Aunque hay agua suficiente para toda la población del planeta, 1.100 millones de personas no tienen acceso a ella y 2.600 millones carecen de saneamiento a causa de la mala gestión del recurso, la corrupción, la inercia burocrática y la falta de inversiones. Así lo señala el informe de la Organización de las Naciones Unidas […]
Aunque hay agua suficiente para toda la población del planeta, 1.100 millones de personas no tienen acceso a ella y 2.600 millones carecen de saneamiento a causa de la mala gestión del recurso, la corrupción, la inercia burocrática y la falta de inversiones.
Así lo señala el informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) titulado «El agua, una responsabilidad compartida», presentado en México este jueves, en vísperas del IV Foro Mundial del Agua, que del 16 al 22 de este mes reunirá en este país a miles de delegados de gobiernos, empresas y organizaciones no gubernamentales.
«El problema que enfrentamos es, sobre todo, un problema de gobernabilidad: cómo compartir el agua de forma equitativa y asegurar la sostenibilidad de los ecosistemas. Hasta el día de hoy no hemos alcanzado este equilibrio», reza el informe preparado por 24 agencias de la ONU.
Uno de cada cinco habitantes del planeta no tienen pleno acceso al agua, combustible central de la vida en el planeta, generador de energía y origen de grandes desastres naturales. Además, cuatro de cada 10 no disponen de sistemas básicos de saneamiento.
«Hablar de falta de agua es hablar de pobreza» y querer distribuirla mejor equivale, por lo tanto, a luchar contra la pobreza, dijo a la prensa Gordon Young, coordinador del Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos de la ONU y principal responsable de la publicación presentada en México.
Según el documento, el segundo de su tipo presentado en los últimos tres años, más de tres millones de personas murieron en 2002 causa de enfermedades relacionadas con el agua. La mayoría de las víctimas fueron menores de cinco años radicados en África y en el sudeste asiático.
Cada año se podría salvar la vida de 1,7 millones de personas si se les abasteciera de acceso a agua potable segura, saneamiento e higiene.
La crisis hídrica en el mundo se origina principalmente por problemas de impunidad, ilegalidad y otros, propios de los actuales sistemas económicos y políticos, dijo a IPS Javier Bogantes, director del no gubernamental Tribunal Latinoamericano del Agua.
El informe «El agua, una responsabilidad compartida» apunta que los sistemas de gobierno y administración, en que participan Estados, sectores privados y entidades no gubernamentales, son «los que determinan quién obtiene una determinada clase de agua, cuándo y de qué manera, y deciden quién tiene el derecho al agua y servicios conexos».
Young identifica la corrupción como uno de los motores centrales de la mala distribución del recurso. Eso es propio de todos los sistemas políticos y está presente en todos los países, al punto que por su causa se pierden 1.300 millones de dólares cada año, dijo.
Como ejemplo de tales prácticas, indicó que en Pakistán los agricultores ricos sobornan a funcionarios para acaparar el agua, de forma que los pobres se quedan sin ella. En India, autoridades reciben dinero para falsear información sobre el consumo del recurso y así cobrar más o menos, según el caso.
Por esa causa y otras, más de 2.600 millones de personas –cerca de dos quintos de la población mundial– aún carecen de un saneamiento adecuado. Más de la mitad de estas personas viven en China e India.
En la actualidad, poco más de la tercera parte de la población de Asia Meridional tiene acceso al saneamiento. En África subsahariana, la cobertura es apenas de 36 por ciento, señala el documento de la ONU.
Si bien existe agua suficiente para toda la población del planeta, su distribución se dificulta también por los desequilibrios existentes entre las cantidades disponibles y el número de pobladores.
El continente asiático alberga 60 por ciento de la población mundial, pero dispone sólo de 36 por ciento de los recursos hídricos del planeta, mientras América del Sur tiene sólo seis por ciento de los habitantes y 26 por ciento de los recursos.
Además, el agua que se distribuye por las redes llega a despilfarrarse en porcentajes de varían de 30 a 40 por ciento, debido a escapes en tuberías, canalizaciones mal hechas y empalmes ilegales.
De acuerdo al documento de la ONU, los recursos financieros destinados al manejo y distribución del agua se han estancado y no redundan en beneficio de los más necesitados.
En los últimos años el promedio total de la asistencia oficial al desarrollo destinada al sector del agua fue de unos 3.000 millones de dólares anuales, a los que se añadieron otros 1.500 millones en forma de préstamos.
De ese dinero, apenas 12 por ciento se tradujo en atención a los sectores más pobres y sólo 10 por ciento se destinó a financiar la elaboración de mejores políticas, planes y programas relativos al agua.
A esto se añade la contracción de las inversiones privadas. Se estima que en los años 90, el gasto de este sector en asuntos relativos al agua alcanzó los 25.000 millones de dólares en los países en desarrollo, principalmente en América Latina y Asia.
Sin embargo, varias de las multinacionales que hicieron esa inversión han empezado a retirarse de las naciones en desarrollo o a reducir sus actividades, pues identifican «elevados riesgos políticos y financieros», apunta el documento.
Advierte también que si no mejora la administración de los recursos hídricos en el mundo con prácticas de buen gobierno, algunas zonas como África subshariana no alcanzarán a reducir de aquí a 2015 a la mitad el número de personas que no tienen acceso permanente a agua potable, meta definida en los Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio, acordados en 2000.
A nivel global, tampoco se alcanzará el objetivo de reducir a la mitad el número de habitantes privados de instalaciones de saneamiento básicas, añade.
La capacidad para satisfacer el aumento incesante de la demanda mundial de agua dependerá del «buen gobierno» y de cómo se gestionen y distribuyan los recursos hídricos disponibles, concluye el estudio, tras recordar que en el siglo XX el consumo de agua se multiplicó por seis y la población se triplicó.