omnipresentes Una de las cualidades más sobresalientes de los tantos dioses que en el mundo son, es su omnipresencia, su capacidad para fiscalizar todos y cada uno de los actos humanos por intrascendentes que parezcan. Y ello, para preservar el libre albedrío de las personas que, como quiera, no obstante la vigilancia, siempre serán responsables […]
Una de las cualidades más sobresalientes de los tantos dioses que en el mundo son, es su omnipresencia, su capacidad para fiscalizar todos y cada uno de los actos humanos por intrascendentes que parezcan.
Y ello, para preservar el libre albedrío de las personas que, como quiera, no obstante la vigilancia, siempre serán responsables de sus actos.
Los dioses, desde inmemoriales tiempos, movidos, tal vez, por un aburrimiento que, también, debe ser eterno, han entretenido sus tedios y sopores acechando sigilosos nuestras atribuladas idas y venidas por el mundo.
Sin embargo, a pesar de sus inquisidoras miradas, no han podido evitar que algunos descreídos hagan de su capa un sayo y de la concupiscencia un constante arrebato.
Ni siquiera ha frenado tanto apetito desbocado la certeza de un postrero juicio que separe el grano de la paja y, a salvo los castos, purguen sus culpas los libertinos.
Prueba del escaso éxito de tan divina labor es que, sin necesidad de ser omnipresente ni andar curioseando el proceder ajeno, cualquier mortal es hoy testigo de no pocas impías conductas que sonrojarían la pupila más bellaca.
De ahí se debe el que a los dioses, actualmente, les hayan nacido unos cuantos valiosos aliados, llamados satélites, también omnipresentes, que desde el cielo y sin que podamos advertirlos, se dedican, aún con más eficacia que los dioses, a registrar nuestros más íntimos susurros y ademanes.
Y es que otros dioses, de carne y hueso urdidos, para seguir protegiendo nuestro libre albedrío, ya han decidido y aprobado que nuestras conversaciones puedan ser grabadas, nuestras correspondencias abiertas, nuestros pasos vigilados, nuestros bienes contados, nuestras memorias corregidas, nuestras huellas registradas, nuestros pasados investigados, nuestras intimidades asaltadas, nuestros rostros archivados y nuestras opiniones opinadas.