La visita del presidente Bush a Uruguay, Brasil, Colombia, Perú y México refleja las ‘dos vías’ de la construcción imperialista estadounidense: intervención militar e instrumentos político-diplomáticos. La visita de Bush a América Latina en este momento es un intento de ganar apoyo de los gobernantes cliente electos en un momento en que él ha perdido […]
La visita del presidente Bush a Uruguay, Brasil, Colombia, Perú y México refleja las ‘dos vías’ de la construcción imperialista estadounidense: intervención militar e instrumentos político-diplomáticos.
La visita de Bush a América Latina en este momento es un intento de ganar apoyo de los gobernantes cliente electos en un momento en que él ha perdido el apoyo de más del 75% de la opinión pública estadounidense y es rechazado por abrumadora mayoría en Europa, Oriente Próximo, Asia y África. Los principales consejeros y propagandistas de Bush cuentan con dar publicidad a las calurosas recepciones de Lula, Vázquez, Uribe, García y Calderón para contrarrestar tanto la realidad como la imagen pública de Bush como un asesino masivo de los pueblos iraquí y afgano.
La escalada de guerra de Bush contra Iraq y la amenaza de bombardear Irán todavía han marcado más su régimen como mortífero enemigo de la humanidad. Cuando políticos electos como Tabaré Vázquez y Lula Da Silva abrazan a Bush, proporcionan una máscara decorativa a un monstruo imperialista que ha sido desenmascarado como el principal enemigo del principal anti-imperialista de América Latina, el presidente Hugo Chávez.
El giro de Bush a un enfoque diplomático hacia la consolidación del poder imperialista en América Latina es el resultado de los fracasos y derrotas de sus políticas militares. El intento estadounidense de conquistar Iraq y Afganistán por la fuerza militar ha fracasado: la resistencia es más fuerte que nunca.
La invasión estadounidense de Haití y el derrocamiento del presidente electo Aristide ha fracasado en derrotar a la resistencia popular de masas. El control de Washington sobre Haití depende de ejércitos y oficiales mercenarios de sus gobernantes cliente en Uruguay, Brasil, Chile, Argentina, Perú y Bolivia.
Los intentos del régimen de Bush de derrocar al presidente Chávez han sufrido varias derrotas importantes. El levantamiento de masas urbano de abril de 2002 hizo fracasar el golpe de Estado apoyado por Estados Unidos. Desde diciembre de 2002 hasta enero de 2003 los trabajadores venezolanos y el gobierno de Chávez hicieron fracasar el paro patronal de la industria del petróleo, que había sido respaldado por las compañías petrolíferas estadounidenses y Washington. La gran mayoría de las clases populares venció en el referéndum revocatorio de Chávez en 2004, que había sido financiado por Estados Unidos.
Con cada uno de estos intentos fracasados disminuía el prestigio de Bush al tiempo que Chávez ganaba la admiración de la vasta mayoría del pueblo de América Latina. El ‘modelo Chávez’ de un generoso Estado social de bienestar, una economía mixta basada en un fuerte sector estatal y la democracia directa vía las asambleas de barrio ofrece un fuerte contraste con los fracasados modelos neo-liberales regresivos y estancados del resto de América Latina.
Además, la generosa venta por parte de Chávez de petróleo a precios subvencionados a países pobres del Caribe, América central y del sur debilitó el atractivo de las codiciosas políticas estadounidenses de ‘libre mercado’ en la zona. El comercio extensivo y los acuerdos de inversión de Venezuela con Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador y Colombia atrajeron el apoyo de sectores de la ‘burguesía nacional’ y debilitaron los intentos estadounidenses de aislar al gobierno de Chávez.
Es indudable que en la Gran Contienda entre Chávez y Bush, entre iniciativas nacional-populares de bienestar y el reaccionario y regresivo status quo neo-liberal, Chávez está ganando y Estados Unidos está perdiendo influencia. La visita de Bush a América Latina es un intento de recuperar la declinante influencia imperialista a través de la consolidación de vínculos tanto con los regímenes cliente de derecha (García en Perú y Calderón en México) y los regímenes neo-liberales de pseudo ‘centro-izquierda’ de Vázquez y Lula. El objetivo es integrar a estos regímenes cliente en la órbita económica y diplomática estadounidense, y construir una coalición anti-Chávez. Dado que Bush no tiene apoyo popular en América Latina, sólo se reunirá a puerta cerrada con los gobernantes cliente y en medio de fuertes medidas de seguridad para protegerlo. Paralelamente a la visita de Bush, el presidente Chávez visitará Argentina donde decenas de miles de personas asistirán a un multitudinario mitin público para darle la bienvenida. Las respectivas visitas de Chávez y de Bush reflejan la profunda polarización que hay en América Latina, polarización en la que la vasta mayoría de la población y unos pocos gobiernos están con Chávez mientras que corruptos y desacreditados ‘ex-izquierdistas’ abrazan al Emperador. Los clientes de Washington, Vázquez, Lula, y Calderón responderán ante su pueblo el cual demuestra en las calles que los gobiernos que dan la bienvenida a Bush no representan sus opiniones o intereses. Ningún gobierno que da la bienvenida y firma acuerdos sobre bases militares y libre comercio con el peor presidente imperialista de la historia de Estados Unidos puede afirmar que es ‘progresista’.
El futuro de Uruguay y Brasil no estará determinado por los acuerdos ‘vende-patria*’ firmados por los presidentes tras las puertas cerradas de los palacios presidenciales, sino por los descomunales y belicosos parlamentos de las calles que mostrarán su rechazo a Bush y a quienes ratifican sus principios imperialistas.
*En castellano en el original [N de la t.]