Los cambios abruptos de humor que es capaz de provocar el presidente de la República Bolivariana de Venezuela algún día serán, con toda seguridad, tema de estudio de alguna rama de la ciencia que nacerá para tal fin, porque al parecer el conocimiento actual y su instrumental no están siendo capaces de explicarlo, más allá […]
Los cambios abruptos de humor que es capaz de provocar el presidente de la República Bolivariana de Venezuela algún día serán, con toda seguridad, tema de estudio de alguna rama de la ciencia que nacerá para tal fin, porque al parecer el conocimiento actual y su instrumental no están siendo capaces de explicarlo, más allá de las teorías de la conspiración que construye el propio Hugo Chávez y sus asesores cubanos y venezolanos: cosas extrañísimas como la amenaza de Estados Unidos, el malestar que provoca que impulse una integración alternativa que no sea más de lo mismo, arrejuntes para mejor congraciarse con Estados Unidos. A Chávez se le fustiga por el uso ‘inapropiado’, ‘oportunista’, ‘clientelar’ que hace de la chequera del petróleo. Lo dijo el mismísimo icono del bien-hacer las tareas, Ricardo Lagos quien, sin embargo, no ha rendido cuentas de por qué en su país la chequera del cobre no ha servido para aliviar la vergonzosa desigualdad, pero sí para armar a sus militares alentando la carrera armamentista a escala regional. Cosa que no disgusta, por cierto, a las armerías estadounidenses como parecerían mortificar las ínfulas del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad, que a diferencia de los indios no cuenta con el aval del mundo libre para desarrollar su industria nuclear, a pesar de que Irán es miembros de la AIEA mientras India, como Israel, se niega a ingresar en el mecanismo de control del uso militar de la energía nuclear.
Sin duda vivimos en un mundo curioso, porque los medios de desinformación masiva (probablemente el arma de destrucción de conciencias más eficaz creada por la especie humana) se afanan en seguir cada paso que da, y también los que no da, el presidente venezolano. Algunos exaltados piden en Perú que el gobierno de Alan García rompa relaciones con Venezuela, a pesar de que hasta el mexicano Felipe Calderón comienza a normalizar las relaciones de su país con Venezuela y Cuba. Otros (¿serán los mismos fraticidas?) dentro y fuera del APRA demandan la ruptura o al menos la revisión de las relaciones con Chile. Parecería que al gobierno de Alan García se le acabó el impulso que le obsequió Mario Vargas Llosa cuando invitó a perder el olfato. Oportunamente para las circunstancias actuales parecería que a Vargas Llosa se le habría olvidado en una de sus más recientes entregas de Piedra de toque lo que escribió en ‘El hablador’, ‘¿Otro País’ (1), probablemente la más locuaz oda a Alan escrita hasta la fecha que mejor podría llenar el insaciable ego del presidente peruano.
El caso de la solidaridad venezolano-cubana con unos viejos pobres con dificultades para ver es un botón de muestra de la esquizofrenia que afecta a una parte (la defectuosa clase media y las oligarquías) de la sociedad un país gobernado por un egocéntrico (2).
Otra muestra, más vulgar por cierto, es la aparición en Univisión de un video en el que uno de sus periodistas recuerda una entrevista con Hugo Chávez un día antes de las elecciones que lo llevaron a la presidencia en 1998 (3) en la que éste habría «prometido» entregar el poder cumplidos los cinco años, no nacionalizar ninguna empresa y no quitar de manos privadas los medios de comunicación. Suponiendo que no hay dolo en el video, tan extrañamente lanzado a la luz pública recientemente y no en las pasadas elecciones o en las innumerables ocasiones en que Chávez se ha sometido al escrutinio de su pueblo y de sus enemigos, no habría que perder de vista que la promesa central de Chávez a los venezolanos ha sido y es transformar su país para dotarlo de una democracia auténtica.
Los revolucionarios de la Sierra Maestra en un primer momento no pensaron en una revolución socialista y así lo afirmaron, posteriormente, es historia conocida, entre las burradas del yanqui (demócratas y republicanos por igual y por supuesto los «empresarios» de las corporaciones) y el avance del propio proceso, Fidel Castro declara al mundo que la cubana sería una revolución socialista y él mismo se declara marxista-leninista. Nada de lo que ha ocurrido hasta la fecha indica que se habría cometido un error. Si bien en un primer momento pudieron haber sido las urgencias de ese boicot artero llamado con delicadeza digna de mejores causas «embargo» las que orillaron a los revolucionarios cubanos a «correr a los brazos de los soviéticos», lo que ha acontecido en Cuba tras los cambio que tuvieron lugar en el llamado «socialismo real» y en Rusia, particularmente en la forma como superaron el periodo especial sobreponiéndose a las ataduras económicas que representaba la dependencia de los soviéticos y de la Comecom y la resistencia a los amagos de la mayor potencia mundial, a la que tienen a unas cuantas millas de sus fronteras, sólo pueden confirmar que la estrategia no fue errada.
Las declaraciones de Chávez antes de las elecciones, suponiendo que tuvieron lugar tal como lo muestra un video editado e incompleto que no tendría por qué ser en sí mismo confiable, ocurrieron antes de las innumerables maniobras de la derecha apoyada por Estados Unidos: el paro empresarial, el boicot sobre Pdvsa, el intento de golpe de Estado, las maniobras para llegar al referéndum revocatorio, todas ellas derrotadas limpia y transparentemente no con el uso de la fuerza, como lo hace Calderón en México, Uribe en Colombia o García en el Perú, e incluso Bachelet en Chile para poner «orden» entre estudiantes secundarios (no quisiera abusar citando la miseria de la Concertación puesta de manifiesto en la represión contra los mapuches).
El video sólo pinta la ralea tan baja y despreciable de la así llamada oposición a Chávez, dentro y fuera de Venezuela, que puede fingir falta de «data» cuando se trata de verdaderos crímenes, como los que comete la oligarquía yanqui, es decir sus ventrílocuos, no sólo en Irak. Video o no video, lo cierto es que las nacionalizaciones en Venezuela son indispensable para quebrar la espina dorsal de una oligarquía racista, déspota, arrogante (más por fatuidad que por otra cosa), corrupta y antinacional, que se festinó Venezuela a costa de millones de venezolanos, entregando sus riquezas a los amos del norte con el único propósito de pasarla bien ejerciendo su inalienable derecho al shopping en Miami. Si Chávez hubiera dicho que no lo haría, que bueno que rectificó en el camino, porque de lo contrario no tendría derecho a engañar a nadie prometiendo revoluciones ni cambios auténticos, que para ser tales tienen que ser profundos; no tendría autoridad moral para prometer justicia y equidad si al mismo tiempo va a consentir que la acumulación de unos pocos empobrezca a millones y mantenga al país en el subdesarrollo. Chávez sería un mentiroso si desde que entendió que para transformar nuestras sociedades doblegadas por poderes imperiales y por una casta de usurpadores de la riqueza nacional, era preciso apartar del poder a esos personajes, pretendiera como otros «izquierdistas» gobernar para que los que mantienen la ignominiosa situación pudieran seguir engrosando sus bolsillos y seguir campantes en la impunidad que gobiernos a modo les construyen y medios de «comunicación» deleznables pretenden legitimar. De esos, como los Lula, las Bachelet, los Tabaré, los Rodriguez Zapatero y un largo etcétera, está allanado el camino de nuestra dependencia.
Por qué no escandalizarse, mejor, con las medidas propuestas por el PSOE para consolidar la impunidad de la monarquía haciéndola intocable, poniéndola más allá del «estado de derecho» republicano; o con la campaña en pro del etanol del patético Lula, que ha optado por actuar como interpósita persona de los intereses energéticos estadounidenses. ¿Será eso, por ventura, dignidad? ¿Quién miente a su pueblo, entonces? ¿Son realmente republicanos los momios del PP y los quien-sabe-qué-serán-realmente del PSOE? Ambos por igual cabalgando en los icónicos Pactos de la Moncloa, salvaguarda de una monarquía heredera de tanta barbarie.
Notas:
1) Ver http://www.lanacion.com.ar/923582
2) Ver http://www.argenpress.info/nota.asp?num=046060&Parte=0
3) Ver «Las tres mentiras de Chávez», http://www.univision.com/content/video.jhtml?cid=1209353&channelName=Vid+eos