El ejecutivo de Wall Street y fundamentalista del libre mercado propuesto por el presidente George W. Bush para presidir el Banco Mundial, Robert Zoellick, exhortó a olvidar el escándalo de nepotismo que hundió a su antecesor, Paul Wolfowitz.
«Bob Zoellick es el hombre correcto para suceder a Paul en este trabajo vital», dijo Bush el 30 de mayo.
El mandatario estadounidense propuso el nombre de su ex subsecretario de Estado (vicecanciller) y ex representante de Comercio para que encabece el Banco Mundial, una vez que se haga efectiva la renuncia de Wolfowitz el 30 de junio.
El anuncio cortó de plano las especulaciones en torno de docenas de nombres considerados para tomar el timón de la institución, hoy inmerso en una profunda controversia ética.
Zoellick, hasta ahora alto ejecutivo de la firma inversora Goldman Sachs, se comprometió a trabajar para restaurar la confianza en el Banco, dañada cuando se supo que Wolfowitz había concedido a su novia y subalterna Shaha Riza un elevado aumento de salarios y beneficios sin autorización.
Numerosos funcionarios de la institución, activistas y economistas y ex ministros de todo el mundo reclamaron entonces el cese del funcionario, quien se había desempeñado antes como subsecretario (viceministro) de Defensa de Estados Unidos.
«Necesitamos dejar las discordias del ayer atrás y concentrarnos en un futuro juntos. Creo que los mejores días del Banco Mundial todavía están por llegar», dijo Zoellick.
La Junta de Directores del Banco, de 24 miembros, recibirá la nominación formal a mediados de junio y realizará la designación a fines de ese mes.
Es seguro que Zoellick será confirmado por el acuerdo tácito entre las grandes potencias que controlan la Junta, Estados Unidos y Europa. Según la tradición, el presidente del Banco siempre es un ciudadano estadounidense, y el director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), un europeo.
En esta ocasión, pero más aun que en las anteriores, se reiteraron los llamados a reformar el proceso de selección del presidente del Banco, una institución clave de la arquitectura financiera mundial diseñada por los vencedores de la segunda guerra mundial.
El 30 de mayo, el instituto académico Centro para el Desarrollo Mundial, con sede en Washington, informó que casi 85 por ciento de 700 expertos entrevistados rechazaban el actual sistema de designación del presidente del Banco, según el cual Estados Unidos lo nombra tras consultas informales con otros países.
Una mayoría similar se manifestó partidaria de un proceso de selección basado sobre los méritos, sin importar la nacionalidad.
La encuesta fue realizada a miembros de la comunidad de desarrollo internacional, entre los que figuran integrantes de agencias gubernamentales, universidades, centros académicos, organizaciones no gubernamentales y funcionarios del Banco Mundial y otros organismos multilaterales.
Organizaciones no gubernamentales, que reclaman hace muchos años una reforma del proceso de selección del presidente del Banco, advirtieron que la nominación de Zoellick es un golpe a su campaña por la democratización de la institución.
Según los activistas, esta elección refleja un doble discurso, pues Estados Unidos y el Banco Mundial predican la responsabilidad y la transparencia en la gestión de los países en desarrollo, los principales acreedores.
«Reemplazar un designado por Bush por otro no resolverá los problemas fundamentales de gobernanza del Banco Mundial», dijo Peter Bosshard, director de políticas de la Red Internacional de Ríos, que vigila desde San Francisco los aspectos ambientales de proyectos financiados por la institución.
«Los gobiernos miembros deberían rechazar un acuerdo a hurtadillas que deja intacta la estructura de dirección del Banco, y deberían procurar un proceso de selección abierto y basado sobre los méritos» de los aspirantes a presidirlo, sostuvo Bosshard.
La nominación de Zoellick también alarmó a organizaciones de fomento del desarrollo, dados sus estrechos vínculos con los círculos de poder político y empresarial de Estados Unidos.
Zoellick, de 53 años, fue hasta julio pasado subsecretario de Estado, pero su labor más notoria fue la de representante de Comercio de Estados Unidos, cargo desde el cual presionó, con resultados no siempre exitosos, por la apertura de los mercados del mundo en desarrollo a los bienes y servicios de su país.
En ese sentido, fue notoria su prédica por la liberalización de las importaciones de esos mercados –aunque no por el fin de los subsidios agrícolas estadounidenses– en las instancias de la Ronda de Doha de negociaciones multilaterales de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Zoellick también multiplicó la cantidad de acuerdos de libre comercio entre su país y naciones en desarrollo.
Según los activistas, Zoellick carece de experiencia en desarrollo internacional, y se le critica por presionar a los países pobres para aceptar los criterios estadounidenses de propiedad intelectual, que encarecen los medicamentos en el Sur.
«Ha sido un buen amigo de la industria farmacéutica. Los acuerdos de libre comercio que negoció bloquearon eficazmente el acceso de medicamentos genéricos a millones de personas», dijo Paul Zeitz, director ejecutivo de la no gubernamental Global AIDS Alliance.
La nominación de Zoellick fue apoyada de inmediato por el secretario del Tesoro (ministerio de Hacienda) Henry Paulson y algunos encumbrados legisladores estadounidenses