Ellos actúan en las escuelas, en casa, en las asociaciones de barrio, en las calles. Son educadores, estudiantes, policías, amas de casa, y están preocupados en promover la cultura de la paz, eliminando o suavizando conflictos que puedan generar violencia. Son los 500 agentes de la paz formados por el programa Gente que Hace la […]
Ellos actúan en las escuelas, en casa, en las asociaciones de barrio, en las calles. Son educadores, estudiantes, policías, amas de casa, y están preocupados en promover la cultura de la paz, eliminando o suavizando conflictos que puedan generar violencia. Son los 500 agentes de la paz formados por el programa Gente que Hace la Paz, de la organización no gubernamental Viva Río que viene actuando en Brasilia, Río de Janeiro, San Pablo, Bahía, Río Grande do Sul y Rondonia. Adital da continuidad a la serie de notas a favor del desarme y por la paz*.
Vino a la existencia a partir de las demandas de la Cultura de Paz, el programa apuesta a la participación de las personas en el compromiso de disminuir el grado de violencia en sus comunidades. Para ello, realiza cursos de formación que incluyen en sus contenidos tópicos como el arte de la vida en paz, la paz con uno mismo, la paz con el otro, con el medio ambiente, entre otros espacios. Además, reciben el kit de la paz, con CDs, manuales, libros y cuadernillos.
«Damos métodos, damos conocimiento y ello sensibiliza. Es una capacitación que toca el corazón de las personas, porque ella, la persona, tiene que transformarse primero para poder transformar al otro. Por ello es que el programa es completamente vivencial», explica Virgina Garcez, coordinadora del proyecto
Según ella, los agentes están siempre en acción, actuando donde puedan hacer alguna mediación, basados en el diálogo. En general, ellos están dentro de las comunidades, donde los mayores conflictos son entre personas. A la hora en que ocurre el conflicto, el hacedor de paz va a tener que mediar en ese conflicto. «Viva Río tiene un proyecto llamado Mostrador de Derechos donde se realiza la mediación hasta entre vecinos. Los agentes hacen ese trabajo», complementa.
El programa acaba de ser implementado en Rondonia, un Estado con alto índice de violencia. De acuerdo con Virgínia, en ese estado el programa Gente que Hace la Paz está siendo aplicado hasta en niños. Esa preocupación con el público infantil no es en vano.
De hecho, como relata la coordinadora, muchos niños pasan el día siendo asistidas por programas sociales y cuando llegan a la noche a sus casas encuentran a sus padres peleando, el padre embriagado, o sea, un escenario propicio para el conflicto. «A partir del momento en que se instala algún proceso de pre-violencia, ellos pueden ser un agente pacificador dentro de su propia familia».
Para Virginia, los resultados no serán sentidos de inmediato, pero el proceso funcionará mejor a medida que aumente el involucramiento de los diferentes sectores. «Sólo vamos a cambiar este cuadro de violencia cuando los tres sectores estén integrados. El primer sector, el Gobierno, necesita tener voluntad política para esto; el segundo sector, el mercado, va a contribuir a través de la responsabilidad social e invertir en proyectos de cultura de paz; y el tercer sector – las ONGs que están operando, son esenciales, pues están dentro de las comunidades».
Mientras esto no ocurra, la propuesta es invertir en los agentes de la paz. En cinco años el programa quiere capacitar a 10 mil agentes en todo Brasil, a un promedio de 2000 por año. «Si tuviéramos inversores en todo Brasil, vamos a los 27 estados brasileros», enfatiza.
* Apoyo del Fondo Ecuménico de Solidariedad de la Campaña de la Fraternidad 2005 «Solidaridad y Paz», administrado por: Concejo Nacional de Iglesias Cristianas de Brasil (CONIC), Coordinadora Ecuménica de Servicio (CESE), Cáritas Brasilera.
Traducción: Daniel Barrantes – [email protected]