Lo más hermoso que he escuchado decir de la revolución bolivariana, es que si no existiera habría que inventarla, porque el mundo sería enormemente aburrido, triste y predecible sin ella. Pero ayer escuché algo más maravilloso aún, sembramos petróleo y brotan tractores y maíz. Cuentan los antiguos griegos que Mercurio alado fue el primer comunicador. […]
Lo más hermoso que he escuchado decir de la revolución bolivariana, es que si no existiera habría que inventarla, porque el mundo sería enormemente aburrido, triste y predecible sin ella.
Pero ayer escuché algo más maravilloso aún, sembramos petróleo y brotan tractores y maíz.
Cuentan los antiguos griegos que Mercurio alado fue el primer comunicador. Mediante engaños les robó la inteligencia creativa a los dioses y se las trajo a los humanos. Hoy en día seguimos intentando explicar como o desde donde florecen las intuiciones, los pensamientos, la música, la poesía, el impulso comunicador que luego verbalizamos.
Personalmente prefiero a las musas o los dioses inspiradores, que radicar la fuente en el músculo cerebral. Además de no explicar como una masa de materia gris se convierte en sutil impulso eléctrico creativo, en imágenes o en elevadas emociones, es muy poco artístico.
Sin embargo resulta coherente con una filosofía social que ha organizado a los seres humanos entorno a máquinas de producción en cadena, y ha diseñado del mismo modo todo el entorno vital. Tanto es así que hoy todos deseamos escapar al campo cada vez que podemos.
Para tratar el tema de las comunicaciones tenemos que comenzar recordando que hay comunicaciones no verbales. Por ejemplo un niño recién nacido experimenta hambre o sed, es decir experimenta un sistema de tensiones, experimenta dolor. En consecuencia cuando algo te duele lloras. En respuesta se hace disponible el seno maternal nutritivo, sedante, placentero.
Eso es comunicación. ¿Qué comunica? El medio interno, sentido, el intracuerpo con el medio externo, perceptual. En tal sentido comunicación también implica restablecer el equilibrio de la sobreemocionada o tensa intimidad, aliviar el dolor. Se alivian el estómago y el pecho.
Y si a la función de nutrición agregas la de evacuación de lo no asimilable, que es su contracara imprescindible para completar tal circuito de retroalimentación, encontrarás los mismos principios. Si no hay eliminación de residuos sobreviene el dolor, aumento de tensión interna, intoxicación.
Pero esa comunicación y equilibrio no verbal entre medios no es solo situacional, no es solo alivio de tensión. Para comprenderlo basta citar la educación de los esfínteres que se exige al niño desde temprana edad. Según el tono de esa exigencia se grabará con menor o mayor tensión, dolor, ansiedad.
Convirtiendo en desagradable, indeseable, lo que es naturalmente agradable, gratificante. Así es como grabas una contradicción interna, donde lo agradable es al mismo tiempo doloroso. Por tanto hagas lo que hagas estás en un callejón ciego, sin salida.
Todo eso queda asociado en memoria y se actualiza cada vez que tal función se realiza. ¿Quiero decir que cuando realizas tus necesidades a los cincuenta o setenta años toda tu educación infantil aflora? No solo eso.
Significa que toda actividad va acompañada de un tono o atmósfera emocional, gusto o disgusto para simplificar. Que además establece por simpatía o antipatía relaciones entre contenidos mentales, provenientes de diferentes funciones y ámbitos de expresión.
Por tanto a medida que vas experimentando también configuras una atmósfera, clima o tendencia emocional, que te guía con mayor facilidad hacia ciertos paisajes y actividades que por grabación te resultan más familiares. Aunque lo familiar sea un elevado grado de tensión, de dolor. Ese trasfondo se ha convertido ya en tu segunda piel y por tanto desapercibida.
Luego a esas grabaciones, a ese trasfondo anímico se le asocian articulaciones de sonidos, palabras, que por si mismas no significan nada. Pero hacen referencia a las sensaciones que experimentas y se graban junto con ellas. Por tanto luego al repetir las palabras sabes de qué están hablando, así como la experiencia evoca las palabras a ella asociadas.
Y para complicar más aún las comunicaciones, tenemos la capacidad de abstraer lo esencial a múltiples funciones. Así pues llamamos «asientos» a los más variados e inimaginables sitios en que apoyamos nuestras asentaderas. Y luego, para completar, cuando estamos aburridos, pensamos sobre el pensamiento, hasta el punto de olvidar a que se referían en su origen.
Hoy en día las funciones naturales de los grupos humanos, están en manos de especialistas. Salud, educación, comunicaciones, etc. Esto es parte de un modelo mental que evoluciona mecánicamente y tiende a centralizarlo todo. Así en gran medida estamos alienados y despojados de decidir sobre nuestros cuerpos, los conocimientos que deseamos y el modo en que nos queremos comunicar.
Todo se ha vuelto unipolar, unidireccional, mecánico, habitual. Los comunicadores deciden que, como, cuando y de que modo, con que tono e intencionalidad decirlo. Los educadores deciden que es bueno o malo enseñar y los médicos lo que es sano o enfermo. Además todo esto va cambiando con las modas del conocimiento. Lo que hoy es maravilloso mañana puede ser letal. Y tú allí escuchando, desorientado, sin poder más que asentir. Si señor.
De ese modo hemos llegado al punto donde aparentemente somos incapaces de sobrevivir si no tenemos quien nos diga lo que sentimos, lo que es bueno o malo para nosotros, lo que debemos leer y aprender.
Aparentemente ya no tenemos la capacidad de vivir sin nodrizas que guíen cada uno de nuestros pasos. Pero no hay motivo para preocuparnos porque eso se ha convertido en nuestra segunda piel colectiva y por tanto en la normalidad. Si alguna vez fuimos diferentes nadie lo recuerda ya.
Sin embargo parece que la vida jamás queda atrapada en estas encrucijadas, parece que de algún modo se recuerda a si misma más allá de la memoria epocal. Y así, cuando parecía que nos habíamos convertido en robots, en hipnóticos zombis, en criaturas de invernadero, sin saber como o de donde, igual que el pensamiento y la intuición, comenzaron a soplar vientos de cambios, temblaron las entrañas de la tierra dormida, desbordaron las aguas represadas, estallaron en pedazos las cadenas de la esclavitud.
Y los fantasmas de la libertad, la igualdad y la justicia, que ya parecían exorcizados definitivamente de la mente humana, volvieron a soplar cual primaveral brisa y a caminar entre los hombres despertando sus vísceras, alegrando sus corazones, iluminando sus miradas.
Con ese renacer nos dimos cuenta en Venezuela que en una sociedad informática, era imprescindible democratizar las comunicaciones, devolverle voz y voto al pueblo, además de ser una función estratégica para la seguridad de la nación. Es más, nos dimos cuenta que comunicación no era lo mismo que monólogo, implicaba retroalimentación, feedback.
No había democracia posible si las comunicaciones seguían en manos de y al servicio de los intereses de una élite, que decidía el modo más conveniente de sugestionarnos, estimularnos. No había comunicación posible si alguien intermediaba los hechos nacionales e internacionales y nos vendía una versión virtual previamente interpretada, intencionada. No había relación posible entre tú y yo, si un tercero nos traduce lo que el otro dice según su interés.
En Venezuela se fundó CVG Telecom como empresa de comunicaciones del estado, pues todas las comunicaciones habían sido privatizadas. Su función primordial es llegar a todas las zonas marginadas, esas que por no redituables no interesan a los negociantes.
Desde entonces se han fundado unos 330 infocentros con todos los servicios, que se prevé llevar cerca de los 600 a fin de año. Además se han construido los Nudetel, que cuentan también con todos los servicios en comunicaciones y se entregan a cooperativas populares para que los administren y cumplan la función comunicativa en cada comunidad.
Se prevé uno en cada parroquia, (que es la división política más pequeña). Se calcula que en total hay unos mil puntos de acceso informáticos y telemáticos que benefician a unos cinco millones de personas. Se espera doblar su número para fin de año.
La mayoría de esos servicios son gratuitos, y los demás son a bajos costos accesibles a los de menores recursos. Allí se dan cursos de alfabetización tecnológica, Se calcula que hay unos cuatro millones de personas que no tienen ningún conocimiento de informática. En esta primera etapa se apunta a cuatrocientos mil.
Todas las misiones gubernamentales, entes del estado, puntos de acceso y consejos comunales se están conectando entre si y a su vez con la Asamblea Constituyente, para que puedan participar en tiempo real en la elaboración y discusión de leyes. Pues se supone que los legisladores deben plasmar lo que el pueblo decida democráticamente.
El gobierno decretó la migración de todas sus entidades a software libre, y se está discutiendo una ley de Infogobierno cuya idea esencial es la agilización de todas las relaciones y trámites, la transparencia de todas las operaciones y la reducción al máximo de los intermediarios, de la tercerización, y por ende de la burocracia y la corrupción
Por otra parte el gobierno promociona y subsidia los medios alternativos. Antes de la revolución bolivariana había dos de ellos. Hoy ya van por los 350 entre periódicos, radios y televisoras comunales.
Todos ellos pese a que por supuesto apoyan el proceso revolucionario, son totalmente independientes políticamente y no tienen más contraloría que la de sus comunidades. Hay ya unos 200 medios alternativos más en vías de aprobación.
Para completar el gobierno ha contratado con China un satélite para tener total independencia y soberanía en sus comunicaciones, que estará operativo en el 2008. Todas estas iniciativas además tienen por objetivo hacer más competitivos los precios. Para dar solo una idea, las comunicaciones internacionales cuestan un 70% menos.
Faltaría por nombrar la «Ley de Responsabilidad en Radio y Televisión», supervisada por la Comisión Nacional de Telecomunicaciones y los grupos de contraloría social. Organizando horarios y contenidos de sexo y violencia, y exigiendo un porcentaje de producción nacional.
«Vive TV», una televisora del estado que realiza los programas junto con las comunidades. Telesur, un consorcio internacional estatal de televisión con sede en Venezuela, del que también participan Argentina, Cuba, Uruguay y recientemente Bolivia. Que apunta a que produzcamos nuestras propias noticias, que nos conozcamos con nuestras propias miradas.
Y como broche de oro la recién inaugurada «Villa del Cine», un complejo de cuarenta mil metros cuadrados para la producción de cine y TV totalmente nacional, con las más alta tecnología. El proyecto incluye la construcción de salas de proyección en toda la geografía nacional.
Yo creo que aún siendo humildes, intentando sin mucho éxito dejar de lado nuestro orgullo y apasionado amor por nuestra revolución, tenemos que decir que no lo estamos haciendo nada mal. Poco a poco el mundo virtual deshumanizado, comienza a recobrar su verdadera función.
Así como la educación no se gestó el día en que se masificó públicamente, y de ello hace solo unas pocas décadas, tampoco lo hizo la revolución bolivariana. Somos el oleaje superficial del profundo y silencioso, no verbal océano de la historia, en la que todos, cada pueblo y raza confluyeron como ríos, enriqueciéndola con sus aportes.
Somos la punta de lanza de una profunda transformación colectiva, planetaria, una síntesis histórica que solo está comenzando. Es necesario comprender que cuantas más exclusas abramos a estas aguas represadas durante centurias, más suavemente podrán fluir, menos conflictos y violencia inútil será necesario sufrir.
Es imprescindible crear, abrir espacios físicos y digitales de expresión, para las grandes mayorías que se han visto silenciadas, sin voz ni voto durante tanto tiempo. Hemos de recordar que fuimos educados dentro de un monólogo, sin realimentación con la fuente, y que hemos de aprender a equilibrar ahora tales comunicaciones o diálogos.
Este será un continuo ejercicio de aprendizaje, de ideas que conducen a la acción, de acción que realimenta las ideas. Tal vez el mejor ejemplo para ilustrar este proceso sea el de aprender a tocar el piano. Puedes tener maravillosa música resonando en tu alma, pero si aporreas el piano sin arte, solo destrozarás los oídos de los oyentes que huirán de ti como del diablo.
Es necesario que tus imágenes sonoras mentales, se sintonicen con tu digitación y vayan corrigiendo la ejecución, según la realimentación de señales o información auditiva que vayas recibiendo, hasta que todo el circuito se sincronice a la perfección.
Por supuesto todo ello ha de ir acompañado por una atmósfera emocional de gusto, de encaje entre lo que intentas y lo que logras. La síntesis de ello será lo que te reflejará tu audiencia, completando de ese modo el circuito mayor con la eficiencia y armonía de tu ejecución. Eso es una comunicación que expresa tu mundo íntimo equilibrándolo con el externo.
La vida toda es un ejercicio, una experiencia de aprendizaje. Es infantil y típico de nuestro modelo mental mecanicista, creer que se va a aprender a la escuela o instituciones educativas, y luego sales de allí sabiendo. Podría ser así su fuésemos un robot o un disco de hardware. Pero somos seres vivientes abiertos al mundo, somos un circuito continuo de aprender- enseñar estructural. Y si atiendes solo a la vía de entrada o de salida, te pierdes la mitad de la vida y tu ejecución siempre será pobre, monótona y disonante.
Nos dicen que en esta sociedad patriarcal el 50% de la humanidad no se ha expresado. Yo creo ni siquiera sospechamos la riqueza del ser humano. Imagínense solo un modelo orgánico en que cada ser y grupo humano sea una función u órgano, que manifiesta a su particular modo la totalidad del cuerpo. ¿No sería esa una maravillosa danza de creatividad y armonía?
Comencé el artículo exponiendo las complejidades de las comunicaciones. Me gustaría terminarlo con una mirada simple, resultante del ejercicio de toda una vida. Para mi toda la problemática de las comunicaciones comienza en el momento que nos deslumbramos con algún objeto y traicionamos la palabra dada, lo que sabemos es justo.
En ese momento abrimos un espacio para el temor, la desconfianza. Y es en ese espacio que entran los intermediadores, los terceros. Allí aparece el juez que ha de resolver los problemas entre tú y yo. Y a medida que dependemos del juez nos alejamos cada vez más de la fidelidad a nosotros mismos, de lo que sabemos que es justo y correcto.
¿Y quién nos garantiza que el juez no se deslumbre como tú o yo, que no se aproveche para beneficiarse de nuestra incapacidad de resolver nuestros conflictos? Así pues habremos de poner un cuarto elemento que vigile al juez, y luego un quinto, un sexto y así hasta el infinito. Hasta que lleguemos al punto acumulativo de burocracia y corrupción, que hoy hace tan complejas nuestras instituciones y relaciones. Y todo comenzó por un simple error, por jurar en vano dirían hace dos mil años. Por traicionar nuestra palabra erradicando la justicia del mundo, de nuestro corazón y conciencia, convirtiéndola en una representación, en una sombra. Porque no es lo que por la boca entra lo que contamina, sino lo que de ella sale, porque del corazón proviene.
El día que estemos agotados de inventar instituciones, de ver frustrarse nuestros mejores propósitos sin comprender por qué, tal vez recordemos aquél error y traición inicial y decidamos humildemente traer nuevamente la justicia a nuestro corazón y al mundo, darle nuevamente valor a nuestra palabra.
Entonces comenzarán a morir y desmoronarse naturalmente, todas las instituciones e intermediarios que nuestro temor y desconfianza construyeron cual inútil y agotadora carga. A partir de entonces, tal vez la paz, la fuerza y la alegría que tanto hemos buscado luego de haberles dado espaldas, puedan volver a habitarnos.