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Segunda Gran Depresión

Fuentes: Rebelión

  Colin Campbell, el geólogo presidente de honor de la Asociación para el estudio del cenit del petróleo y del gas (ASPO),habló en el año 2005 del posible advenimiento de una «segunda gran depresión», una situación sin precedentes que vendría dada por el fin de la primera parte de la era del petróleo, caracterizada ésta por […]

 

Colin Campbell, el geólogo presidente de honor de la Asociación para el estudio del cenit del petróleo y del gas (ASPO),habló en el año 2005 del posible advenimiento de una «segunda gran depresión», una situación sin precedentes que vendría dada por el fin de la primera parte de la era del petróleo, caracterizada ésta por la fácil accesibilidad, precio barato y relativa abundancia de aquél, especialmente para los grandes países consumidores.

Una vez que el Mundo ha pasado el cenit de descubrimientos de nuevos yacimientos en los años 60 del pasado siglo, y que también consume más petróleo del que descubre (desde los años 80), ya sólo falta llegar – si no lo estamos haciendo ya – al cenit total de producción, para entrar en esa segunda parte de la crucial era del crudo, que tiene como principal rasgo el declive permanente y creciente de la extracción de crudo, al tratarse de un recurso finito que tiene, como todo, un principio y un fin.

Campbell, de forma clarividente, nos recuerda cómo el crecimiento fastuoso de nuestra civilización del hidrocarburo ha sido posible en la medida en que la «confianza» en el crecimiento permitía funcionar al crédito, cuyo tipo de interés era la forma de devolver en el futuro, con más crecimiento, lo que se había pedido prestado. El colofón de ese ejercicio de fe en la multiplicación del PIB y demás variables económicas convencionales es el gran sistema financiero, un correveidile de anotaciones a cuenta y operaciones fulgurantes que estiman que el futuro devolverá – en forma de liquidez o bienes o servicios múltiples – lo que se ha conseguido en el presente, para lo que es imprescindible aún más crecimiento.

Según se ha contrastado, existe una relación simétrica entre consumo energético y posibilidades de crecimiento económico (ver, al respecto, el trabajo de Pedro Prieto en www.crisisenergetica.org ) y, por tanto, al mostrar evidentes signos de fatiga el modelo de crecimiento de la extracción del principal recurso finito energético (según Simmons, el 85% del petróleo que consumimos proviene de pozos descubiertos ya hace casi 30 años), la fatiga económica y, sobre todo, el descreimiento y falta de fe en el futuro crecimiento, se apoderan del parqué y, aún más grave, de las exiguas despensas de los pobres del Mundo, y de las nóminas mileuristas de los menos pobres.

La Segunda Gran Depresión es un fenómeno de normal ajuste a un proceso de decrecimiento en la disponibilidad líquido más versátil, potente y útil de nuestra civilización, insustituible en su actual escala, y vital para entender la abundancia inclusive de otros recursos energéticos. Ya sabemos lo que ocurre en medio  Planeta cuando no hay petróleo (www.energyshortage.blogspot.com), y este fenómeno de Gran Depresión tendría como misión extender el tentáculo de la escasez de recursos naturales a sitios hoy «desarrollados» que consumen la tasa más alta de bienes y servicios de toda la Historia.

La Segunda Gran Depresión, o mejor, los límites absolutos en el crecimiento o en la velocidad exponencial de éste, minarán duramente la confianza en el capital financiero, según Campell y generará una extraordinaria tensión sociopolítica. Piénsese en cuánto empleo e ingresos dependen de un crecimiento energético y económico que será muy difícil de mantener ya en los próximos años, y para siempre.

La adaptación será más dura cuanto más resistencias tengamos a la comprensión del fenómeno del declive natural de un recurso finito, y cuanto más nos queramos aferrar a muchas de las prebendas que la abundancia energética nos trajo, y que la escasez energética, en forma económica de ajuste a los límites físicos, se irá llevando.