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A propósito del caso Antonini

Cuando la corrupción se utiliza como recurso de poder

Fuentes: Clarín

La introducción de dinero ilícito o de dudoso origen en el financiamiento de campañas electorales y propaganda política es una práctica reiterada en los países centrales. En política la corrupción es uno de los problemas más graves y de raíces más profundas. A medida que la información ha aumentado con zancos geométricos en las pasadas […]

La introducción de dinero ilícito o de dudoso origen en el financiamiento de campañas electorales y propaganda política es una práctica reiterada en los países centrales. En política la corrupción es uno de los problemas más graves y de raíces más profundas. A medida que la información ha aumentado con zancos geométricos en las pasadas décadas, el fenómeno ha captado la atención y motivado la reacción adversa de las más diversas opiniones públicas. La gente no se equivoca y con su reclamo contra el dinero negro en el mundo de la política valida el aserto de la más elemental teoría de la corrupción; el costo de esa actividad nunca es pagado por quienes la ejercen; es trasladado a las sociedades.

Dinero deslizado por izquierda es dinero cargado al costo de uno o más productos o restado a procesos de modernización y desarrollo y, en el caso de los estados, es sustraído a obras públicas, salud, educación, etcétera. Pero ni los expertos en la cuestión que están convencidos de que las prácticas corruptas pueden ser derrotadas, creen que el objetivo vaya a ser alcanzado en breve. Hay en esto un doble corolario de hierro: la corrupción es una de las facetas de toda cultura humana y como tal perdurará más de lo que nos gustaría admitir. Una de las demandas de la lucha contra la corrupción es entender sus mecanismos e identificar cuándo un soborno es efectivamente el meollo de la corrupción. Frecuentemente no lo es.

Veamos el rol de algunos supuestos adalides de la lucha contra la corrupción. Transparencia Internacional (TI) -ONG fundada en 1993- elabora anualmente una nómina de países según la «percepción» de corrupción. Esta recibe cada vez una salva de aprobación de los medios de comunicación sin considerar que el trabajo ni remotamente mide la corrupción efectiva. Las fuentes de la nómina son los empresarios y esto reduce casi a una sonrisa el esfuerzo de TI. Su metodología equivale, sin exagerar, a preguntar a los chicos que visitan un zoológico y dan galletas a los animales, si creen que alguna especie come en exceso.

Lo de TI se ha vuelto un sistema que pasa por alto a los generadores de la corrupción en el proceso económico y que sirve muchas veces para hostigar mediática y políticamente a los países con menos poder (que pueden, sí, ser muy corruptos pero que tienen menos capacidad para esconderlo). En esto la idea de la verdad es como la definía Nietzche: tiene poco que ver con la verdad misma y es más un atributo del poder. Parte del vademécum sobre la corrupción asegura que son los países rezagados en el desarrollo los que muestran invariables índices elevados de corrupción. Esto no siempre es verdad y conviene analizar algunos hechos de corrupción ocurridos en los países centrales para probarlo. Obviamente esto es interesante en un momento en que se debate la afirmación del FBI estadounidense sobre una maleta llegada a Buenos Aires hace unos meses con 800.000 dólares desde la Venezuela del discutido Hugo Chávez con destino a la campaña electoral de un candidato argentino que no identificó.

Hay interpretaciones que van desde la de Washington -todo fue parte de un proceso judicial independiente-, hasta la que esgrimió la Casa Rosada -se trata de un operativo de inteligencia «basura»- pasando por las que lo atribuyen al interés de Estados Unidos de «marcarle la cancha» al nuevo Gobierno argentino que ha anticipado que seguirá manteniendo sus intactos vínculos con Chávez. Y seguirá considerando -y oponiéndose- a un mundo en el que el poder es, como hoy, casi unipolar. La Justicia -aquí o en Miami- dirimirá finalmente de qué se trató todo, pero conviene poner en perspectiva cuál es la situación del lugar que emitió la imputación. ¿Cuántos saben que la candidata presidencial demócrata debió devolver en la segunda mitad de este año 850.000 dólares recibidos de un oscuro recaudador de fondos de su partido, Norman Hsu, que luego confesó haber estafado al menos 60 millones de dólares a lo largo de cuatro años y de haber presionado a sus clientes para que donaran a la campaña demócrata? Hsu aguarda ahora juicio, pero nadie más fue imputado en la causa.

En los años de Bill Clinton en el poder este fue criticado por emplear la Casa Blanca para recaudar fondos políticos -suerte de vistas caras con Presidente incluido- y hasta fotografiado junto a un sonriente donante oriental sospechado de ser un importante narcotraficante. De George W. Bush habrá que esperar a que su alejamiento del poder levante la neblina que cubre el manejo de dinero del partido Republicano durante su época. Pero ya está la lista de «los sospechosos de siempre», notoriamente empresas como Halliburton, las grandes petroleras y muchos otros conglomerados amigos que contribuyeron dinero a su suerte y recibieron a cambio grandes negocios. Entre 2003 (año de la invasión) y 2006 -asegura un estudio- hubo 1.800 millones de dólares faltantes de las arcas de Irak. Uno de sus asesores más cercanos, Jack Abramoff se fue de su equipo abrumado por las acusaciones de corrupción.

El problema es que nadie toca el corazón de los costos crecientes de las campañas políticas y nadie lo hará porque estas son fuente de buenas ganancias para los medios de comunicación, los estudios de asesores y otras yerbas. Además con el derecho de exposición limitado por su costo, las elites tienen menos pesadillas con candidatos que cuestionen el orden de las cosas. ¿Cuál es la autoridad de un Departamento de Justicia -el de Washington- cuyos ministros escriben memos justificando la tortura de prisioneros y reemplazan a decenas de fiscales porque no se atienen a la línea ideológica de Bush? Nada de esto atenúa el problema de la corrupción, pero ayuda a ponerlo en perspectiva.   Venezuela elogió la réplica de la Presidenta: «Fue muy digna»   Expresó «admiración» por la respuesta de la Presidenta, que habló de «operación basura». La cancillería de Venezuela calificó de «delincuencial» el proceso contra tres venezolanos en los Estados Unidos y manifestó su «admiración por la respuesta transparente y digna de la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner» ante a las derivaciones del caso Antonini Wilson. El gobierno venezolano expresó en un comunicado difundido ayer que «ya comienza a comprobarse la participación vulgar y descarada de agentes policiales y judiciales estadounidenses» en el proceso.

«Al analizar las declaraciones de los agentes policiales y judiciales del imperio, y compararlas con las de funcionarios y legisladores afectos al actual gobierno norteamericano, queda en evidencia cómo se intenta articular una desesperada acción político-judicial para frenar el avance de nuevos liderazgos soberanos, independientes y dignos en América Latina y el Caribe» , dice el comunicado. La Cancillería venezolana consideró que el proceso solo busca «enlodar a dirigentes legítimos y a instituciones democráticas de nuestros países». Un fiscal de Miami dijo el miércoles que el dinero estaba destinado a la campaña de la entonces candidata presidencial. El jueves, en un mensaje desde la Casa Rosada, la presidenta Cristina Kirchner consideró la investigación como un intento de manipularla.

«De una vez por todas, que de este mundo global pueda erradicar la basura de las relaciones internacionales», pidió Cristina. Sin aludir a EE.UU., dijo que «con personajes que parecen salidos de películas americanas y en los que uno nunca sabe cuánto es verdad y cuánto es mentira, pero que con las operaciones basura uno puede dar cuenta de cómo algunos conciben a la política internacional y qué tipos de relaciones quieren con los países. Más que países amigos quieren países empleados». «Esta presidenta puede ser mujer, pero no se va a dejar presionar. Voy a seguir afirmando nuestra relación de amistad con todos los países latinoamericanos, también con la República Bolivariana de Venezuela». Venezuela instó a la opinión pública y a los líderes de la región a «enfrentar con decisión y firmeza esta absurda conspiración».