Los países ricos colaboran en el desarrollo de los países más pobres mediante la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), a través de préstamos desembolsados en condiciones muy favorables y subvenciones concedidas con el fin de propiciar el desarrollo económico en los países receptores. En este artículo vamos a estudiar la evolución y el destino que […]
Los países ricos colaboran en el desarrollo de los países más pobres mediante la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), a través de préstamos desembolsados en condiciones muy favorables y subvenciones concedidas con el fin de propiciar el desarrollo económico en los países receptores. En este artículo vamos a estudiar la evolución y el destino que tienen estas aportaciones.
En septiembre de 2000, representantes de un total de 189 naciones firmaron la Declaración del Milenio [1], un documento plagado de buenas intenciones para con respecto la paz, el desarrollo mundial, el desarme, la erradicación de la pobreza, la protección del entorno, los derechos humanos, la democracia… y que sirvió para el establecimiento de ocho ambiciosos objetivos que deben de ser satisfechos para el año 2015.
En el apartado III, dedicado al desarrollo y a la erradicación de la pobreza, se puede leer lo siguiente: «No escatimaremos esfuerzos para liberar a nuestros semejantes, hombres, mujeres y niños, de las condiciones abyectas y deshumanizadoras de la pobreza extrema, a la que en la actualidad están sometidos más de 1.000 millones de seres humanos«.
A pesar de que la cifra acordada inicialmente era superior y alcanzaba el 1%, los países ricos se comprometieron hace varias décadas en destinar el 0’7% de su Ingreso Nacional Bruto (INB) a los países en desarrollo. Con respecto a este asunto, la declaración del Milenio pide que éstos «concedan una asistencia para el desarrollo más generosa, especialmente a los países que se están esforzando genuinamente por destinar sus recursos a reducir la pobreza«. Pero, ¿cuál es la realidad actual de estas aportaciones?
De acuerdo con el Informe sobre Desarrollo Humano del 2006, publicado por el Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD), en el año 2004 sólo cinco países (Noruega, Dinamarca, Luxemburgo, Suecia y Países Bajos) han cumplido con el compromiso acordado, donando por encima del 0’7%. Por término medio, los países donantes sólo aportan el 0,4218% de sus Ingresos Nacionales Brutos. España, por su parte, participa en este sentido con un triste 0,24%. Japón, Estados Unidos e Italia aparecen en las últimas posiciones colaborando con menos del 0,20%.
Acudiendo a los datos preliminares para 2005, ofrecidos por la OCDE, la situación, aunque mejora, sigue manteniéndose en la misma línea: la mayoría de los países no cumplen con el compromiso alcanzado con los países más pobres.
A la vista de los datos, no parece demasiado evidente que los países ricos no estén escatimando en esfuerzos para liberar a nuestros semejantes… Detrás de la increíble retórica humanitaria sólo se encuentra una lamentable realidad para millones de personas.
Si clasificamos a los donantes en función de sus aportaciones per cápita, en vez de hacerlo en función del % INB destinado, España pasa a ocupar los últimos puestos, apareciendo en la posición 19 y sólo por encima de Nueva Zelanda, Grecia e Italia. Los que más aportan por cada habitante son Luxemburgo, Noruega, Dinamarca, Suecia y los Países Bajos.
Si estudiamos la variación de estas aportaciones (sobre el % de INB) entre el período 1990-04, los resultados muestran que la mayoría de los países han reducido su ayuda relativa. Observando el gráfico siguiente, podemos ver cómo países tan importantes como Japón, Estados Unidos, Italia o Francia han reducido sustancialmente esta ayuda en el período indicado. España, en cambio, muestra un aumento del 20%.
Si nos preguntamos por el destino de estas aportaciones, llegamos a peor puerto. Las Naciones Unidas han elaborado una lista de países menos adelantados [3], compuesta por más de cuarenta países. Pues bien, por término medio, sólo el 33% de toda la Ayuda Oficial al Desarrollo se destina a este conjunto de países.
De hecho, únicamente dos países (Irlanda y Portugal) destinaron en 2004 más de la mitad de su ayuda total a este bloque de países más necesitados. O lo que es lo mismo, veinte de los veintidós países donantes orientaron la mayor parte de sus ayudas a países que no están incluidos en dicha lista. España, por ejemplo, sólo colaboró con este conjunto con un mísero 17%. Las preferencias comerciales parecen primar mucho más que las humanitarias, a pesar de todo.
Pero si hacemos como antes y estudiamos la variación producida entre 1990 y 2004, los resultados son asombrosos. Aunque en este período la variación media de la AOD (sobre % INB) ha sido del 20% [3], la variación media de la ayuda destinada a los países menos desarrollados (% del total AOD) ha sido del -0,7 %. Esto significa que aunque los países ricos han venido incrementando sus aportaciones en los últimos años, no ha sido destinando las mismas a aquellos países que más lo necesitan.
España, por ejemplo, a pesar de haber incrementado sus aportaciones en un 20% (sobre el INB) en dicho período, ha reducido la parte que corresponde a los países menos adelantados en un 15%.
Parece obvio, después de todo, que el primer mundo no colabora activamente en el desarrollo de los países más necesitados, y que la situación no sólo no ha mejorado en la última década, sino que ha empeorado considerablemente.
Los países ricos, tras décadas de asalto y robo a los países colonizados, se muestran ahora incapaces de colaborar en el desarrollo de esos mismos territorios, en una muestra más de cinismo e hipocresía occidental.
Salud, Amor y Rebeldía,
Alberto Garzón Espinosa
[1] http://mdgs.un.org/unsd/mdg/Resources/Static/Products/GAResolutions/55_2/a_res55_2s.pdf
[2] Afganistán, Angola, Bangladesh, Benin, Burkina Faso, Burundi, Bhután, Cabo Verde, Camboya, Comoras, República Democrática del Congo, Chad, Eritrea, Etiopía, Gambia, Guinea, Guinea Ecuatorial, Guinea Bissau, Haití, Islas Salomón, Kiribati, Lesotho, Liberia, Madagascar, Malawi, Maldivas, Malí, Mauritania, Mozambique, Myanmar, Nepal, Niger, República Centroafricana, República Democrática Popular de Lao, Ruanda, Samoa Occidental, Santo Tomé y Príncipe, Senegal, Sierra Leona, Somalia, Sudán, Tanzania, Timor-Leste, Togo, Tuvalu, Uganda, Vanuatu, Yemen,Yibuti y Zambia
[3] Hay que tener en cuenta que Luxemburgo, un país de dimensiones muy reducidas, incrementó sus aportaciones en casi un 300%, creando así una media engañosa.