El 22 de febrero 2007 la revista The Economist presentó el artículo «Offshore and beyond the pale» con el subtítulo «Tax Havens are an unavoidable part of globalisation and, ultimately, a healthy one.» (Ver: http://www.economist.com/opinion/displaystory.cfm?story_id=8740214). El artículo trata sobre una encuesta del Economist sobre centros financieros offshore «Offshore Financial Centres» (OFCs) llegando a conclusiones que […]
El 22 de febrero 2007 la revista The Economist presentó el artículo «Offshore and beyond the pale» con el subtítulo «Tax Havens are an unavoidable part of globalisation and, ultimately, a healthy one.» (Ver: http://www.economist.com/opinion/displaystory.cfm?story_id=8740214). El artículo trata sobre una encuesta del Economist sobre centros financieros offshore «Offshore Financial Centres» (OFCs) llegando a conclusiones que provocaron una seria respuesta de parte de la Red de Justicia en los Impuestos (Tax Justice Network – TJN). TJN nació de una serie de reuniones durante el Foro Social Europeo (European Social Forum) en Florencia a finales del 2002 y del Foro Social Mundial en Porto Alegre a principios de 2003 como respuesta a prácticas fiscales y a la globalización. (Ver: http://www.taxjustice.net/cms/front_content.php?idcat=2) A continuación presentamos la respuesta de TJN.
La encuesta del Economist concluyó que «los refugios o paraísos fiscales no prosperan debido a actos de corrupción, sino a que están bien manejados y regulados.» De acuerdo a Nicholas Shaxon de TJN la encuesta contiene muchos errores de información, de interpretación y de omisión y la evidencia no sustenta las conclusiones que se presentan.
Las prácticas de refugios fiscales no sólo facilitan el crimen y la corrupción; sino que también distorsionan los mercados al darle privilegios a compañías que no tienen nada que ver con la calidad del precio de sus bienes y servicios. Asimismo, aumenta la inequidad (al facilitar la fuga de capital, fomentar la evasión fiscal y dificultarle a los gobiernos aumentar los impuestos) y se pone en riesgo la democracia al permitir a las élites la evasión del pago de impuestos ya que se erosionan las relaciones básicas de rendición de cuentas que ofrece la recaudación de impuestos entre gobernantes y ciudadanos. Incluso se oponen a enfrentar abusos, argumentando que esto es una tarea sisifea» (que equivale a decir que no vale la pena combatir el tráfico de drogas porque es muy difícil).
A esto le siguió la nota «Stop Tax Haven Abuse Act» (ver:http://www.senate.gov/~levin/newsroom/release.cfm?id=269479) en los Estados Unidos de tres senadores americanos incluyendo al candidato presidencial demócrata Barack Obama, quien dijo que los OFCs le han «declarado la guerra económica a los honestos pagadores de impuestos en EUA.» Los senadores están en lo cierto, pero no profundizan lo suficiente. Las actividades de evasión fiscal (y como lo indica un reciente trabajo de FMI, los grandes centros financieros como la ciudad de Londres también son paraísos fiscales) promueven daño no sólo en Estados Unidos, sino alrededor del mundo, especialmente en países pobres.
Cabe mencionar que la palabra «corrupción» aparece sólo una vez en esta encuesta de 13,000 palabras. La corrupción trasnacional tiene un lado de demanda (lavado de dinero, evasores fiscales, cleptócratas, etcétera); y un lado de oferta: aquellos que ofrecen guardar secretos y vender los servicios que los explotan. La estrategia general para el combate al abuso de las drogas al atender tanto a los usuarios como a los consumidores es igualmente aplicable a la lucha global en contra de la corrupción y crimen financiero.
La encuesta menciona a Caimán (con población de: 45,000) veinte veces pero a África (con población de: 750 millones) sólo dos veces: una para observar que Sudáfrica perdió $8.8 billones al año en exenciones fiscales y otra para mencionar los esfuerzos de Khartoum, «todavía no como resultado de la guerra en Darfur» para financiar el mercado de servicios secretos. Estos pensamientos tan alarmantes no tienen ningún seguimiento. Luego se cita a TJN como si estimara conservadoramente que la pérdida de los ingresos por OFCs sólo de personas ricas supera los $255 billones al año y luego se dice que «no todo el mundo lo cree.» Esta cantidad es pública desde hace dos años, pero nadie ha demostrado, ni tratado de demostrar que es errónea.
El Economist pasa por alto las preocupaciones sobre la competencia fiscal, afirmando que: «Esta competencia no parece haber comenzado una carrera de picada.» Una gráfica alarmante demuestra que a pesar del declive en las tasas de impuestos en los últimos 30 años, las ganancias de los impuestos corporativos respecto al PIB han aumentado. Concluye que la ‘carrera hacia el fondo’ es una ilusión. Lo cual es un error. En primer lugar, la gráfica utiliza un promedio desequilibrado de países, pero utiliza un promedio (más balanceado) en un marco temporal más amplio (utilizando datos de la OCDE de 1965-2004), en donde se demuestra exactamente lo contrario. En segundo lugar, las ganancias corporativas como parte del PIB han aumentado de forma más aguda -de modo que las ganancias en los impuestos corporativos como parte de las ganancias han crecido, aún en el promedio desquilibrado. En tercer lugar, la encuesta sólo consideró a países de la OCDE y no notó que los países pobres como en África son mucho más débiles que los países ricos frente a la competencia tributaria.
Se presentó una lista muy rica de rankings de los países con el PIB más alto por persona, con paraísos fiscales como Bermuda a la cabeza (seguido de Luxemburgo y Guinea Ecuatorial) argumentando que los paraísos fiscales hacen que se enriquezcan las economías cercanas, concluyendo erróneamente que los paraísos fiscales deben de ser algo bueno. Esto ignora una cuestión sistémica: el argumento es análogo a otro que apunta a aviones privados, yates y palacios propiedad de un rico dictador, su familia y sus amigos, como evidencia de que la corrupción genera riqueza. Error: la competencia fiscal es muy dura, mientras los países compiten por chupar capital unos de otros y los paraísos fiscales intensifican esta situación. Hay que ver a Francia, Luxemburgo y Suiza, por ejemplo, e incluso si uno pudiera llegar a una conclusión favorable sobre los paraísos fiscales, exactamente lo opuesto aplica si uno incluye a África en el análisis.
Jeffrey Owens, jefe de política tributaria de la OCDE, criticó fuertemente la encuesta ya que: ignoró los costos de la conformidad fiscal generados por los paraísos fiscales y agregó que la falta de un enfoque sobre el quebrantamiento de la ley era como decir «si el que atiende un negocio en un vecindario evade impuestos, esto lo hace competitivo, permitiéndole reinvertir el capital de la evasión fiscal en la expansión de su negocio. Pocos políticos van a ponerse de pie para apoyar este enfoque.» (Ver:www.oecd.org/LongAbstract/0,3425,en_2649_201185_38720675_119802_1_1_1,00.htm).
El Secretario del Tesoro de EUA Henry Paulson hizo un comentario general: «Cuando la gente falla en el pago de sus impuestos, aumentan de facto los impuestos para todos los demás. Este gran riesgo, tal como lo dijo un ex-funcionario de la Tesorería estadounidense, es que «la globalización es percibida como algo en contra del ciudadano promedio.» La encuesta falló en enfrentar este problema -que va al centro de los debates modernos sobre pobreza, corrupción, democracia y globalización.