «castro-comunistas», se hizo célebre por el asalto a un tren (en el que alguna vez ha alegado no haber participado) y su fuga de una cárcel militar.

Seguramente su iluminación empezó después de fundar el MAS y fracasar en sus aspiraciones de llegar a la presidencia de la República con el apoyo de este partido. Finalmente alcanzó el poder como ministro encargado de planificar y poner en práctica las políticas privatizadoras y antinacionalistas de uno de los gobiernos neoliberales más nefastos de la historia de Venezuela.

Esta transformación ideológica, desde la extrema izquierza a neocon, puede considerarse el primer portento que protagonizó; afortunadamente el triunfo de Hugo Chávez truncó la puesta en práctica de su nuevo dogma y el país evitó acabar en una situación peor que la de Argentina. Otro prodigio en su haber es el mantener un diario sin publicidad y con ventas minúsculas aunque, más que un milagro debe tratarse de un acto continuado de magia financiera.

Con todo, esta publicación le ha permitido mantenerse como protagonista de la política pero sin involucrarse significativamente en ella, limitándose a opinar y sentenciar desde los medios y ser considerado un intelectual de opiniones taxativas y respetadas. Esta aureola le debe haber llevado a creerse, al igual que George W. Bush, tocado por la providencia y, por ello, el único capaz de vencer a Hugo Chávez en las próximas elecciones, como declaró a la agencia AFP: «…si fuera candidato tengo la impresión de que si alguien lo puede enfrentar soy yo».

Vistas estas declaraciones, a sus maquillados 74 años de edad o espera un milagro o piensa que él es un portento si cree en la posibilidad de imponerse a los demás candidatos de la oposición y, además de vencer al presidente Chávez sin la estructura de un partido que lo apoye, gobernar después con las instancias políticas en contra: parlamento, gobernaciones, asambleas legislativas estatales y alcaldías, casi todas regidas por seguidores de Chávez.

El socialismo neocon: Primero Justicia y el judío nazi

La excepción a la regla es este pequeño partido que parecía ser el destinado por lo más poderoso (en este caso de la tierra, no un ser celestial, que quede claro) para convertirse en la alternativa al chavismo al tener poco tiempo de existencia y estar constituido por profesionales jóvenes (varios de ellos abogados, de ahí el nombre) no proveniente de otros partidos y, por ambos motivos, libres de los estigmas de las viejas agrupaciones políticas. Su futuro se truncó cuando decidieron seguir la política de uno de esos decadentes partidos, Acción Democrática, y retirarse de las elecciones parlamentarias de diciembre de 2005, aun teniendo posibilidades de obtener algunos escaños. Por ello su imagen ha perdido atractivo, también para los medios de comunicación que deciden cual político debe destacar en el mausoleo de la oposición. Como consecuencia de lo expuesto pende sobre este partido la espada de la división y la posibilidad de desaparecer antes de las próximas elecciones presidenciales. Para prevenirlo, y dado que hasta ahora son el único grupo de la oposición que tiene candidato y en campaña desde hace meses, ha decidido formar una coalición con algunos pequeños partidos provenientes de la izquierda, como el MAS o La Causa Radical, con los que ahora comparte tamaño, ilusiones y pretensiones.

Sus orígenes están en una secta católica ultra-conservadora, también calificada como neo nazi, llamada Tradición, Familia y Propiedad que fue expulsada del país por su supuesta participación en un intento de asesinar al Papa Juan Pablo II en una de sus visitas a Venezuela. Entre sus principios está el considerar la propiedad un derecho fundamental y que lo contrario «es desconocer la libertad del hombre y condenarlo a la esclavitud».

Este postulado se refleja en la Visión y Misión del partido: «Ofrecer hoy a todos los ciudadanos de Venezuela los beneficios de la política reformista que les permita ser ciudadanos productivos, dueños de sus propios destinos, en un ambiente democrático, justo, progresista y de incuestionables libertades». Algo así como el sueño norteamericano trasladado al sur: ley, orden y libre empresa.

Hasta aquí nada destacable ni milagroso y sus ideales quedan plasmados en los logros de sus alcaldes en las únicas instancias en que conservan cargos electivos, los dos municipios más ricos del área metropolitana de Caracas. Pero el caso es que su candidato presidencial está prometiendo realizar, si llega a la presidencia, las mismas políticas sociales que está llevando a cabo el gobierno actualmente ¿Socialismo neocon? No queda claro como pretenden compatibilizar la defensa a ultranza de la propiedad privada con los derechos o necesidades colectivas, por ejemplo, pero sí que realmente se trata de un populismo, entendido en el sentido más demagógico y peyorativo, con el que pretenden encubrir sus verdaderas intenciones.

Otro fenómeno destacado de este partido es que a uno de sus dirigentes de origen judío, procesado por su participación en el asalto a la embajada cubana, se le ha acusado de hacer apología de los símbolos e ideales nazis.

Del anti-eclecticismo a la taumaturgia mediática: la izquierda en la oposición

La oposición en Venezuela es una mezcla, más que de ideologías, de intereses incompatibles aunque no quieran aceptarlo. Por un lado están los partidos que detentaron el poder y quieren recuperarlo para ser ellos quienes sigan atendiendo los intereses económicos que representan o representaron. Por otro, los nuevos partidos que pretenden desplazarlos en estos quehaceres aunados a las organizaciones «civiles» (algunas constituidas por ex militares) que pretenden parte o todo el negocio. En último lugar están los partidos que alguna vez fueron de izquierda y, como vemos, han acabado militando junto con la derecha más recalcitrante en contra de uno de los pocos y verdaderos proyectos socializantes que se contraponen con éxito al neoliberalismo.

Por ello, si la izquierda mundial vive una crisis de identidad, para la venezolana la crisis también es existencial. En el caso europeo, por ejemplo, los partidos formales han sabido y podido encajar en un sistema capitalista y neoliberal a ultranza sin romper demasiado las apariencias, aunque el proceso haya requerido de años de transformación (identidad a cambio de votos). Sin embargo, en Venezuela el cambio ha sido tan radical que, como vemos, la ha convertido de golpe (de estado por medio) en derecha de lo más porfiado. Se acabó el comunismo en el mundo y en Venezuela, además, la izquierda es de derechas ¡magno milagro!

Asimismo, ha logrado todo lo contrario de lo que preconizaban los eclécticos pues es extremista, incoherente y seguidora de las peores alternativas, como es característica de la oposición en su conjunto. Por ello, a toda esta, ni siquiera la taumaturgia de los medios logra hacerla presentable, mucho menos convincente, para que la fe y candidez de sus seguidores no sea menor que su credibilidad.

Igual que le sucedió a la Iglesia Católica con la Reforma, que no se dio cuenta que el problema estaba en su seno y no en quienes lo denunciaban, la oposición se ha encerrado en si misma, pone en marcha la contrarreforma y necesitará más que un milagro para no desaparecer del todo. Por si fuera poco, si el Vaticano decretó que el Limbo no existe ¿dónde se ubicarán ahora?