Recomiendo:
0

Impunidad: El peligro mayor de la revolución

Fuentes: Rebelión

El nuevo aniversario de los sucesos de abril/02 más allá de constituirse en un momento para rememorar con euforia y gran alegría un hecho histórico muy importante porque coadyuvó a otorgarle una mayor fortaleza a la revolución, ya que la conjunción pueblo y ejército dio al traste en pocas horas con el proyecto de acabarla […]

El nuevo aniversario de los sucesos de abril/02 más allá de constituirse en un momento para rememorar con euforia y gran alegría un hecho histórico muy importante porque coadyuvó a otorgarle una mayor fortaleza a la revolución, ya que la conjunción pueblo y ejército dio al traste en pocas horas con el proyecto de acabarla para sustituirla por una dictadura, nos produce inmensa rabia porque no entendemos cómo es posible que quienes fueron sus directos responsables allí están muy tranquilos sin que la justicia les haya pedido las debidas cuentas sobre el inmenso daño que causaron durante esos sucesos, traducido en asesinatos, atropellos de todo calibre y desmanes sin fin como causas que esgrimieron ante la comunidad internacional como provocadas por Chávez y sus seguidores para justificar el derrocamiento de éste y la asunción al poder del presidente de Fedecámaras, Carmona Estanga.

 

Nos produce inmensa rabia que a cuatro años de tanta barbaridad cometida, los dueños de los medios impresos y radioeléctricos que desempeñaron papel preponderante y decisivo en la caída del gobierno Bolivariano no hayan sido llevados a la cárcel ni siquiera por un día y lo que genera mayor indignación es que aún continúen conspirando como si nada hubiera ocurrido al frente de sus mismos medios, ahora más repotenciados con el incremento de las ayudas en dólares que reciben de la NED y la USAID (*), tal y como lo confesaron el pasado año altos funcionarios del gobierno norteamericano. Con el mayor desparpajo prosiguen con sus campañas desestabilizadoras a base de la mentira repetida mil veces, mientras que paralelamente y a muy altos decibeles le dicen al mundo que en el país no hay libertad de información y que los periodistas continúan siendo sometidos a una bárbara persecución y represión.

 

Son unas cuantas decenas de sujetos que como esos dueños de medios tienen tanta o igual responsabilidad que ellos en esos arteros y sangrientos sucesos del año 2002 y que continúan con el discurso golpista, pero si bien clamamos porque todos sean llevados a la justicia, confesamos que quedaríamos muy satisfechos que al menos se les siga juicio a los primeros junto a sus lacayos dizque llamados periodistas. No puede ser que en nombre de una falsa libertad de prensa se les permita que de manera abierta chantajeen a los venezolanos persistiendo en su objetivo de horadar y destruir este proceso de cambios que lidera con éxito indiscutible el Comandante Hugo Chávez.

 

La impunidad es el mayor peligro que confronta la revolución y aun cuando es una perogrullada reiterarlo como lo hemos venido haciendo desde hace mucho tiempo, no descansaremos en denunciarla cada día con mayor vehemencia para evitar no solamente que esos sujetos intenten otro zarpazo contra la institucionalidad de la democracia, lo cual pronosticamos que ocurrirá antes de las elecciones del 3 de diciembre próximo, sino que la misma sea barrida y sustituida por una dictadura que no solamente llenará de sangre y lágrimas los caminos y rincones de la patria, sino que entregará a Venezuela a los dictados del gobierno imperial de Washington.

 

El pueblo, que de tonto ya no tiene un sólo pelo, se pregunta y se repregunta:

¿Los videos que muestran la euforia extremada de esos personajes durante los sucesos del 2002 no son suficientes pruebas para llevarlos a la cárcel?

¿Acaso no fue extremadamente claro el inefable Daniel Romero, Procurador designado por Carmona cuando en forma pausada le anunció al país el 12 de abril la destitución de los magistrados al Tribunal Supremo de Justicia, de los Diputados a la Asamblea Nacional, del Fiscal, del Contralor y del Defensor del Pueblo?

¿Las confesiones espontáneas de Otto Neusthal de CNN ante la comunidad estudiantil de la Universidad Bicentenaria de Aragua acerca de que dos días antes del golpe fue enterado por los militares involucrados en la conspiración que se iban a producir unos muertos no constituyen prueba irrefutable para condenar a muchos años de prisión a sus responsables?

¿Es precaria prueba acusatoria aquella primera página de la edición extraordinaria de El Nacional del 11 de abril/02 que decía: LA BATALLA FINAL SERA EN MIRAFLORES?

¿Y que decimos de los conductores de la TV anunciando la instalación del gobierno de transición, como Napoleón Bravo, Unai Amenábar, Ana Vaccarela, Carla Angola, Ibeyice Pacheco, etcétera?

¿Y que tal la persecución a los funcionarios y dirigentes del chavismo y el asedio fascista a la embajada de Cuba…?

 

Allí están esas y una interminable relación de iniquidades y conductas impúdicas y aberrantes debidamente documentadas que constituyen pruebas irrebatibles ante cualquier tribunal del mundo para que no permitamos que la impunidad nos traicione y nos robe el derecho soberano que tenemos a conducir nuestros propios destinos sin que nadie pretenda tutelarnos.


(*) Jeremy Bigwood, periodista independiente de Washington en un artículo bajo su firma que circula en la Red Voltaire: «¿Se mete Estados Unidos en la elección presidencial peruana?, sotiene que investigacioones serias demuestran que la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID) y el Fondo Nacional para la Democracia (NED) financiaron con miles de dólares a periódicos y periodistas del Perú para que adelantaran una campaña de desprestigio en contra del candidado Humalaen en las recientes elecciones peruanas.