Se hacen campañas para el fomento de la lectura en los niños y niñas , cuando también deberían hacerse para los políticos. Les recomendaría el libro «La revolución de la riqueza», de Alvin y Heide Toffler. Va en consonancia con la obra que escribí hace nueve años, La revolución del paro. Leer es necesario para […]
Se hacen campañas para el fomento de la lectura en los niños y niñas , cuando también deberían hacerse para los políticos. Les recomendaría el libro «La revolución de la riqueza», de Alvin y Heide Toffler. Va en consonancia con la obra que escribí hace nueve años, La revolución del paro. Leer es necesario para ver la realidad desde otros puntos de vista y no desde un modelo único de pensamiento que cuando queda desfasado no es capaz de ver sus errores, ante lo cual se reacciona buscando culpables de los problemas y no soluciones.
Algo que se lee en el libro recomendado es que quienes representan a las instituciones no tienen tiempo para pensar. No dedican tiempo a los temas que han de resolver, y las decisiones las toman sus equipos profesionales que responden a estadísticas y criterios de influencia para mantener el Poder. Dos terceras partes del tiempo de un político se dedica a relaciones públicas y resolver problemas del cargo y para vender la imagen de lo que se hace. Alvin y Heide Toffler, autores también del libro La tercera ola plantean que de la sociedad agraria se pasó a la sociedad industrial y de ésta a la tecnológica o economía del conocimiento, sin que se hayan adecuado los mecanismos institucionales, económicos, fiscales, educativos y culturales acordes al nuevo cambio. Observan que se ha creado un sistema de riqueza sin precedentes en la historia de la humanidad, una riqueza revolucionaria que permite acabar con la pobreza. Pero comprueban que no se logra porque «los economistas vagan en torno a un cementerio de ideas muertas» que más que aplicar medidas nuevas estiran los antiguos modelos lo más que pueden, pero no encajan y generan más y nuevos problemas. Es el modelo de pensamiento lo que retrasa adecuarnos al cambio de paradigma que se está produciendo, «los economistas son incapaces para reconocer este cambio histórico y comprender la riqueza revolucionaria«. Por su puesto que hay excepciones, que confirman la regla.
Explican que el fundamento básico del empleo está cambiando. El empleo asalariado es algo que se inventó hace tres siglos, implantándose bajo unas nuevas condiciones de la etapa industrial. Se llega a la evidencia de algo que Gary Becker, premio Nobel de economía en 1992, estudió: el sistema de riqueza lo forma la economía monetaria, la del empleo, y la no monetaria, es decir procesos económicos que no se pagan. A medida que ha pasado el tiempo esta última es más influyente y necesaria, hasta el punto de definirse el hogar como «una pequeña fábrica». Becker cuantificó el valor de las actividades que no se consideran «trabajo» y que son un aporte esencial a la riqueza, cada vez más.
Hoy nevar es noticia, en verano lo es que hace calor. Lo obvio se hace espectáculo de los medios de comunicación. El beso de una mujer y un hombre llena espacios informativos. Ya la noticia es la noticia. Si hay un papel en el suelo y se hace noticia es un hecho social que nos afecta. Si hay una guerra que no se conoce no existe. Esta ausencia de contenidos es por la falta de tiempo para pensar. Y afecta a la hora de ver la realidad. Cuenta el libro de Alvin y Heider que hace unos años en EE.UU. se aplicaron una serie de medidas para reducir costes sanitarios, de forma que se buscasen las llamadas «eficiencias» y trasladando de la cadena sanitaria a un sistema «gerencial» la atención para ancianos, o también para paliar la dependencia, con tratamientos generalizables. Lo cual se empieza a aplicar en otros países, entre otros España. Medidas que hace cincuenta años serían necesarias hoy resultan insuficientes y van rezagadas y en función del ahorro presupuestario, pero se presentan como el no va más de la inversión social. Es noticia. Lo que explica el trabajador social, Horacio García, que es confundir el llamado cuarto pilar con otro que sería el quinto.
Ruego al lector que analice lo siguiente: una persona trabaja en su casa y cuida de tres niñas y un anciano. Si tiene una cantidad de dinero lo puede hacer, y podría ganar más adecuando un empleo a su horario, si tiene esa base económica. Pero si no es así ha de ir al mercado laboral. No puede atender a las personas que cuida. Como se quiere resolver a través del empleo y «crear riqueza», se hacen guarderías, centros de atención y servicios que pasan de ser un derecho para usar en caso de necesidad, a establecerse como una condición indispensable para trabajar porque no queda otro remedio. Para esta nueva fuente de empleo se saca de sus hogares a otras personas, que para compensar el gasto ha de ganar menos que quien paga el servicio y así otro por detrás hasta llegar a las últimas consecuencias que es el incremento de la exclusión social, el último eslabón. Este esquema económico y social hace que una sociedad tan rica como la nuestra necesite mano de obra cada vez más barata y aumente progresivamente la población en situación de pobreza y de precariedad.
El problema no es tanto la cantidad de dinero para aplicar nuevas medidas, sino cómo se organiza la riqueza. Para lo cual los Toffler invitan a establecer medidas sociales no exploradas. Por ejemplo plantean relacionar más el trabajo remunerado y el que no lo es. La riqueza es un todo en el que confluyen las dos dinámicas. Con la Renta Básica, como derecho de ciudadanía, confluyen ambas. Cada ciudadano cobraría mensualmente 421 euros de manera incondicional, lo que no es sino una adaptación, necesaria y posible, al nuevo modelo que se construye de manera imparable. Podemos sufrir este cambio o disfrutarlo. La Renta Básica adecua la relación de esfuerzo y trabajo según las tablas del economista y matemático William Jevons y sirve de punto de equilibrio entre la eficacia económica y de mercado con la distribución de la riqueza, según las gráficas del economista Arthur Okun. La financiación requiere un nuevo modelo fiscal acorde a la nueva realidad que antes o después se acabará estableciendo, con o sin Renta Básica.
Arquímedes dijo dadme un punto de apoyo y moveré el universo. La Renta Básica es ese punto de apoyo para pasar del viejo modelo al nuevo.
RAMIRO PINTO CAÑÓN es autor del libro «Los fundamentos de la Renta Básica y la perestroika del capitalismo