Más allá de la retórica política en favor de la integración sudamericana, el Mercosur y Venezuela recelan a la hora de las negociaciones comerciales y se dilata así el proceso de adhesión plena de ese quinto socio lanzado con ímpetu en 2005.
«El programa de liberalización comercial que Venezuela debe negociar con los países del bloque avanzó con Uruguay y Paraguay, pero con Argentina y Brasil la discusión está parada», admitió ante IPS Eduardo Sigal, subsecretario de Integración Económica Americana y del Mercosur de la cancillería argentina.
El estancamiento del proceso es por razones políticas y económicas, según Sigal, representante de su país en las negociaciones para el ingreso pleno de Venezuela al Mercosur (Mercado Común del Sur) conformado desde su origen en 1991 por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
Venezuela no quiere seguir la negociación comercial si los parlamentos de Brasil y Paraguay no ratifican el protocolo de adhesión venezolana como ya lo hicieron los de Argentina, de Uruguay y de la propia Venezuela.
Por otro lado, Caracas «está mirando con lupa» el impacto que tendrá el ingreso de productos provenientes de Argentina y Brasil sobre el incipiente desarrollo agropecuario e industrial venezolano una vez que caigan los aranceles y se ponga en marcha la integración económica, advirtió Sigal.
Las constantes apelaciones a la integración regional en boca de los mandatarios, sobre todo del venezolano Hugo Chávez, hacían suponer que la incorporación del nuevo socio iba a ser sencilla, pero en cambio está resultando compleja y por momentos amenaza con naufragar.
Con la expectativa de contribuir a destrabar este proceso estancado a mitad de camino, Chávez encaró un breve periplo por Argentina y a Uruguay.
Su pasaje por Buenos Aires le permitió a Chávez firmar con el presidente anfitrión, Néstor Kirchner, un acuerdo para la construcción de una planta de regasificación de gas licuado venezolano en Argentina.
El mandatario visitante también se ofreció a adquirir 500 millones de dólares en bonos de deuda argentina, una operación que se concretaría el viernes próximo, cuando vuelva a encontrarse con Kirchner en Bolivia.
Finalizada la visita, Chávez se dirigió a Montevideo para reunirse con su par, Tabaré Vázquez.
Precisamente, fue en diciembre de 2005 en la capital uruguaya donde la cumbre del Mercosur aprobó la solicitud de Venezuela de integrarse como miembro pleno, en un gesto que contrastaba con las inmovilizadas tratativas para la incorporación en igual carácter de Bolivia o Chile, los dos primeros miembros asociados que tuvo el bloque.
Seis meses después, los presidentes firmaron el Protocolo de Adhesión de Venezuela al Mercosur, que ya fue ratificado por los parlamentos de Argentina, de Uruguay y de Venezuela.
«Chávez advierte una resistencia en Brasil, pero no del gobierno sino de la derecha que presiona desde el parlamento», explicó Sigal.
«En Paraguay sucede lo mismo, pero con un agravante», alertó. En ese país, el Congreso legislativo tiene hoy mayoría del gobernante Partido Colorado, pero la ratificación del protocolo quedó como rehén de un ambiente político que busca desgastar la figura del presidente Nicanor Duarte Frutos cuando falta sólo un año para las elecciones nacionales.
Frente a este panorama, Venezuela decidió «parar la pelota», graficó Sigal. «Hasta que Brasil y Paraguay no traten este asunto en el Congreso, Venezuela deja que funcione el Acuerdo de Complementación Económica» que rige el comercio entre el Mercosur y Venezuela, más Colombia y Ecuador, desde 2004.
Ese acuerdo podría seguir indefinidamente, pero si los socios quieren que Venezuela sea uno más en el Mercosur el cronograma debe acelerarse.
Según Sigal, Venezuela ya acordó con los socios cómo asumirá el arancel externo común, aceptó las normas que rigen en el bloque y pactó el programa de liberalización comercial con Uruguay y Paraguay. Con Argentina y Brasil tiene tiempo hasta septiembre, pero esa discusión aún «no avanza», reconoció.
«La incorporación de un país a una zona de libre comercio no es algo que se concreta de la noche a la mañana», justificó Sigal. «Se discute por canastas de productos y se negocian plazos de acuerdo a la sensibilidad o la competitividad de cada sector para resistir la eventual avalancha de la competencia», explicó.
«Los productos que ya se importan se liberan automáticamente, pero otros con un desarrollo incipiente pueden requerir cinco o 10 años para la liberalización», admitió. «Venezuela está en un franco proceso de industrialización y lo que hace unos años no se planteaba producir, ahora sí lo hace», puntualizó.
«Por eso se cuida de que no le lleguemos con todo desde Argentina y Brasil», remarcó. ¿Eso significa que Venezuela no contempló estas implicancias cuando pidió ingresar al bloque?, preguntó IPS. «Sí, lo hizo, pero puso más el acento en aspectos sociales y de integración productiva-asociativa», declaró.
«Para Chávez, el Mercosur de los años 90 fue mercantilista y piensa en una marca distintiva en la que Argentina coincide, pero hay resistencias, no de los gobiernos», aclaró, «sino en este caso de los congresos de Brasil y de Paraguay», reiteró.