Tanto petistas como socialdemócratas comenzaron a sondear a la ex candidata presidencial Heloisa Helena, del izquierdista Partido Socialismo y Libertad (PSOL), un electorado crucial para resolver la contienda del próximo 29.
Ni un minuto de sosiego. La campaña hacia la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil comenzó ayer, horas después de que ningún candidato obtuviera el 50 por ciento más uno de los votos en el primer turno celebrado el domingo. Aparentemente distendido, Lula concedió una conferencia de prensa en la residencia oficial, el Palacio Alborada. «(Ya) estamos dispuestos a salir a la calle para hacer campaña otra vez. Vamos a ir a la contienda con la misma fuerza con que disputamos el primer turno.» Reconoció, implícitamente, que uno de los motivos de la derrota fue haber rehuido al debate con los demás postulantes en la noche del jueves en la TV Globo, y prometió que participará de cuantos duelos le sean propuestos.
Lula volvió a criticar a sus compañeros del Partido de los Trabajadores (PT) envueltos en el dossiergate, escándalo por la negociación ilegal de documentos contra miembros del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), al que pertenece Alckmin. El dossiergate será el argumento más explotado por Alckmin en los próximos 22 días de contienda, cuando repetirá su convicción de que el presidente fue el artífice de la trama. Ayer Lula reiteró que el escándalo no mancha al partido que él fundó en 1980. «No puedo culpar al PT, porque el PT es mucho más grande (que los acusados).» En este tramo de la campaña será clave la participación de los 860 mil afiliados a ese partido, que el domingo apenas conquistó cuatro de las 27 gobernaciones en juego, todas en el norte y nordeste del país. Los tres principales distritos, San Pablo, Río de Janeiro y Mina Gerais, serán gobernados por la oposición. Un dato que preocupa a los estrategas lulistas.
A pesar del semblante sereno de Lula, una evidente frustración se percibía en el palacio presidencial desde la noche del domingo, cuando fueron divulgados los últimos guarismos electorales. Muy distinto era el ambiente entre los socialdemócratas, que festejaron hasta entrada la madrugada de ayer el pase al ballottage. Lula estuvo a menos de dos puntos de la victoria, al obtener el 48,6 por ciento, 46.661.741 votos.
Pese al alto caudal conquistado nadie asegura que será reelecto el 29 de octubre. «El juego comienza ahora», sentenció en su tapa el Jornal do Brasil ayer. En la batalla que dio inicio ayer los contendientes arrancan, prácticamente, de foja cero.
A eso apuesta Geraldo Alckmin cuando subraya que es él quien viene creciendo, mientras su rival estaría en declive. «Ahora ya estamos allá (en el ballottage)» dijo ayer antes de viajar a Brasilia para atar acuerdos con referentes de otros partidos. Su inusual euforia tiene motivos de sobra: logró 39.968.167, equivalentes al 41,6 por ciento, superando las expectativas más optimistas y desmintiendo las encuestas de opinión, que también fallaron en sus pronósticos sobre la participación ciudadana.
Las del domingo fueron las elecciones con menor número de abstenciones de los últimos años, el tercer colegio electoral del mundo, con 126 millones de inscriptos. Sólo el 16 por ciento faltó a las urnas. Tanto petistas como socialdemócratas comenzaron a sondear a la ex candidata presidencial Heloisa Helena, del izquierdista Partido Socialismo y Libertad (PSOL), ubicada tercera en el primer turno con el 6,85%, nada menos que 6.430.000 votos, un electorado crucial para resolver el pleito.
Ayer Lula se refirió cautamente a la ex candidata. «Heloisa ya dio una declaración diciendo que va a liberar a su partido (PSOL) para votar (por quien quiera). Es una sobria decisión.» Por su lado, Alckmin adelantó que tomará contacto con dirigentes del PSOL, para discutir alguna forma de entendimiento. En la primera vuelta hubo conversaciones entre socialdemócratas y representantes de la legisladora.
Helena fue expulsada en 2003 del PT por no haber acatado la orden de votar una ley previsional que contradecía el programa defendido por Lula antes de asumir la presidencia. Entre lágrimas rompió su cartera de afiliada y desde entonces devino en una rotunda opositora, que no se refiere a Lula por su nombre, sino como «su majestad barbuda». Su campaña estuvo centrada a criticar a Lula antes que a Alckmin, circunstancia que incomodó a una parte de sus bases.
Sin una estructura sólida y con menos de dos años de existencia, el PSOL es, en rigor, una corriente de opinión articulada en torno del liderazgo de Helena, que ayer confirmó su neutralidad en el ballottage: Lula y Alckmin son «la misma cara» de la «moneda neoliberal» disparó. Esa postura, aclaró, no arrastra al PSOL, cuyos militantes son «inteligentes» y «sabrán qué hacer». Hoy se reunirá la dirección del PSOL para discutir el tema que ha generado intensos debates internos. El diputado federal de esa formación, Ivan Valente, advirtió que el partido evite pronunciarse para salvaguardar la unidad interna.
Lula confía en persuadir a los que respaldaron en la primera vuelta a la ex candidata. A ellos se refirió ayer cuando dijo que «el elector no se queda esperando a la burocracia de un partido, él va y toma una posición».