Apoyada en los avances tecnológicos y una política de recuperación de la soberanía nacional, Venezuela incorporó su petróleo de la Faja del Orinoco a las reservas de hidrocarburos, con una creciente aceptación internacional. Con el avance de esta posición, en la práctica Venezuela se convierte en el país de mayor reserva petrolera del mundo, con […]
Apoyada en los avances tecnológicos y una política de recuperación de la soberanía nacional, Venezuela incorporó su petróleo de la Faja del Orinoco a las reservas de hidrocarburos, con una creciente aceptación internacional. Con el avance de esta posición, en la práctica Venezuela se convierte en el país de mayor reserva petrolera del mundo, con 315 mil millones de barriles, por encima de Arabia Saudita, que posée 261 mil millones de barriles. La incorporación de los yacimientos de la Faja del Orinoco significa que a los 80 mil 582 millones de barriles de reservas convencionales registradas se les suman 235 mil millones de barriles de crudos pesados y extrapesados. En el camino a la certificación oficial de estos yacimientos, hasta hace unos pocos años considerados «bitumen», Venezuela recibió ya el reconocimiento de la Agencia Internacional de Energía y el respaldo del avance de una tecnología que facilita su extracción. El hecho de que la AIE reconozca como combustible convencional los yacimientos del Orinoco es un elemento importante de respaldo a la posición venezolana, teniendo en cuenta la tendencia a calificar algunos combustibles como no convencionales. A ello se suma el avance de los sistemas de explotación, que permiten el aprovechamiento de yacimientos hasta hace pocos años imposibles de explotar. El ex secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) Alvaro Silva opinó a la prensa local que «está perfectamente demostrado que con la tecnología existente se puede aprovechar con mucha eficiencia el reservorio petrolero de la Faja del Orinoco». Coincidentemente esta semana el diario Wall Street Journal estimó que las reservas de crudo pesado y extrapesado de Venezuela son técnicamente más fáciles de producir que en otros países debido a su estado físico. Ambas valoraciones parten del criterio de que es mucho más fácil la extracción de petróleo de yacimientos tradicionales que del hallado bajo las arenas o en alta mar. La importancia de la Faja del Orinoco crece asimismo en la medida en que se reporta el agotamiento de reservas de productores de petróleo, dentro y fuera de la OPEP. El avance del reconocimiento del hidrocarburo de la Faja del Orinoco coincidió con un paso trascendental dado por la Asamblea Nacional (parlamento unicameral) venezolano, para restablecer la soberanía total sobre la riqueza petrolera del país sudamericano. El órgano legislativo aprobó el 30 de marzo una ley de hidrocarburos que da por terminados los llamados convenios operativos firmados con empresas privadas en los años 90 del siglo pasado, durante la llamada «apertura petrolera». La legislación establece que todos esos acuerdos deben pasar a constituir empresas mixtas con la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) y aclara que las firmas no podrán contabilizar como suyas las reservas de los campos asignados. En opinión de autoridades y legisladores, la decisión da por terminado un proceso viciado que constituyó, en la práctica, una privatización encubierta del valioso recurso natural. En opinión del presidente venezolano, Hugo Chávez, se trata de enterrar «esa perversión que fue la apertura petrolera» La política incluye un ambicioso plan de inversiones en el sector para llevar la producción actual de 3,3 millones de barriles diarios (600 mil de la Faja del Orinoco) hasta cinco millones 847 mil diarios en 2012. A la euforia, algunos expertos agregan una preocupación: el incremento del peso petrolero de Venezuela podrá propiciar mayor presion externa, sobre todo de Estados Unidos, que en opinión de Chávez tiene en los hidrocarburos una causa fundamental. El presidente venezolano, quien se ha convertido en blanco diario de los ataques de la administración de George W. Bush, estima que la predisposición de la Casa Blanca está asentada en la política nacional petrolera de su gobierno. Esa política incluye el establecimiento de impuestos que las grandes petroleras no pagaban en el pasado, además de terminar con convenios onerosos. Con motivo de la nueva ley de hidrocarburos, Chávez recordó que sacar un barril de petróleo cuesta en Venezuela cerca de cuatro dólares, pero el país debía pagarles 25 dólares a las transnacionales por cada barril extraído. Ahora las empresas transnacionales tendrán un máximo de 40 por ciento de participación en el manejo del petróleo, medida por la cual Venezuela recibirá sólo este año un ingreso adicional de más de dos mil millones de dólares.