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Perlas informativas sobre la generosidad del Norte

Ejemplos de ayuda a la pobreza

Fuentes: Diagonal

En los medios encontramos arrinconados pequeños detalles y algunos gestos de las políticas de los países del Norte con respecto a las regiones empobrecidas que pueden servir para entender nuestros valores y modelo de desarrollo. Así, pudimos leer el pasado 26 de mayo en el diario El País que «la UE, la ONU, el Banco […]

En los medios encontramos arrinconados pequeños detalles y algunos gestos de las políticas de los países del Norte con respecto a las regiones empobrecidas que pueden servir para entender nuestros valores y modelo de desarrollo.

Así, pudimos leer el pasado 26 de mayo en el diario El País que «la UE, la ONU, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, INTERPOL y la Commonwealth» ofrecieron su ayuda para que Africa luche con más eficacia contra el terrorismo. Cualquier persona podría comprender que el verdadero terror en Africa lo produce el hambre que afecta a 460 millones de personas, la falta de agua potable de otros 300 millones, los 28 millones y medio de infectados por VIH y los 78 millones de niños sin escolarizar. De esa ayuda no se hablaba.

Por un teletipo de Efe difundido en El Mundo el 16 de junio nos enteramos de que la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha repartido varios televisores entre las comunidades más pobres de Haití para que sus habitantes vean juntos el Mundial de Fútbol.

Lo que resulta más impresionante es una de las explicaciones que da el portavoz del organismo internacional, quien afirmó que «las poblaciones de los barrios más pobres de Haití, donde el fútbol es muy importante, necesitan sentir que juntos forman parte de ese acontecimiento internacional».

Parece que el invento no es nuevo, es copia de otro que ya puso recientemente en marcha la OIM en Costa de Marfil, y, según afirma, se inscribe en la estrategia de la ONU de utilizar el fútbol para aliviar los sufrimientos de las personas que han vivido conflictos armados o catástrofes de otra índole.

Es para lo que han dejado la ONU, de regular las relaciones internacionales y fomentar la paz mundial a regalar televisiones como una tómbola para enfrentar las guerras y el hambre. Y, me olvidaba, para que los pobres se sientan «parte del acontecimiento internacional».

Al día siguiente, el 17 de junio, el diario El País recoge la noticia de que el gobierno español ha aprobado créditos de ayuda a Senegal y Mauritania, los cuales irán cargados a los Fondos de Ayuda al Desarrollo. Suena bien, pero ¿por qué precisamente a esos países y en este momento? Fue una de las condiciones puestas por el presidente de Senegal para admitir la repatriación de 600 emigrantes supuestamente senegaleses llegados a Canarias. Del mismo modo, Mauritania aceptó hace tres meses a otros dos centenares. Durante la época de la esclavitud se pagaba por esas personas. Ahora ya no nos hacen falta, pagamos para que se los queden, como hacemos a las empresas para que se lleven el cristal, el papel o desperdicios biológicos.

Y hay alguna noticias más. El 21 de junio escucho en TVE1 y leo en un teletipo de Prensa Latina la información sobre la donación española a Mauritania de cuatro barcos. Parece evidente que un país con la pobreza de Mauritania el tipo de naves marítimas que necesita son, por ejemplo, de pesca. Pues no es así, lo que les hemos regalado son cuatro patrulleras para que las utilicen interceptando los inmigrantes que salen desde ese país hacia las costas de las Islas Canarias. Junto a ellas, se cederán tres vehículos todoterreno, veinticinco ordenadores y un autobús. Todo ello con el mismo objetivo de control sobre la emigración. La conclusión es clara, no le hemos donado nada que les sea de utilidad al pueblo de Mauritania, son ellos quienes trabajarán para nosotros vigilando que no lleguen africanos a nuestras costas.

Estas son las noticias diarias con las que se ilustra la ayuda y cooperación de los ricos para combatir la hambruna y la pobreza en los países empobrecidos. Como para no entender por qué quieren seguir huyendo de sus países y renunciar al disfrute de esta generosidad.

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