La »nueva sociedad del saber» usa el conocimiento para la acumulación de capital
Gracias al Diario Oficial de la Federación, los mexicanos han sido enterados que el mismísimo «secretario de Educación Física» -se supone que Reyes S. Tamez Guerra- fue quien aprobó la «Reforma a la Educación Secundaria» en México.
Sin embargo, más allá del placer gubernamental de confundir la gimnasia con la magnesia, ¿quién será el responsable de la «reforma» mercantilista en la educación superior en México y el resto de América Latina? ¿También el citado «secretario de Educación Física» y sus pares en la región?
Mientras aparecen los culpables, la UNESCO ofrece una pista en su más reciente informe La metamorfosis de la educación superior en América Latina y el Caribe 2000-2005, cuyas conclusiones son por demás desalentadoras. Una de ellas no deja lugar a dudas: los estudiantes tienden a ser vistos como clientes o futuros productores de saber; los docentes se pagan por sus productos sean en horas o en porcentaje sobre las patentes generadas; las instituciones tienen lógicas gerenciales y compiten por acuerdos con las empresas para generar nuevos saberes y nuevas aplicaciones. En fin, es una creciente mercantilización planetaria de los saberes, que además promueve una nueva economía de la educación asociada a derechos de autor, a la creación de patentes y su comercialización, a acuerdos empresariales globales y al uso de grandes laboratorios, a salarios académicos por productividad y a un encarecimiento significativo de los costos de una educación creadora de nuevos saberes.
En este contexto está transformándose el modo de producción y de transmisión de los conocimientos, los paradigmas epistemológicos sobre los cuales se estructuraron y desarrollaron las Universidades y las sociedades en la cual están insertas las estructuras de producción de saber.
La educación se ha convertido en una mercancía más en este enorme mercado en el que se ha transformado el planeta. La UNESCO lo advierte: la mercantilización de la educación superior a nivel postgrado ha determinado que su oferta en la mayor parte de los centros universitarios crecientemente siga las lógicas de mercado y no las lógicas de calidad, restringiendo por ende su oferta y elitizando la demanda. Esta dinámica mercantil se produce tanto en el sector privado como en el público, dado que en la mayor parte de los países están sujetas a políticas de autofinanciamiento que han propendido a que los postgrados sean los mecanismos a través de los cuales las universidades incrementan sus presupuestos y compensan financieramente a sus docentes. Esta dinámica marcada por el mecanismo de obtención de ingresos extra presupuestales en el sector público, y la competencia claramente mercantil en el sector privado, ha contribuido a estructurar una lógica restrictiva para el incremento de la oferta y la demanda de los postgrados de calidad en la región.
El saber crecientemente se está transformando en mercancía y en capital, y como tal genera valor su posesión y su uso productivo. Tal realidad está asociada a la «nueva sociedad del saber», basada en el papel dominante del conocimiento como motor de la acumulación del capital y que tiende a transformar los anteriores espacios de las articulaciones societarias hacia una división del trabajo caracterizada por la utilización intensiva del conocimiento.
Esta nueva dinámica del infocapitalismo (que no consume materias primas, ni utiliza intensivamente mano de obra, ni altas inversiones de capital o de consumo energético) está promoviendo cambios significativos en la educación superior a escala global a través de la expansión de la investigación y del postgrado, junto con una amplísima diferenciación disciplinaria y una creciente asociación a variables internacionales dadas por la acreditación y la movilidad académica. Asociada a esta nueva realidad también se dinamizan nuevas migraciones calificadas como parte constitutiva de esta incipiente división internacional del trabajo, basada en la utilización intensiva de saberes.
En América Latina la masificación de la educación superior, que crece a tasas superiores a 7 por ciento interanual en contextos de un incremento del producto nacional y per cápita muy inferior, está redundando en un aumento significativo de la cantidad de egresados y, por ende, la competencia en los mercados laborales, y promoviendo entonces una demanda creciente de estudios de postgrado. Todo en aras del insaciable mercado.
Las rebanadas del pastel:
Para redondear el triste panorama, un dato del Banco Mundial: más de 50 por ciento de los profesionales universitarios de muchos países de América Central y el Caribe han emigrado de sus países de origen, en busca de mejores niveles de vida. La mayoría de ellos termina en Estados Unidos, la Unión Europea, Australia y Canadá. Estas dos últimas naciones tienen la mayor proporción de inmigrantes educados dentro del número total de inmigrantes a dichos países.