Acaba de fallecer Patricia Kennedy Lawford, hermana del presidente  Kennedy, a los ochenta y dos años, víctima de una neumonía. Al casarse con el  actor Peter Lawford, en 1954, inició relaciones con el clan hollywoodense de  Frank Sinatra, Marylin Monroe, Dean Martin, Sammy Davis Jr., Shirley McLaine y  escritores como Norman Mailer,  Tennesee Williams y Robert Frost. Solamente quedan vivos tres de los  hermanos Kennedy: el senador Ted,  Jean y Eunice.   
La familia ha sufrido un anatema nefasto que la ha perseguido durante  años. El hermano mayor, Joe, pereció en la Segunda Guerra Mundial piloteando un  avión; John y Robert murieron asesinados; Ted sufrió un accidente en  Chappaquiddick donde murió su acompañante de farra, Mary Jo Kopechne, lo cual lo  distanció para siempre del sillón presidencial; el hijo de John murió en un  accidente de aviación cuando se dirigía a Martha´s Vineyard; Jackie, la viuda de  John, perdió su aureola nacional de viuda egregia cuando se casó con el  oportunista especulador Aristóteles Onassis; John F. Kennedy quiso fundar un  nuevo reino de Camelot, como el del rey Arturo, pleno de magia y nobleza, y dejó  en su lugar el execrable legado de la guerra en Vietnam y un país dividido.  
John le debió la presidencia a una hábil manipulación de los medios de  comunicación. Le rodearon de una imagen de atlética y audaz juventud pese a que  era un hombre muy enfermo que recibía fuertes dosis de medicamentos. Le crearon  el talante de un perfecto cabeza de  familia, padre ejemplar, esposo fiel, cuando en realidad era un mujeriego  irrefrenable que no cesaba en sus parrandas. Gustaba de fumar habanos pero se  evitaba que eso trascendiera al público porque era una costumbre que lo semejaba  a los viejos caciques de la politiquería. Se rodeó de una capa de intelectuales  que le asesoraban y contribuían a pulir su efigie de mandatario ilustrado.  Talentos como Theodore White, Arthur Schlesinger, Ted Sorenson, William  Manchester y hasta destacados escritores como Norman Mailer y Gore Vidal se apegaron al episodio kennediano.  
Kennedy fue el líder que encarnó la imagen de los años cincuenta, cuando  se rompió la barrera del sonido, el número de pasajeros por vía aérea sobrepasó  a los que usaban el ferrocarril, se aumentó de manera colosal la venta de  electrodomésticos, creció la oferta de automóviles. Tras la muerte de Kennedy  comenzó la edad de la ansiedad, del desafío a la autoridad, de la rebeldía  estudiantil, de manifestaciones, asesinatos, motines antirracistas, de  inquietudes revolucionarias y expansiones de la violencia cívica.  
John F. Kennedy, tuvo tratos  con la mafia para realizar atentados contra el líder cubano Fidel Castro. En su  oscura muerte intervinieron los servicios de inteligencia estadounidenses, el  propio FBI y los exiliados cubanos. Su hermano Robert llevó a cabo una lucha  contra el sindicato camionero y su líder Jimmy Hoffa, en un episodio sórdido,  aun no suficientemente esclarecido, que culminó con la desaparición del propio  Hoffa y el asesinato de Robert.  
Después de recibir del Presidente Eisenhower un  plan de ataque contra Cuba, el nuevo mandatario, John Fitzgerald Kennedy, lo  aprobó reticente. Se trataba de  invadir la isla por Playa  Girón con una fuerza mercenaria que se entrenaba en Honduras. Tras el fiasco el  Presidente desmanteló la antigua  estructura de la CIA responsable de la catástrofe, depuso a su director, el  artero Allen Dulles. De otra parte estudió la posibilidad de detener el creciente compromiso de Estados  Unidos en Indochina, que amenazaba con convertirse en un conflicto mayor, como  después lo fue. Esto perjudicaba  al complejo militar industrial que  veía las posibilidades de ganancias mayúsculas por la guerra abierta en Vietnam.  
La mafia ítalo norteamericana, que había tenido  negocios con el padre de Kennedy en la época de la prohibición alcohólica y le  había ayudado a ganar las elecciones presidenciales, estaba siendo hostigada por  su hermano Bobby, Fiscal General que no cesaba de perseguir al cabecilla obrero  Jimmy Hoffa, muy ligado a los gángster. Bobby sostenía fuertes discrepancias con  el jefe del FBI, el legendario J.Edgar Hoover, quien protegía a los mafiosos,  que tenían pruebas de su homosexualismo y su afición de acudir a orgías de  travestís, donde solía vestirse de mujer. Esta política le creó al Presidente  Kennedy un conjunto de enemigos letales: la mafia ítala, la mafia cubana, la  CIA, los empresarios de la  industria de guerra, el FBI, los petroleros texanos. Fueron estos quienes planearon y  llevaron a cabo el magnicidio en Dallas.
El ascendente de los Kennedy en la mitología nacional es una demostración  más de la fuerza de los medios de comunicación masiva en la creación de  mitologías. La intensa repercusión  de la muerte de John F.  Kennedy, y la tristeza que crearon los infortunios de esa familia, es la confirmación de cómo puede  vestirse de santo al diablo si se cuenta con los recursos necesarios para  conformar la imaginación pública. Pese a tan sórdidos antecedentes esta familia,  enriquecida con turbios manejos, que ha mantenido en su historia tratos  nebulosos con el hampa, ha pasado ha ser un símbolo de la identidad nacional  como el perro caliente y la Coca Cola.