Se descubren más redes de blanqueo de dinero del crimen. Droga, prostitución, armas, evasión fiscal, todo envuelto en una trama en la que aparecen cerca de tres mil compañías en «paraísos fiscales». El último escándalo ocurre en Alemania, donde se descubrió un fraude fiscal de miles de millones de euros evadidos a cuentas secretas en […]
Se descubren más redes de blanqueo de dinero del crimen. Droga, prostitución, armas, evasión fiscal, todo envuelto en una trama en la que aparecen cerca de tres mil compañías en «paraísos fiscales».
El último escándalo ocurre en Alemania, donde se descubrió un fraude fiscal de miles de millones de euros evadidos a cuentas secretas en el principado de Liechtenstein (35.000 habitantes en 116 Km. cuadrados).
La canciller Merkel y los representantes políticos, medios de comunicación y la sociedad civil manifestaron su escándalo por la sistemática evasión y la facilidad con que lo hacían. La reacción ha sido más dura después de que el Príncipe Alois de Liechtenstein acusase a Alemania de atacar la soberanía del Principado, que sólo vive de ese negocio criminal.
Directivos de importantes compañías se sirven de esa sentina de la economía para obtener buenos dividendos y evadir el fisco de sus países. Fueron descubiertos gracias a la cooperación de un empleado de la banca mediante el pago de cinco millones de euros, ya que amenazaba con venderse a otros postores. Como si nadie supiese hasta ahora cómo y en dónde funcionan esos criminales de cuello blanco. Por no pagar una hipoteca te pueden embargar y hasta llevar a la cárcel. Por defraudar más de seis billones (con b, no miles de millones) de euros al año te ponen alfombra roja.
Si las sociedades democráticas no se protegen contra esta práctica, las mafias acabarán con ellas. De ahí la importancia de medidas para perseguir a los países que permiten estas redes y castigar a individuos que por su cargo ejercen más responsabilidad: jueces, funcionarios, abogados, policías y entidades financieras.
El actual sistema económico neoliberal, que favorece la total libertad de movimientos de los capitales y camina hacia una política de menos impuestos, menos servicios públicos y menos Estado, ha desencadenado un movimiento sin control, por todo el planeta, de una gran masa financiera que elude toda contribución social y sólo persigue sus ilimitados beneficios.
Dinero procedente de fortunas privadas, empresas, multinacionales, del narcotráfico, terrorismo, armas, encuentra refugio en los territorios donde no hacen incómodas preguntas, es decir, en los llamados paraísos fiscales.
La cifra de negocios del dinero procedente sólo de las organizaciones criminales, el producto criminal bruto, no es inferior al billón de euros anuales. Casi el 18% del comercio mundial. Este dinero criminal busca su refugio en los paraísos fiscales que, además de Bahamas, Jamaica, Panamá etc., existen en Europa: Isla de Man, Isla de Jersey, Principado de Andorra, Gibraltar, Luxemburgo, Liechtenstein, Mónaco, San Marino, Malta y Chipre.
Se estima que la cantidad de dinero depositada en los paraísos fiscales asciende a más de seis billones de dólares y que en ellos hay registradas más cerca de tres millones de sociedades-tapadera, que favorecen la corrupción de grandes empresas que se sirven de ellas para ocultar su contabilidad y balances.
Personalidades de prestigio han sugerido unas medidas para acabar con los paraísos fiscales: a) Armonizar legislaciones nacionales en materia de delincuencia financiera mediante la adopción de medidas preventivas, como el registro y el seguimiento de la delincuencia financiera, el control público europeo de las cámaras de compensación, la prohibición a los bancos de aceptar fondos provenientes de paraísos fiscales y de abrir filiales off-shore; b) Creación de una fiscalía euro en materia de justicia y fraude fiscal; c) Levantamiento del secreto bancario bajo pena de sanción a los Estados no cooperantes; d) Transparencia obligatoria para las empresas en sus actividades, filiales y capitales invertidos en países de riesgo.
De esta forma conseguiríamos dar un paso en la lucha contra la corrupción, los sobornos, el fraude fiscal y otros delitos de corbata y luchamos por levantar un sistema que no se olvide de la necesaria solidaridad para que la distribución de la riqueza mundial no sea tan injusta.
Liechtenstein es uno de los paraísos fiscales que sirven de cloaca a la banca suiza, que no dejará de actuar de forma contundente y silenciosa. Deportistas de élite, miembros de familias reinantes y de la jet society, junto con los más sórdidos negociantes, blanquean dinero procedente del narcotráfico, de la venta de armas y del crimen organizado. Disponen allí de increíbles facilidades fiscales.
Pero todos callan porque desde allí se realizan operaciones fraudulentas relacionadas con la caída de gobiernos, la compra de políticos venales y el infernal tráfico de armas, que ningún país democrático permitiría. Las instituciones supranacionales y las de la Unión Europea tendrían que acabar con esta lacra.
José Carlos García Fajardo es profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Director del CCS.