Tal vez aún es prematuro para hacer todas las lecturas que se derivan de los resultados electorales del pasado domingo. Pero habrá que ir haciéndolo, aunque sea poco a poco. De entrada, se ha ratificado el carácter democrático del presidente Hugo Chávez, quien reconoció el triunfo de los factores opositores y disidentes del chavismo contrarios […]
Tal vez aún es prematuro para hacer todas las lecturas que se derivan de los resultados electorales del pasado domingo. Pero habrá que ir haciéndolo, aunque sea poco a poco.
De entrada, se ha ratificado el carácter democrático del presidente Hugo Chávez, quien reconoció el triunfo de los factores opositores y disidentes del chavismo contrarios a su propuesta de reforma constitucional . Un resultado apretado, como ese, pero a favor de la propuesta presidencial, tal vez nos tendría hoy sumergidos en un cuadro de violencia, a pesar de la moderación que algunos sectores opositores han sabido cultivar en medio de los extremismos.
Diría que la oposición debe tirar a la basura, y de una vez por todas, el cuestionamiento irracional al sistema electoral venezolano, y entender, sin demora, que el camino de la participación democrática es más rendidor para ella que los atajos aventureros.
Gobierno y oposición deben leer estos resultados con el lente adecuado. Quienes respaldamos el proceso de cambios estamos obligados a unas cuantas reflexiones. Ya lo decía el presidente Chávez unos días antes, y adelantándose tal vez a una eventual derrota. Hay que determinar por qué razón buena parte del chavismo se abstuvo, sin desechar ningún elemento para el análisis. Por ejemplo, el modelo socialista que se le propuso a los venezolanos no lo tenemos del todo acabado, y buena parte del país mantiene importantes aprehensiones con respecto a este tema, porque, con razón o sin ella, asocia la propuesta socialista con la pérdida de libertades, la ausencia de democracia y la precariedad económica. ¿Será que aún no estamos preparados como sociedad para ir al socialismo? ¿O se trata de buscar otros caminos?
Tal vez se quiso imprimir una velocidad excesiva a los cambios planteados, y ello en medio de una feroz campaña para estigmatizar una reforma que generó muchas dudas dentro del chavismo, sobre todo en el bloque de propuestas formuladas por la Asamblea Nacional, y frente a temas tan sensibles, como por ejemplo la libertad de información en estados de excepción y el debido proceso.
Otro factor que no puede ser excluido del análisis es el innegable descontento de sectores populares frente a gobernadores, alcaldes y funcionarios de diverso rango que no han dado la debida atención a las necesidades de la gente, y que en no pocas oportunidades hacen gala de prepotencia e indolencia ante al reclamo del soberano. La propuesta de reforma pudo verse estrellada también frente a esta realidad concreta, porque, entre otras cosas, todavía impera con mucha fuerza una cultura clientelar.
Un factor adicional es que la mayoría de los venezolanos no quiere una confrontación que nos lleve a repetir peligrosos escenarios de violencia. Era previsible que la reforma, de ser aprobada, hubiese tenido severos problemas de aplicabilidad. El miedo jugó su papel.
En este referendo han salido derrotados los extremos, tanto en el chavismo como en la oposición. Se abre camino a un nuevo cuadro que hay que saber interpretar. Creo que el chavismo ha sufrido una derrota salvadora, porque se dispararon alarmas tempranas para detectar y corregir errores. Y en cuanto a los factores opositores, no crean que han conquistado la mayoría o que están cerca del poder. Han obtenido un triunfo innegable, pero están muy lejos de encantar a por lo menos tres millones de almas que se abstuvieron para no votar contra Chávez, cuyo liderazgo sigue siendo indiscutible, aunque él esté hoy obligado, como lo ha dicho a abrir espacios para la reflexión individual. Y también para la colectiva, le agregaría yo. Ha llegado para todos, de lado y lado, la hora de hacer política.