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Reseña de "Desde un punto de vista lógico" de Williard Van Orman Quine

Un clásico de un clásico

Fuentes: El Viejo Topo

Williard Van Orman Quine, Desde un punto de vista lógico. Paidós, Barcelona 2002. Segunda edición revisada con un nuevo prólogo del autor. Traducción y presentación de Manuel Sacristán [Traducción de los pasajes no publicados en la primera edición a cargo de Miguel Candel]. Prólogo a la nueva edición castellana de Jesús Mosterín. La editorial Paidós […]

Williard Van Orman Quine, Desde un punto de vista lógico. Paidós, Barcelona 2002. Segunda edición revisada con un nuevo prólogo del autor. Traducción y presentación de Manuel Sacristán [Traducción de los pasajes no publicados en la primera edición a cargo de Miguel Candel]. Prólogo a la nueva edición castellana de Jesús Mosterín.

La editorial Paidós ha tenido el acierto y la gentileza de reeditar, con interesantes ampliaciones, la edición que Ariel hizo en 1962 de Desde un punto de vista lógico [DVL] con traducción y presentación de Manuel Sacristán. Los principales añadidos de esta nueva edición son el prólogo de Quine de 1980 (pp.20-24), la breve nota a la segunda edición de la obra (p.25), los cambios introducidos por el autor -a partir de la segunda edición de la obra- sobre el controvertido asunto de la lógica modal (pp.219-224) y el prólogo que para esta reedición ha escrito el profesor e investigador del CSIC Jesús Mosterín.

Decir a estas alturas de la historia del pensamiento filosófico que estamos ante uno de los clásicos de la filosofía analítica -o de la filosofía tout court- del siglo XX es tan innecesario como señalar que el autor de este volumen ha sido y es uno de los mayores filósofos del reciente siglo y de todos los tiempos. La inexistencia de noticias de su reciente fallecimiento (diciembre, 2000) en importantes medios de comunicación es uno de los desaguisados periodísticos más notables que cabe citar. Los memorables e imprescindibles nueve artículos que componen DVL y cuyo origen se sitúa entre los años 1937 y 1951 han sido cruciales en el transcurrir de la filosofía de la ciencia, de la lógica y del lenguaje a lo largo de décadas y décadas. Cabe destacar especialmente, «Dos dogma del empirismo» (1951) y «Acerca de lo que hay» (1948), que curiosamente había sido publicado en 1948 en Revista de Metafísica.

Todo en DVL es interesante, singular, bien construido argumentativamente y con el sabroso y austero estilo que Quine imprimía a sus publicaciones: desde el paralelismo establecido por el autor entre los tres puntos de vista medievales sobre los universales y las tres grandes corrientes de fundamentación de la matemática del siglo XX (pp.53-55) hasta las penetrantes e inolvidables páginas en las que Quine se enfrenta críticamente a una de las distinciones usuales en la historia del pensamiento filosófico, la división excluyente entre enunciados analíticos y sintéticos (pp.61-80).

La misma anécdota que da pie al hermoso título del volumen merece ser contada una vez más. Estaban Henry Aiken y Quine, con sus respectivas esposas, en un local nocturno de Greenwich Village. Quine le explicaba a Aiken su proyecto de publicar un volumen que recogiera sus puntos de vista filosóficos. En aquellas precisos instantes Harry Belafonte acababa de cantar el calipso «From a logical point of view» y Aiken le señaló a Quine que el título de la canción encajaba maravillosamente con el contenido de su futuro libro. Quine no estuvo sordo frente a la hermosa idea de su amigo.

En su presentación a la edición castellana de DVL de 1962, Sacristán traza una breve presentación de la obra de Quine -del que él mismo tradujo, siempre por gusto y admiración, volúmenes como Palabra y objeto, Las raíces de la referencia, Filosofía de la lógica o la primera edición de Los métodos de la lógica-, señala que la enseñanza filosófica contenida en el volumen no es menor que la que representaron clásicos de la filosofía del siglo XX como elTractatus de Wittgenstein o Metafísica como ciencia rigurosa de su maestro H.Scholz y construye dos excelentes aproximaciones no formales a la teoría prenominal de Quine y a su filosofía de la ciencia que no deberían pasar desapercibidas.

En el hermoso prólogo que Jesús Mosterín ha escrito para esta edición, puede verse igualmente una sucinta aproximación a tres de los artículos contenidos en el volumen: «Acerca de lo que hay», «Dos dogmas del empirismo» y «Nueva fundamentación de la lógica matemática». Mosterín no ahorra elogios al referirse al traductor -«Sacristán fue un filósofo original y riguroso, uno de los pensadores marxistas más lúcidos, la figura descollante de la oposición intelectual al régimen de Franco y un introductor de la lógica matemática en España» (p.17)- e informa que desde su publicación la obra de Quine ejerció una enorme influencia en la filosofía anglosajona, que acabó siendo publicada en muchas lenguas -incluso en chino y en japonés-, pero que su primera traducción fue al castellano, la llevada a cabo por Sacristán en 1962.

Una anécdota puede ilustrar el reconocimiento que Sacristán sentía por la obra de Quine. En una carta de 1 de octubre de 1972 dirigida a Javier Pradera, por aquel entonces consejero de Alianza editorial, el traductor de DVL señalaba lo siguiente:

«Querido Javier,

Contesto de prisa a dos preguntas pendientes tuyas:

1º: el ganar el mismo dinero en menos tiempo traduciendo para Grijalbo no es sólo cuestión de tarifas, sino también de textos. Lo esencial para trabajar menos es, como te escribí, traducir porquerías (en alguno de los numerosísimos sentidos en que es porquería la aplastante mayoría del impressum propio de la cultura superior). Las cuales no plantean nunca problemas serios de traducción. De todos modos, te digo lo que sé de las tarifas de Grijalbo: son tarifas iguales para cualquier lengua, pero más bajas para novela que para el resto de sus temas (ciencia, filosofía, historia, arte, libros para regalo). Sé imprecisamente lo que paga a sus traductores de novela (por lo común muy malos): entre 70 y 80 ptas. la holandesa de 2100 pulsaciones, pero admitiendo generosamente como completa cualquier holandesa honradamente empezada…

Para comparar: la holandesa del Quine (que me ha exigido mucho más tiempo que la de cualquier blá-blá-blá filosófico), me ha salido a 102 ptas aproximadamente. Pero te repito que el factor más importante es la naturaleza del texto. Por eso no me las prometo muy felices ahora que hoy a empezar para Grijalbo el Capital

2º. Querría no traducir fuera de mi «programa Grijalbo» -sobre todo ahora que empiezo El Capital– más que en verano. Si te parece, tú me mandas el texto en junio [Filosofía de la lógica]y yo te lo envío traducido a primeros de octubre. Podíamos adoptar incluso -por si quieres hacer ya un contrato- la fecha del 10 de octubre como fecha de entrega, siempre que yo tenga el texto el día 10 de junio.

Un abrazo»

Otro detalle más que tiene que ver con el mismísimo Quine. El firmante de esta reseña, por sugerencia de un profesor de la Universidad de Navarra y sin duda en noche estrellada y con luna llena, tuvo el atrevimiento de escribir a Quine preguntando por la posibilidad de intercambio epistolar entre él y su traductor castellano. Pensé que, con probabilidad tendente a 1, la carta quedaría extraviada en algún despacho de la Universidad de Harvard. Me equivoqué. Casi a vuelta de correo -11 de diciembre de 1997-, Quine me contestó, de su puño y letra, señalando que sabía que Sacristán había traducido su obra al castellano pero lamentando, por otra parte, la inexistencia de correspondencia entre ambos.

Por si todo esto fuera poco, la contraportada de la actual edición está basada en un texto que Sacristán escribió para la antigua edición castellana de 1962 y no debería pasar desapercibida la hermosa cubierta matemática que Mario Eskenazi ha diseñado para esta edición. Así pues allegro, allegro, molto vivace.

Salvador López Arnal

Nota: Esta reseña se publicó en la revista El Viejo Topo.