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El golpe militar de 2002, los mentirosos del Internet y el Titanic revolucionario

Fuentes: Rebelión

1. Los mentirosos del Internet El 13 de diciembre, 2007, un tal Alberto Cruz publicó en el portal rebelion.org un panfleto en el cual divulga la mentira de que Heinz Dieterich, «durante el mes de julio de 2002 en México DF, tuvo el atrevimiento de pedir la renuncia de Hugo Chávez de la presidencia». No suelo […]

1. Los mentirosos del Internet

El 13 de diciembre, 2007, un tal Alberto Cruz publicó en el portal rebelion.org un panfleto en el cual divulga la mentira de que Heinz Dieterich, «durante el mes de julio de 2002 en México DF, tuvo el atrevimiento de pedir la renuncia de Hugo Chávez de la presidencia».

No suelo contestar las mentiras que en el Internet se publican constantemente sobre el Socialismo del Siglo XXI o mi persona. Sería pérdida de tiempo, porque en la fauna de la selva digital ha aparecido una especie que carece de una propiedad clave del homo sapiens: la ética. Sus especimenes, que muchas veces se reivindican de «izquierda», inventan, mienten, tergiversan sin el menor escrúpulo. De hecho, con frecuencia escriben con menor escrúpulo que la prensa burguesa.

Sería fácil demostrar que alrededor del 90% de estos textos se basan en vulgares mentiras o distorsiones, hecho por el cual recomiendo a los lectores acudir a mis textos originales en el Internet, cuando tengan dudas al respecto. En este artículo, me limito a des-cubrir el embuste y la falta de ética de Cruz y me refiero brevemente —por estar vinculado al contexto del embuste— a algunos esfuerzos míos, de prevenir el golpe militar del 11 de abril, 2002. Comienzo con el tema del previsible golpe militar del 11 de abril.

2. Rumbo al golpe, el Titanic va

En diciembre del 2001, algunas organizaciones bolivarianas que después confluirían en el Bloque Regional de Poder Popular (BRPP), me invitaron a un seminario sobre la situación en Venezuela, en el estado Lara. Ante unos 150 participantes de todo el país planteé la siguiente hipótesis: si graficábamos la correlación de fuerzas en el proceso bolivariano desde 1999, basándonos en una serie de indicadores empíricos, había una línea descendiente (el poder del gobierno) y una ascendente (el poder de la oposición). «Cuando se cruzan las dos tendencias de evolución, habrá un golpe militar», decía y le pedí a los compañer@s fijar el tiempo en que se cruzarían las dos líneas. Alrededor del 25% opinaba que iba a ser en los primeros meses del 2002.

3. Encuentro en la Vice-Presidencia: la tripulación no ve ningún iceberg

Los debates con los compañeros chavistas reforzaron mi convicción de que mi hipótesis central sobre el golpe militar era veridica. Para corroborarla más, la discutí con tres altos oficiales de las Fuerzas Armadas (Fuerza Aérea, Ejército, inteligencia militar) y todos coincidieron en que la hipótesis era correcta. Un general pensaba, inclusive, que se iba a dar antes de abril.

Ante mi creciente preocupación por el futuro del proceso, se organizó una reunión de trabajo con la Vice-Presidenta Adina Bastidas y su equipo, a finales de diciembre. Expuse ante el grupo mi hipótesis y su fundamentación empírica e histórica. Recordemos que la fecha original del golpe era febrero del 2002, es decir que el debate tuvo lugar apenas seis semanas antes de la fatídica fecha.

Desafortunadamente, la reacción vicepresidencial fue de incredulidad, basada en la convicción de que Washington estaría en contra de un golpe de Estado; una idea sorprendente a la luz de la Doctrina Monroe, del Corolario de Roosevelt y de doscientos años de amargas experiencias con el imperio. Más sorprendente aún, considerando el hecho de que la funcionaria había trabajado largos años en la capital estadounidense, en Washington, D.C.

4. Encuentro en la Presidencia: el capitán confía en la tripulación

Viendo el Titanic navegar hacia el iceberg, y desesperado por la noción, de que no parecía haber manera de cambiar su rumbo, hablé con el Presidente y le expuse mi convicción de que se estaba gestando un golpe militar. Sin embargo, la confianza en sus camaradas de armas, fuesen ex alumnos suyos, camaradas de la misma generación o amigos personales, fue tan grande que no compartió la hipótesis de la conspiración cívico-militar. Quedamos, finalmente, en que le enviara el análisis por escrito.

Al recibirse el análisis en Miraflores, me llamó el secretario privado del Presidente y preguntó en qué fuentes se basaba el análisis. Se las expliqué y me dijo que el Presidente me iba a llamar. Por algún motivo, esa llamada nunca se produjo. Cuatro meses después el Titanic chocó con el iceberg que tan tempranamente había aparecido en los radares. Se realizó el golpe. Por los factores expuestos en otro análisis, la asonada fracasa y los cinco mil cuadros del bolivarianismo, cuyos nombres, según un ex Director de la DISIP (Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención), se encontraron en las listas negras de las futuras víctimas de la reacción, sobreviven al termidor planeado.

5. La selva digital y su fauna anti-ética

Alberto Cruz, que en el texto «La incontinencia de Dieterich y la autocrítica», aparece como «periodista, politólogo y escritor especializado en Relaciones Internacionales», del CEPRID, una organización española que pretende «promover la discusión democrática» y la «educación pública», escribe:

«No es la primera vez que Dieterich mantiene opiniones conflictivas ni alineamientos cuestionables. Tampoco sería la primera vez que se equivoca de medio a medio. Por ejemplo, durante un encuentro internacional de solidaridad con Colombia que se celebró durante el mes de julio de 2002 en México DF, tuvo el atrevimiento de pedir la renuncia de Hugo Chávez de la presidencia para reorganizar sus fuerzas tanto a nivel popular como dentro del Ejército. Y lo hizo en un momento clave: había fracasado el golpe de Estado de abril y unos cuantos intelectuales, como él, no daban un céntimo por el futuro de Chávez en la presidencia ni del proceso en marcha. Los delegados venezolanos que participaban en ese evento pidieron la palabra para rebatir los argumentos de Dieterich, argumentaron que estaba equivocado de todo punto de vista, que el pueblo estaba organizado y consciente y que su postura había sido claramente derrotista. El tiempo les dio la razón a los delegados venezolanos y se la quitó a Dieterich.» (Subrayado mío.)

Es un cuento bonito que Cruz se inventa, pero lamentablemente no tiene nada que ver con la realidad. El «II Encuentro Internacional por la Paz y la Solidaridad con la lucha del pueblo colombiano, Ciudad de México», no se celebró durante «el mes de julio de 2002», sino el 11 de marzo del 2002, es decir, un mes antes del golpe de Estado en Venezuela. Por lo tanto, todo el sainete de Cruz sobre el «momento clave» y de no dar «un céntimo por el futuro de Chávez», no tiene ni pies ni cabeza.

La segunda mentira, tan descabellada como la primera, es que yo haya pedido alguna vez la renuncia del Presidente Chávez. Y no sorprende, que esas mentiras van acompañadas de las falacias habituales, como cuando afirma que el «socialismo del siglo XXI» es, «por el momento bastante vacía de contenido».

Felicito, sin embargo, al autor por el epígrafe que escogió: «Un hombre es sabio mientras busca la sabiduría; si llega a creer que la ha encontrado, se convierte en idiota». No podría estar más de acuerdo con el «periodista, politólogo y escritor especializado en Relaciones Internacionales», Alberto Cruz, del CEPRID. Bendita la institución que tiene analistas de su talla.

6. La sección venezolana del Café Turco digital

Cruz tiene, lastimosamente, muchos colegas en esa Cofradía Cibernaútica de las Narices Largas que podríamos llamar CNN-L. Entre ellos, el Señor Julio Mosquera quién asegura en aporrea y rebelion, que Heinz Dieterich es «uno de los principales asesores» del General Baduel. «Me atrevo a afirmar que detrás del discurso de Baduel está la mano de Dieterich». Descanse en paz, Señor Mosquera y siga torturando al ciberespacio con los buenos oficios del Café Turco: me enteré del discurso del General Baduel por el «No», en el momento en que lo pronunció; cuando un amigo revolucionario de Venezuela me comunicó el hecho.

Otro ejemplo es la columna «Un grano de maíz» en el diario bolivariano «Vea», que usa los habituales mecanismos e inescrupulosidades de la cofradía. La firma el Señor «Antonio Aponte», un pseudónimo que —violando la Constitución Bolivariana— protege a un personaje favorecido por petrodólares y las nostalgias juveniles de un gobernador petrolero. Señor «Aponte», ¿no cree que el pueblo bolivariano se merece ser tratado con honestidad, en lugar de anonimatos y mentiras? 

7. ¿Qué hacer cuando el Titanic no cambia el rumbo?

Los movimientos y partidos políticos emulan el proceso de involución democrática del cristianismo cuando se conviertan en poder del Estado. La democracia ética y participativa de las primeras comunidades cristianas (Ekklesía) acabó en la dictadura del máximo líder, el pontifex maximus (Papa), que es infalible interpretando la realidad (ex catedra). El poder estatal se encarga de imponer el nuevo evangelio por la fuerza y la Comunidad de los Iguales regresa al status de la manada que sigue al animal alpha: hasta que termine en el abismo o despierte.

Esta es la dialéctica de confianza y control, de verdad y lealtad, de líderes y masas y de la necesaria unión versus la necesaria claridad, de los movimientos revolucionarios. En la actual revolución nacionalista-desarrollista de Venezuela y Bolivia, es la obligación de las masas y movimientos revolucionarios de monitorear sus propios radares para detectar los iceberg de la oligarquía y evitar que la tripulación haga naufragar al barco, con todos a bordo.

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Artículo relacionado:

La incontinencia de Dieterich y la autocrítica

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=60388