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La crisis financiera internacional pone a prueba la economía brasileña

Fuentes: Argenpress

La economía brasileña enfrenta una prueba de fuego en medio de la turbulencia financiera que sacude a los mercados globales, la primera de gran alcance durante el gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.La primera economía de América Latina ha acumulado en los últimos cuatro años y medio una serie de resultados positivos récord […]


La economía brasileña enfrenta una prueba de fuego en medio de la turbulencia financiera que sacude a los mercados globales, la primera de gran alcance durante el gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

La primera economía de América Latina ha acumulado en los últimos cuatro años y medio una serie de resultados positivos récord en sus cuentas externas, mientras que ha controlado la inflación y consolida un incipiente crecimiento económico en torno al 4 por ciento en los últimos dos años.

Con una de las deudas externas más altas entre los países emergentes, tradicionalmente Brasil solía ser una de las primeras víctimas de estas recurrentes crisis financieras que en el pasado han golpeado la economía global.

Para muchos analistas, la gran pregunta hoy es si los logros económicos son suficientes para blindar esta vez al país y si el optimista discurso oficial está bien sustentado.

‘Una crisis como esta nos afectaría 10 años atrás, cuando no teníamos reservas y queríamos mantener los capitales externos para no tener desequilibrio en las cuentas’, dijo a periodistas el ministro de Hacienda, Guido Mantega.

Pero para los especialistas, Brasil no tiene cómo escapar de esa crisis, y la gran pregunta es cuál será el calibre de su impacto real.

La actual turbulencia se originó en la burbuja inmobiliaria del mercado secundario de hipotecas de alto riesgo de Estados Unidos.

Después de gestarse en forma de espiral se ha expandido esta semana en un mundo financiero globalizado, despertando nuevos temores al riesgo.

La insolvencia de millones de propietarios de viviendas en Estados Unidos ha restado atractivo a bonos que respaldan esos préstamos, y que están hoy en manos de cientos de miles de tenedores en fondos de inversión en todo el mundo.

En la lógica de los mercados globales se supone que ese cuadro baje el rendimiento pagado por los fondos a cientos de miles de accionistas, especialmente en Estados Unidos.

Cuando aumenta el temor al riesgo suele bajar el consumo y la demanda. Y cuando eso sucede pueden enfriarse la economía de Estados Unidos y con ella los grandes proveedores de productos manufacturados de consumo final, como China, o grandes exportadores de materias primas y bienes agrícolas y pecuarios como Brasil.

Los especialistas advierten que todavía no están claros los alcances de la situación y en los próximos días habrá de verse si éste podría ser el preámbulo del fin de un ciclo de crecimiento o apenas una turbulencia que habrá de quedar en el camino.

Entre jueves y viernes los bancos centrales de Europa, Japón y Estado Unidos han invertido unos 205.000 de millones de dólares en sus respectivos mercados financieros para tranquilizar los mercados, en un esfuerzo por evitar un colapso en el sistema de crédito.

Pero a pesar del intento, las bolsas de valores de Europa como las de Asia vivieron un viernes negro, al igual que la de Brasil, que tuvo una fuerte bajada por segundo día consecutivo.

Con sus palabras, Mantega también intentó transmitir calma a los mercados brasileños, afirmando que la crisis está circunscrita a los mercados de acciones.

Además esgrimió como argumento la fortaleza de la economía brasileña.’Nunca hubo una entrada de recursos extranjeros tan grande como en este año. Entonces, si disminuye un poco ese flujo, si salieran un poco de recursos, no se altera nada, no habría una dificultad mayor’, afirmó el ministro.

Hasta hoy, el ministro habla de la posibilidad de que Brasil alcance el ansiado ‘grado de inversión’ en el corto plazo, y de que la economía crezca por encima del 5 por ciento.

Lo cierto es que las reservas internacionales de Brasil se ubican en unos 158.444 millones de dólares, informó el Banco Central. Se trata de las más altas de la historia y por primera vez han superado el volumen equivalente de la deuda externa del país.

El gobierno de Lula acaba de revisar al alza sus metas de exportaciones de este año, para un total de 155.000 millones de dólares, con un crecimiento de 12,8 por ciento respecto a las de 2006 (137.000 millones).

Los analistas que operan en Brasil prevén un superávit comercial de unos 43.000 millones de dólares para el cierre de 2007, un poco por encima de los 40.000 millones de dólares previstos por el Banco Central, pero inferior al récord de 46.000 millones de dólares arrojado en 2006.

En esta semana, en los mercados mundiales han caído con fuerza las acciones de empresas mineras, junto con los precios del oro y de materias primas y productos básicos.

Para muchos analistas, esas bajadas son indicios de los temores futuros en medio de la incertidumbre.

Si la actual turbulencia financiera se convierte en una crisis crediticia en una economía cada vez más globalizada, el crecimiento del Producto Interno Bruto daría un frenazo no sólo en Estados Unidos.

Con él también se enfriará la demanda de los productos que exporta Brasil y que tanto han contribuido a fortalecer las cuentas externas.

Pero hasta ahora eso es sólo un escenario que habrá de definirse con más claridad en las próximas semanas.

Por lo pronto, el real brasileño, uno de los principales blancos en este tipo de situaciones, tiene un amplio colchón para amortiguar el golpe.

En los últimos tres años, la moneda brasileña acumula una valorización cercana al 40 por ciento, gracias justamente al boyante escenario internacional, a las exportaciones récord de Brasil y al copioso ingreso de divisas.

En los últimos tres días, la moneda ha retrocedido un acumulado cercano al 6 por ciento respecto al dólar, pero hasta ahora ese movimiento no ha despertado ningún miedo en los mercados locales.

A pesar de ese contratiempo, desde el 2 de enero pasado hasta hoy el real todavía acumula una apreciación de 8,9 por ciento frente al dólar.