El Vaticano pretende impulsar un acuerdo con Brasil para imponer la enseñanza religiosa obligatoria en las escuelas estatales e impedir la legalización del aborto. Pero esas intenciones parecen chocar con las de Lula da Silva, para quien la prioridad en la visita del papa Benedicto XVI es el tratamiento de temas sociales. Lo dejó trascender […]
El Vaticano pretende impulsar un acuerdo con Brasil para imponer la enseñanza religiosa obligatoria en las escuelas estatales e impedir la legalización del aborto. Pero esas intenciones parecen chocar con las de Lula da Silva, para quien la prioridad en la visita del papa Benedicto XVI es el tratamiento de temas sociales. Lo dejó trascender el presidente brasileño en su habitual programa radial de los lunes Café con el Presidente. De sus declaraciones se desprenden también la decisión de Lula y su cuerpo diplomático de evitar que se aborden temas conflictivos durante el encuentro con el Papa, mañana miércoles en el aeropuerto internacional paulista y el jueves en el Palacio de los Bandeirantes, la casa de gobierno del estado de San Pablo.
El Vaticano había propuesto a Brasil celebrar un amplio acuerdo, pero la diplomacia brasileña le recordó que en este país existe la separación de la Iglesia y del Estado, con lo cuál semejante trato sería inviable. Por eso, prácticamente quedó descartado cualquier concordato durante esta visita de Joseph Ratzinger. Fuentes de la Cancillería brasileña indicaron que un eventual pacto como el que le gustaría a la cúpula de la Iglesia Católica podría provocar roces con otras religiones, que estarían en derecho de pedir concesiones similares.
Lula, en su charla por radio, sostuvo ayer que espera conseguir el apoyo de Benedicto XVI para las políticas sociales que desenvuelve Brasil. «Uno de los asuntos que tengo interés en discutir es el papel de la Iglesia en las políticas públicas. Y sobretodo conversar con el Papal lo que estamos haciendo aquí para que él, como la persona más importante de la Iglesia pueda ayudar a diseminar esas buenas políticas públicas para el mundo».
El presidente, quien verá a Benedicto XVI en el aeropuerto mañana por la tarde, y tendrá el jueves por la mañana un segundo encuentro reservado de apenas 10 minutos, recordó que en su época de líder sindical, estuvo codo a codo con los movimientos católicos en la construcción de «un Brasil más justo».
Recordó también el rol cumplido por el cardenal Claudio Hummes durante la dictadura militar brasileña y en la solidaridad con los campesinos sin tierra. El ex arzobispo de San Pablo tiene hoy un papel relevante en Roma, donde preside la Congregación para el Clero.
Para Lula es «extremadamente importante» la visita del Papa en la apertura de la 5ª Conferencia General del Episcopado de América Latina, que comienza en la ciudad de Aparecida (a 167 km de San Pablo) el domingo. Es que la «Iglesia Católica tiene un papel extraordinario en América latina. No sólo porque evangeliza a las personas, sin por su fuerte participación en la tarea de elevar el nivel de conciencia».
Claro que la agenda del Vaticano no coincide 100 por ciento con la del presidente brasileño. Incluye por ejemplo, las campañas contra los métodos anticonceptivos, la eutanasia y la unión civil entre personas del mismo sexo, además de condenar las investigaciones en embriones humanos. El gobierno defiende la unión civil entre homosexuales y también el empleo de embriones para la ciencia.