Ignoraba que yo era un miope derrotista, así que agradezco el diagnóstico a la corajuda militante May Graterol, Directora General de los Servicios de Producción de Telesur, que además descubre que tengo reacciones semi histéricas (¡¡) por pedir la dimisión del equipo actual directivo de la cadena Telesur. Ignoraba que solicitar esa renuncia pudiera levantar […]
Ignoraba que yo era un miope derrotista, así que agradezco el diagnóstico a la corajuda militante May Graterol, Directora General de los Servicios de Producción de Telesur, que además descubre que tengo reacciones semi histéricas (¡¡) por pedir la dimisión del equipo actual directivo de la cadena Telesur. Ignoraba que solicitar esa renuncia pudiera levantar tanta ira, aunque devolviendo el análisis apresurado, podría afirmar que su respuesta encierra una alta dosis de semi paranoia.
Aclaro a la susodicha ejecutiva agresiva (es un guiño a un grupo español de los 80) que su respuesta a mi supuesto artículo sobre la cadena citada no lo es tal, por la sencilla razón de que jamás he escrito algo que pudiera llamarse así, sino que me limité a reseñar, tal vez de forma apresurada, tras el trIunfo del NO en el referendo del pasado 2 de diciembre, que el gobierno del comandante Chávez debería encarar en el 2008 ese pequeño golpe y el de la debacle de Telesur. Si la corajuda militante repasa mi reseña, verá que entonces escribí:
«En mi modesta opinión, la respuesta en el primero de los casos, hay que buscarla en la maniobra hábil y saducea, desarrollada ampliamente por todos esos medios de la oligarquía, (apoyados por otros como los que detenta el grupo español Prisa y la norteamericana CNN) desinformando a los ciudadanos sobre los contenidos de los artículos en cuestión y los beneficios que obtendría el pueblo venezolano si se aprobara el referéndum, además de todo tipo de ataques mediáticos, chantajes y pagos a estudiantes, amenazas y demás estrategias típicas del fascismo neoliberal imperante en EEUU y Europa«.
Si eso es derrotismo, que venga Cristo Redentor y lo vea. Para derrotar a la revolución bolivariana se bastan y sobran los ciegos militantes, eso si, con la ayuda inestimable de una productora neoliberal, enemiga acérrima de la revolución, como es Mediapro. Ese asunto revelado por este humilde miope, no es siquiera rozado en el proyecto de diatriba de la compañera Graterol, que se limita a exhibir los futuros logros y proyectos del canal, demostrando por otro lado una desbordante fantasía al escribir que «me imagina cómodamente sentado ante la computadora con una televisión detrás«. Premio a la vidente, porque es evidente que escribo en una laptó, y que estoy sentado en una silla en la habitación que ocupo en una casa de la ciudad de la Habana, donde trabajo y vivo intentando poner todo mi «desconocimiento y derrotismo» al servicio de esta ejemplar sociedad. El aparato de TV no lo tengo detrás, sino al lado de la computadora. Ignoraba que escribir sentado, cómodamente, fuera un delito.
Respecto a mis ocultos poderes de medición del share de audiencia, no voy a desvelar mis fuentes de información sobre el 5% que se le otorga al medio que nos ocupa, pero lo que más me sorprende es que la propia compañera Graterol no haya caído en que uno como la televisión, debe hacer un seguimiento de audiencia diario, sencillamente para saber su poder de penetración en el tejido social, sobre todo cuando combaten en medio de una selva privada, repleta de alimañas virtuales como son Globovisión y sus hermanos de leche.
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Como sería en extremo farragoso responder a esos futuros logros que apunta la compañera May, le respondo con dos caramelos a los que jamás ha contestado la directiva del Canal, y que firman algunos trabajadores de la propia Telesur, sobre quienes ha caído la ira y la soberbia de una ceguera militante que no puede solucionarse ni con la Operación Milagro. Aquí tiene esta primera joya:
Salvemos a Telesur
Por: Andrés Sallari, José Michelli, Karen Méndez, Pedro Hernández, Hernán Cano, Vladimir
Ante la situación interna por la que atraviesa el canal multiestatal Telesur, reproducimos una editorial difundida el pasado fin de semana, en la emisora YVKE Mundial, dentro del programa «La brújula mundial», que se emite todos los sábados de 9 a 11 de la mañana. Hoy, la apertura de La Brújula Mundial va a ser diferente a las habituales. Vamos a ocupar este espacio para hacer algunas reflexiones y comentarios que duelen, pero que esperamos sirvan para ejemplificar cuánto debemos luchar para alcanzar el socialismo que defendemos con nuestras ideas, convicción y compromiso. Que nos sirva también para acompañar y fortalecer esa pelea que está llevando adelante el presidente Chávez contra el burocratismo, la infiltración y los métodos despóticos en los organismos públicos. Por eso, y porque creemos que somos más los que interpretamos el desafío de poner fin al capitalismo en nuestros ámbitos de trabajo, en nuestros hogares, en nuestras relaciones cotidianas, es que hacemos públicos estos conceptos. Por eso vamos a hablar de Telesur, porque sabemos de las esperanzas que ha generado en los pueblos de América latina. Este comentario editorial va dirigido a todos los compañeros latinoamericanos que construyeron o soñaron un proyecto comunicacional inédito en la historia. El sueño se había concretado. Telesur comenzó a ser una referencia de la comunicación alternativa a la dominante y los ataques dirigidos contra esta emisora nos mostraban que se había elegido el camino correcto. Sin embargo, dos años después de la salida al aire nos vemos obligados a hablar de Telesur, aunque en este caso para hacerlo con un extraño sabor a frustración.
El sábado pasado, en este programa comentábamos la renuncia de uno de los trabajadores del canal, decisión impulsada por los atropellos que se cometieron contra muchos compañeros que dejaron su puesto de trabajo o fueron sencillamente despedidos por no compartir con una metodología laboral e ideológica que conducía a transformar al canal en una cáscara vacía. Días más tarde, quien les habla, respaldó las razones que motivaron la renuncia de este compañero, a través de un escrito a la máxima autoridad del canal. En el mismo se exponían de manera cruda y abierta muchos cuestionamientos generales y particulares sobre cuestiones internas del canal. Como resultado, fui inmediatamente despedido con el pretexto de haber cometido una falta grave de respeto. Considero a este argumento insostenible, sin una aceptación institucional previa, de todos los atropellos reiterados que, como ya mencioné, han provocado la pérdida de valiosísimos y numerosos compañeros de trabajo, durante el transcurso de la existencia de Telesur. Un día más tarde de concretado mi despido, un conjunto de compañeros de Telesur decidió hacer lo que nunca se había hecho en este canal: juntarse en un espacio abierto ubicado en el interior del edificio para llevar a cabo una asamblea en donde se discutieran y se conocieran las problemáticas de los trabajadores. Las autoridades del canal establecieron un severo control sobre esta asamblea, plagándola de personal de seguridad dedicados incluso, a tomar nota de los reclamos que hicieran quienes participaron del encuentro. Es uno de los últimos ejemplos de la intolerancia patronal que remite a una sociedad que el socialismo del siglo XXI quiere y debe enterrar para siempre.
Mientras el presidente Chávez fomenta la creación de consejos obreros en las empresas, la realidad de Telesur es que ni siquiera se puede participar de una asamblea sin sufrir las consecuencias de la persecución. Este no es el socialismo que queremos. Al día siguiente uno de los convocantes a la asamblea fue presionado por su jefe de área para que presente su renuncia, y ante la negativa de aceptar esta presión, fue despedido.
Quienes creemos necesarias las transformaciones impulsadas por el líder de esta revolución, pensamos que la prédica de un discurso no puede estar separada de la práctica. Entendemos que las máximas autoridades de Telesur estarán temerosas ante la posibilidad de que palabras como estas se propaguen. Están temerosos porque no han sido consecuentes entre lo que predican y lo que practican.
Probablemente intenten acusarnos con distintos argumentos, ya sabemos que hay una campaña de desprestigio en contra nuestra dentro del canal, conocemos sus métodos y particularmente los he denunciado oportunamente mientras formé parte de la empresa. Cuando alguien se va o es expulsado de la institución, automáticamente comienza a desplegarse sobre el damnificado una campaña de calumnias con el fin de desprestigiarlo o desprestigiarla. Es una verdadera lástima que con ejemplos de dignidad tan grandes y tan cercanos, como pueden ser los casos de Hugo Chávez o Fidel Castro, estos compañeros hayan preferido utilizar como política institucional al miente y miente que algo quedará de Josep Goebels.
Pueden acusarnos de muchas cosas, lo que no podrán, es decir que mentimos, o rebatir nuestros argumentos sin caer ellos mismos en la mentira. No enarbolamos banderas de santidad, ni de purismos ideológicos o políticos absolutos que no existen, pero tampoco creemos que Telesur pueda avanzar si se mantienen en sus puestos de responsabilidad personas que no sienten, sintieron ni sentirán la necesidad de un cambio, sin revolucionarios pues. Decenas de trabajadores de Telesur han abandonado ese proyecto por sentirse decepcionados, disconformes con el trato recibido, o espantados por el clima de trabajo. Otros han sido expulsados sin justificación, maltratados y denigrados profesionalmente. Las pruebas están a disposición de quien las solicite. Y mientras priven estas condiciones laborales difícilmente podamos sostener que estamos impulsando un proyecto consecuente con los valores del socialismo del siglo XXI.
Esto sin entrar en la discusión de la política editorial, un tema que da mucha tela para cortar. Actualmente en Telesur, casi la totalidad de los jefes de redacción provienen de la Agencia Francesa de Prensa, creemos que Telesur fue creado para romper con los discursos de estos tipos de órganos rectores de la comunicación mundial, no para reproducirlos literalmente como lamentablemente ocurre. Estas palabras no están motivadas por ánimos revanchistas ni enconos personales. Durante mucho tiempo hemos callado por entender que un proyecto político comunicacional como Telesur, estaba por encima de diferencias personales, aún mediando el ejercicio sistemático de la injusticia y la arbitrariedad. Y hoy decimos basta. Salvemos a Telesur, me atrevo a arriesgar que este es un pedido al que se suman muchos de nuestros compañeros que hoy trabajan en la emisora.
Como seguimos creyendo que ese proyecto político comunicacional está por encima de los individuos que podamos haber pasado por allí, y por encima de quienes tienen la alta responsabilidad de dirigir su política, y vemos que ese proyecto comunicacional se ha separado de los principios para lo que fue creado, cumplimos con la obligación de denunciarlo, pues esta es parte de nuestra función como periodistas y como ex integrantes del canal.
Creemos particularmente que la búsqueda de las formas que nos ayuden a construir la nueva sociedad por la que decimos luchar, tiene que tener su correlato entre el discurso y la acción.
No se trata de ser más o menos revolucionario, se trata de mantener una mínima coherencia sin la cual no es posible construir ninguna verdad. Esta nueva organización social que hemos venido a denominar como el socialismo del siglo XXI, deber estar basada fundamentalmente en valores humanistas, como lo expresa de manera permanente el presidente. Dentro de nuestras posibilidades, con la mayor humildad posible, y sin caer en falsas modestias, son estos valores humanistas los que intentamos transmitir todos los sábados desde esta mesa, y desde el lugar en donde me toque estar. Estoy seguro de que aquí todos compartimos estos mismos valores, pues así me lo hacen sentir cada sábado, y estoy convencido también de que así lo sienten la mayoría de quienes eligen compartir este espacio con nosotros. Tal vez convenga lanzar una nueva invitación a las autoridades del canal, no despidan a sus trabajadores de manera injustificada, no persigan a los trabajadores que deciden reunirse en asamblea a tratar los problemas de la empresa. No insistan en aplicar el terrorismo institucional para buscar la salida a la crisis que han desatado, despedir de manera arbitraria a 10 nuevos compañeros, a 20, o a 5, no solucionará nada. Deberían pensar una alternativa más sensata para con los tiempos que estamos viviendo, busquen una alternativa más socialista, más humana. Demuestren que estamos equivocados, no con discursos vacíos, sino con argumentos verdaderos, y sobre todo con hechos, con el ejemplo.
Ellos no son ciegos, pero son militantes y combaten por la ilusión. Y, por si no le basta, compañera Graterol, aquí tiene un segundo escrito, tampoco desmentido ni aclarado desde esa cadena.
Tropelías en Telesur
Siempre he dicho que tener doble moral equivale a no tener ninguna. ¿Será ese el caso de quienes dirigen Telesur? Es probable, sobre todo a la luz de informaciones que he recibido de parte de trabajadores de ese canal y que evidencian la grave situación de indefensión en que se encuentran ante arbitrariedades patronales que son el pan nuestro de cada día. Amparadas en la sincera identificación del personal con el proyecto televisivo original, las autoridades de Telesur han impuesto una particular ley de la selva: cero crítica o disidencia interna, cero reclamos laborales, cero acatamiento a la legislación laboral y a los mandatos de las autoridades del Trabajo. En la mayoría de los casos, los trabajadores que han sido víctimas de tropelías en Telesur prefieren guardar silencio para no prestarse al juego político de los enemigos del canal y también evitar ser acusados de traidores al proyecto. Pero todo tiene un límite y éste parece haber llegado. La periodista Carolina Briceño fue despedida hace varios meses cuando se encontraba de reposo médico y sólo le faltaba un día para iniciar sus vacaciones. El 30 de mayo, la Inspectoría del Trabajo ordenó su reenganche y el pago de sus salarios caídos, decisión frente a la cual el presidente de Telesur, Andrés Izarra, y demás directivos se han declarado en rebeldía. Carolina, quien lleva largo tiempo sin percibir salarios y debe cinco meses de apartamento y condominio, ha recurrido a todas las vías legales y apelado a la conciencia de quienes gerencian el canal, pero lo que ha recibido son amenazas de ser demandada si continúa pidiendo justicia. A comienzos de año, el periodista José Francisco Michelli, entonces corresponsal de Telesur en Caracas, fue despedido «por indisciplina». Su delito había sido pedirle respetuosamente a Izarra que le aumentasen el salario. El 6 de julio, un grupo de ex trabajadores compuesto por Andrés Sallari, José Michelli, Karen Méndez, Pedro Hernández, Hernán Cano y Vladimir Sosa, suscribió un manifiesto bajo el título «Salvemos a Telesur». Allí comentan la renuncia de uno de los trabajadores producto de los atropellos cometidos contra muchos de sus compañeros que renunciaron o fueron despedidos «por no compartir una metodología laboral e ideológica que conducía a transformar el canal en una cáscara vacía». Cuentan que al día siguiente de otro arbitrario despido, un conjunto de trabajadores decidió hacer lo que nunca se había hecho: una asamblea para discutir la problemática laboral de Telesur. Las autoridades plagaron la reunión de personal de seguridad para espiar y amedrentar a los participantes. Al otro día, uno de los convocantes fue presionado para que presentara la renuncia y ante su negativa fue despedido.
«Este -dicen- es un ejemplo de la intolerancia patronal que el Socialismo del Siglo XXI debe enterrar para siempre. Mientras el presidente Chávez fomenta la creación de los consejos obreros en las empresas, la realidad de Telesur es que ni siquiera se puede participar de una asamblea sin sufrir las consecuencias de la persecución. Este no es el socialismo que queremos».. Lanzan una invitación a las autoridades del canal: «No despidan a sus trabajadores de manera injustificada, no persigan a quienes deciden reunirse en asamblea a tratar los problemas de la empresa. No insistan en aplicar el terrorismo institucional para buscar salida a la crisis que ustedes han desatado». Aseguran que cuando alguien se va o es expulsado del canal pasa a ser víctima de la calumnia. Por eso advierten: «Pueden acusarnos de muchas cosas, lo que no podrán es decir que mentimos o rebatir nuestros argumentos sin caer ellos mismos en la mentira».
¿Podría responder a estos datos, compañera Graterol? Michel Collon se pregunta hoy en un excelente análisis sobre los resultados del referendo y la formidable salud de la democracia bolivariana, mil veces más atlética y fuerte que cualquiera de la vieja Europa, lo siguiente:
9. ¿Han encontrado los medios de comunicación de la revolución el estilo correcto frente al lavado de cerebro de los medios de la elite y del Imperio? Muchos chavistas creen que no.
Compañera May, reconociendo una cierta precipitación en mi solicitud de inmediata dimisión del equipo directivo de esa cadena, le pido humildemente que explique, si puede y le permite su ciego triunfalismo, todas las preguntas que se desprenden de las cartas firmadas por ilusionados periodistas y profesionales que se toparon con el látigo y el castigo en lugar de la palabra y el razonamiento, virtudes inherentes, digo yo desde mi miopía derrotista, a una persona a la que, a buen seguro, se confiesa de izquierdas, revolucionaria y bolivariana.
Ah, en el Canal Educativo 2 de Cubavisión, se emite de lunes a viernes un espacio de 50 minutos de duración, titulado «Lo mejor de Telesur», en el que inevitablemente se programan noticias ya emitidas por los servicios informativos de la cadena pública venezolana. De esos minutos, 20 son de fútbol. ¿Es eso lo mejor de Telesur o debo desconfiar del título?