Mientras escala la violencia entre las comunidades religiosas de Iraq, surge una nueva fisura en el gobierno, ya bastante fragmentado, al parecer, sin remedio. Adnan Al Dulaimi, líder del bloque político sunita Frente del Acuerdo Iraquí en el parlamento, fue sometido a arresto domiciliario por fuerzas de seguridad nacionales y estadounidenses en el occidental barrio […]
Las fuerzas de seguridad iraquíes también detuvieron a su hijo, Makki, y a 45 de sus guardias, todos ellos acusados de manufacturar explosivos para instalar en automóviles bomba y de matar a miembros de una milicia sunita que opera con militares estadounidenses.
«Dos bombas fueron halladas en el área de la oficina de Dulaimi, prontas para ser detonadas, y creemos que iban a ser usadas contra la Fuerza Naciente en el barrio de Adil», dijo a IPS Kassim Ata, portavoz de la Fuerza de Ofensiva de Bagdad, que integra esa organización sunita.
«Los guardias de la oficina de Dulaimi testificaron contra los custodias de su casa, así que los arrestamos a todos, así como al hijo de Al Dulaimy, Makki», dijo Ata.
Abdul Karim al-Samarraie, del Frente del Acuerdo Iraquí, dijo a la prensa que este partido no regresaría al parlamento hasta que se dejara el arresto domiciliario sin efecto.
«Cuando me dirigía a reunirme con él, me lo impidieron por el arresto. Es una violación a los derechos de un parlamentario», declaró Al-Samarraie.
El Frente del Acuerdo Iraquí advirtió que la ofensiva contra este partido podría descarrilar el ya complicado proceso político en Iraq.
En una declaración emitida antes de retirarse del parlamento, sostuvo que «aumentará la tensión política en momentos en el que Bagdad está relativamente en paz».
«Al-Dulaimi es un terrorista, igual que otros sunitas que simularon participar en la política y en los esfuerzos pacíficos de reconciliación», dijo a IPS Haydar Kathum, seguidor del Supremo Consejo Islámico Iraquí (SIIC) –un grupo político y religioso chiita liderado por Abdul Aziz Al-Hakim–, en el área bagdadí de Karrada.
«Los sunitas son todos terroristas, pero impulsaron a algunos de sus líderes al parlamento para combatir el proyecto del nuevo Iraq desde adentro», agregó.
Acusaciones similares hacia miembros del grupo político sunita –que ocupa 44 de los 275 escaños parlamentarios– se oyeron todo el año, la mayoría procedentes de la Coalición Chiita que conduce el SIIC y el Partido Dawa, también chiita, liderado por el primer ministro Nouri Al-Maliki.
«Este hombre (Al-Dulaimi) debería ser responsabilizado por los actos terroristas que realizó sin ninguna consideración por las posibles consecuencias políticas», dijo a IPS Jalal Al-Sagheer, dirigente del SIIC en Bagdad.
Pero «lo que ocurrió en el barrio de Adil debe tratarse por fuera de la política», enfatizó Al-Sagheer, quien aplaudió la ruptura de sus antiguos aliados sunitas por no considerarlos ya necesarios.
Los partidarios de Dulaimy presentan la otra campana.
«El doctor Adnan Al-Dulaimi es un académico conocido en Iraq y en todo el mundo islámico», dijo a IPS su sobrino Laurance Al-Dulaimi. «Trabajó duramente por la paz en Iraq y se expuso a amenazas por parte de (la red terrorista) Al Qaeda, uniéndose a la actividad política», añadió.
«Es injusto que se le retribuya con acusaciones tan baratas por parte de esos funcionarios y políticos corruptos», opinó.
La resistencia iraquí muchas veces apuntó contra Dulaimi, pero no logró asesinarlo. El legislador ha insistido en mantener su casa y su oficina en el barrio sunita controlado por la resistencia en lugar de mudarse a la Zona Verde, donde estaría mejor protegido.
«El pobre anciano sacrificó su fe y su reputación por un escaño barato en el parlamento. Ahora lo arrojan a la basura, como un pañuelo descartable usado», dijo a IPS un combatiente de la resistencia iraquí que exigió reserva de su identidad.
«Siempre le dijimos que Dawa y la Coalición Chiita se librarían de él apenas dejara de ser necesario, pero escuchó más al bolsillo que a la voz de la razón», manifestó.
Maliki ordenó a la quinta brigada del ejército iraquí que custodiara la casa de Al-Dulaimy.
«Mi padre está detenido en nuestra casa y a mi hermano Makki lo están torturando para que dé información que sirva para condenar a mi padre», dijo a IPS uno de los varios hijos de Al-Dulaimi.
«La vida de mi padre está amenazada, igual que la de mi hermano y las de los otros guardias. Los del ejército nos odian y podrían hacer cualquier cosa. Responsabilizamos a Maliki y a los estadounidenses por cualquier cosa que pueda ocurrirle a nuestro padre», enfatizó.