La construcción de una alternativa de desarrollo, ha sido la meta del proceso revolucionario bolivariano, la velocidad que se imprimió a los cambios, con grandes logros, pero no exenta de errores, sufrió un sacudón con la derrota del referéndum, por un escaso margen. La necesidad de una profunda reflexión, ha sido asumida por el gobierno […]
La construcción de una alternativa de desarrollo, ha sido la meta del proceso revolucionario bolivariano, la velocidad que se imprimió a los cambios, con grandes logros, pero no exenta de errores, sufrió un sacudón con la derrota del referéndum, por un escaso margen. La necesidad de una profunda reflexión, ha sido asumida por el gobierno del presidente Hugo Chávez, la rectificación de los errores, el incumplimiento de muchos objetivos trazados, en el área política, social, seguridad, salud, abastecimiento y educación, surgen como las tareas urgentes, impostergables en la nueva etapa revolucionaria.
No se puede avanzar en nuevas conquistas, sin avanzar en la concreción de los objetivos trazados, en los primeros 9 años de gobierno, muchas iniciativas y propuestas del mandatario venezolano, quedaron entrampadas en una burocracia ineficiente, en la desidia de algunos funcionarios. Se ha logrado crecer en planes sociales, en iniciativas de salud para los barrios pobres, se ha logrado alfabetizar a millones de venezolanos, los salarios se ajustan cada año, se han conformado cooperativas, empresas sociales, la seguridad social y las jubilaciones, se han ajustado a los salarios vigentes cada año.
Muchos de estos logros sociales, son desdibujados por la inseguridad personal, por la falta de mantenimientos viales, por la ineficacia y lentitud de la administración pública, como el grave problema de la vivienda (una herencia fatídica de gobiernos anteriores). Todas estas dificultades son la agenda de trabajo del presidente Chávez y su equipo de Ministros, como el mismo mandatario ha venido insistiendo, en cada uno de sus alocuciones, donde exige asumir los cambios, fortalecer las transformaciones necesarias para la sociedad venezolana.
Esta nueva etapa debe contar con un intenso control de la Contraloría y fiscalía de la República, como la contraloría social.
La creación de mecanismos de control esbozados por el gobierno, entre las distintas entidades gubernamentales, deben cumplir un verdadero papel, en el cumplimiento y el funcionamiento, de los ministerios, en las gobernaciones y alcaldías, en el plan de seguridad, servicios, abastecimiento y servicios sociales trazados para la nueva etapa.
La nueva coyuntura exige un viraje de timón, la necesidad de corregir los errores, sería imposible sin controles, en ese proceso la seguridad social, juega un papel fundamental, son los ciudadanos bolivarianos organizados, los que viven en todas las regiones y barrios del país, además lo que sufren las consecuencias de la ineficiencia pública.
Para que esta contraloría social cumpla sus funciones, debe crearse un mecanismo administrativo, donde sus denuncias y sus criterios, sean evaluados y se busquen soluciones reales. No un mecanismo burocrático, donde duerman o se archiven las inquietudes de la sociedad, se debe agilizar estas demandas, para así poder avanzar en la construcción, de la nueva sociedad bolivariana.
Los altos niveles de inseguridad personal y la corrupción son graves flagelos que exigen una salida urgente.
La necesidad de enfrentar con urgencia la violencia y la corrupción, es una de las tareas del ejecutivo nacional, el crecimiento de la delincuencia, el alto nivel de secuestros, han sido una pandemia social, las iniciativas de creación de una policía nacional, como la coordinación con otros cuerpos de seguridad, deben apuntar a un plan integral. Se debe crear una acción policial preventiva, apoyada en las comunidades, son las que conviven con los delincuentes, y sufren las consecuencias de sus acciones delictivas, como una acción permanente de combate a las bandas y mafias, que azotan a la sociedad en su conjunto.
La corrupción en un mal endémico de todas las sociedades humanas, ha coexistido desde el inicio de las primeras sociedades organizadas de la historia, se enquista en cada área de la sociedad, sobrevive en la conducta de los funcionarios inescrupulosos, como en comerciantes ávidos en ganancias o «negocios» fáciles. El proceso bolivariano no esta exento de este mal, se reproduce en la instituciones, se esconde a la luz pública en una maraña burocrática, donde el amiguismo y el ventajismo abre la puertas, a la corrupción como forma de enriquecimiento ilícito.
Aún quedan presentes los conceptos de las viejas administraciones de la cuarta república, donde muchos funcionares, decían frases ante un trámite «cuanto hay para eso», o cuando le ofrecían un cargo administrativo «no me digas el salario, solo ponme donde hay», en clara alusión a la malversación. Un proceso de 9 nueves años, no puede cambiar bruscamente, una sociedad forjada en valores individualista y apegados al clientelismo político.
Solo la formación de una nueva conciencia política y social, basada en la solidaridad y en respeto a los valores ético morales, surge como el punto de partida de la nueva sociedad bolivariana, para crear mecanismos de control social y político. Crear las bases de una nueva sociedad, en amplia coexistencia con relaciones capitalistas de producción, en un fenómeno complejo, donde lo nuevo lucha con lo viejo, donde los nuevos preceptos sufren las presiones de una ideología mercantilista, solo con eficientes controles y una administración eficiente, se podrá enfrentar los nuevos desafíos políticos, económicos y sociales.
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