Al margen de las venturosas proclamas que auguran los testaferros del colonialismo, de los mentados índices de desarrollo que manejan sus prestidigitadores economistas, de las soflamas globalizadoras al uso, el futuro que se reserva a Latinoamérica tiene muy poco de futuro y, sobre todo, aún tiene menos de halagüeño. En el marco general de ese […]
Al margen de las venturosas proclamas que auguran los testaferros del colonialismo, de los mentados índices de desarrollo que manejan sus prestidigitadores economistas, de las soflamas globalizadoras al uso, el futuro que se reserva a Latinoamérica tiene muy poco de futuro y, sobre todo, aún tiene menos de halagüeño.
En el marco general de ese diseño que, algunos, hasta han llegado a definir como «nuevo orden», para los países latinoamericanos no hay más propuestas que las de transformarse en paisajes y, además, ajenos, ya sea convertidos en modernos hoteles, todo incluido, o en las llamadas zonas francas.
Y lo dicen los mismos medios de comunicación latinoamericanos en los que se nos miente el destino reservado.
Claro que lo dicen «sin querer queriendo» que diría el Chavo, y no en la primera página, en la que el director del Fondo Monetario Internacional confirma las buenas perspectivas para la región, excepto en los casos de Cuba, Venezuela y Bolivia; tampoco en la segunda página, en la que el presidente del Banco Mundial vaticina un extraordinario crecimiento de la economía en los próximos años, excepto en los casos de Cuba, Venezuela y Bolivia; ni siquiera en la tercera página, en la que los presidentes de la Comunidad Europea y los Estados Unidos llaman a la cordura a Latinoamérica, a tener paciencia, aún más paciencia, otros 500 años de cordura y paciencia, y no dejarse llevar de los perniciosos ejemplos de Cuba, Venezuela y Bolivia… pero lo revelan, en franca contradicción, los mismos medios, en esas últimas páginas destinadas a las ofertas de empleo que, cada vez son menos, y son más parecidas.
Cualquiera, sin ser economista ni sociólogo, puede confirmar hasta qué punto estoy en lo cierto, mediante una simple prueba cuyos datos no se los va a facilitar los gobiernos de Cuba, Venezuela o Bolivia, sino los medios de comunicación que reclaman su confianza en un futuro inexistente.
Bastaría que, al igual que yo, se entretenga un rato clasificando las ofertas de empleo de esos medios, que usted mismo realice el escrutinio de los empleos que requiere nuestro presente, para constatar, como yo lo hice ayer en un periódico dominicano, que los empleos solicitados son:
1.- Recepcionistas 31 ofertas
2.-Choferes 30 ofertas
3.-Cajeras 27 ofertas
4.-Secretarias 27 ofertas
5.-Vendedoras/promotoras 21 ofertas
6.-Mensajeros/Repartidores 20 ofertas
7.-Personal de limpieza (Mujeres básicamente) 16 ofertas
8.-Empacadores 14 ofertas
9.-Camareras 14 ofertas
10.-Cocineras/cocineros 13 ofertas
11.-Vigilantes 11 ofertas
12.-Peluqueras 10 ofertas
13.-Masajistas (y de buena presencia) 10 ofertas
14.-Empleados de casino 8 ofertas
Además de niñeras, lavanderas, cobradores y 2 auxiliares de contabilidad y 2 ingenieros industriales.
Estas son las necesidades profesionales que tiene nuestro ponderado desarrollo sostenido y sustentable.
Si a esta lista, que bien podría ser la nómina de un hotel de cinco estrellas, agregáramos algunos talentos deportivos, que no se solicitan pero se compran, para aportar su nota de color en «la mejor liga profesional de béisbol del mundo», o «en la NBA», o medallas de oro en olimpiadas defendiendo los colores de países europeos, y sumásemos también los contingentes de empleadas domésticas a domicilio en el primer mundo, tan numerosos como las «masajistas de buena presencia» que exportamos, estaremos precisando con dolorosa exactitud qué es lo que quieren decir los presidentes del Fondo Monetario, del Banco Mundial y demás centros de extorsión, cuando reclaman a Latinoamérica paciencia en su presente y confianza en su destino.