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Gracias por el golpe

Fuentes: Rebelión

El 11 de abril se cumplirá un año más del último golpe de estado consumado que ha sufrido Venezuela. A una distancia de 6 años de esos acontecimientos, es más fácil hacerse una idea de las implicaciones que ha tenido. Del mismo modo, será mucho más fácil verlo dentro de otros 6 años. Como ha […]

El 11 de abril se cumplirá un año más del último golpe de estado consumado que ha sufrido Venezuela. A una distancia de 6 años de esos acontecimientos, es más fácil hacerse una idea de las implicaciones que ha tenido. Del mismo modo, será mucho más fácil verlo dentro de otros 6 años.

Como ha sido argumentado en repetidas oportunidades, el golpe fue en gran medida mediático, sustentado en la falsa realidad que producen los medios y sus artefactos, como la publicidad, los noticieros amañados, los supuestos programas de «opinión» y la manipuladora programación, entre otros.

Sin embargo, me intriga un imposible: saber qué habría pasado de no haber tenido el golpe del 11 de abril, consumado el 12 de abril con la mediática puesta en vigor del «carmoníaco» decreto. Tiendo a pensar que el proceso de cambios que hemos tenido en los últimos años no hubiera sido tan exitoso.

De todas las posibles combinaciones de eventos de aquel aciago abril de 2002, estoy convencido de que, haciendo la dolorosa abstracción de los fallecidos y lisiados, la mejor combinación de sucesos que le pudo haber ocurrido a Venezuela fue el golpe seguido del contragolpe. Si el golpe no hubiera tenido contragolpe, pienso que estaríamos sumidos en una atroz dictadura de derecha. Los movimientos populares que apoyan a Chávez de todos modos no se hubieran quedado de brazos cruzados y eso iba a desatar una feroz represión. El objetivo del golpe se hubiera convertido rápidamente en una desactivación brutal, pienso que mucho peor que la de los años 60, de todo lo que oliera a izquierda. Un efecto Irak, casi nada. Y con la calaña de quienes aparecieron por televisión festejando el golpe el día 12 en el Palacio de Miraflores, ni hablar.

Más interesante es pensar qué habría pasado si no hubiéramos tenido el golpe, o el paro «cívico» (¿cínico?) nacional que, al no tener la convocatoria que esperaban, se convirtió en un paro petrolero. Pienso que de no haber tenido el golpe y el paro, no hubiéramos tenido las «misiones», ni el control de cambios, ni el gasto social masivo de PDVSA, entre muchas otras transformaciones que ha habido después de estos oscuros momentos.

Ya se sabe que la consecuencia inmediata del fracasado golpe fue una purga de militares oposicionistas de los puestos con capacidad de fuego en la Fuerza Armada. La consecuencia del fracasado paro fue una purga en la gerencia de PDVSA, es decir, en los puestos clave de toma de decisiones de la industria. Pero esas no fueron las únicas consecuencias, a pesar de que sentaron las bases del poder que ha permitido mantener el proceso de cambios. Con el golpe y el paro, el gobierno entendió que a la oposición hay que jugarle duro. También entendió que el proceso de cambios no podía ser tan gradual.

A raíz de estos fracasados sucesos, regalos de la inepta dirigencia opositora, muchos ciudadanos de oposición se dieron cuenta del error en que estaban al apoyar a los fascinerosos. Esto lo demuestran los resultados electorales posteriores, en los que la relación de votantes se aproximó a la proporción dos tercios/un tercio a favor del chavismo, en las elecciones presidenciales del 2006 la relación ya fue 63% vs 36% (esta relación bajó drásticamente a un aproximado 49% vs 51% en el referendo de reforma constitucional del 2007, por diversas razones que han sido explicadas reiteradamente).

Las famosas «misiones», como las de alfabetización, y la conocida como Mercal, tuvieron su origen en estos sucesos. Antes de estos episodios el gobierno se mostraba un poco timorato para aplicar medidas directas de cambio, pero al salir fortalecido de las acciones fracasadas de la oposición, tomó las riendas con más fuerza.

El control de cambios, justificado en el marco de la economía ortodoxa como un mecanismo de emergencia, y los eventos lo ameritaban, devino en un mecanismo de más largo plazo para el impulso al desarrollo. Evita la fuga de capitales, especialmente esa fuga de capitales concertada entre los agentes del poder económico, para ocasionar situaciones de falsa inestabilidad económica. El gobierno se dio cuenta, sobre la marcha, de que el control de cambios es un arma mucho más poderosa. El control de cambios también ayuda a combatir el sabotaje al pago de impuestos y otras obligaciones legales: sólo hay petrodólares de 2150 para quienes tengan una empresa con todas sus deudas al día. El ente recaudador de impuestos, SENIAT, se fortaleció a partir de estos eventos y hoy día estamos muy cerca de tener un país moderno en este sentido.

El Fonden se creó y se fortaleció gracias a la disponibilidad de dólares que traía el control de cambios. Esto permitió hacer transformaciones importantes en la estructura del presupuesto nacional. Ahora el presupuesto de la nación se calcula sobre la base de un precio muy conservador del barril de petróleo. Esto evita tener que devaluar para pagar el presupuesto nacional en caso de un bajón en los precios del petróleo, como decía la ortodoxia económica cuartorrepublicana. Los grandes proyectos nacionales van por el Fonden, no por el presupuesto ordinario.

La nueva PDVSA ha ido cambiando las entreguistas condiciones contractuales que tenía la vieja. Todos los porcentajes impositivos que pagan las trasnacionales petroleras al fisco se han aumentado significativamente, sin que las trasnacionales hayan puesto demasiada resistencia. Unido al alza de los precios del petróleo, esto significa que el fisco recibe cantidades muchísimo mayores de ingresos, lo que se traduce en una mayor cantidad de planes sociales. Por ejemplo, el presupuesto nacional dedicado al área de salud ha aumentado del 2,7% del PIB en 1998 a cerca del 10% del PIB en estos momentos considerando gastos directos o indirectos, como consecuencia del aumento en la recaudación del estado venezolano. Causa mucha risa que los opositores se fijen en las donaciones que el gobierno hace a sectores pobres de otros países pero no se fijen en los regalos que ellos hacían a las trasnacionales petroleras, regalos al menos tres órdenes de magnitud superiores.

Estos son sólo unos pocos ejemplos de todo lo que fue posible gracias al golpe y al paro fracasados. Después de estos eventos violentos que promovió la oposición, el proceso de cambios se aceleró y continúa a ritmo sostenido. Todavía falta mucho por hacer, y esperemos que los cambios sigan por los cauces que todos nos merecemos. La no aprobación de la reforma constitucional en el 2007 significó un freno en el proceso de cambios estructurales, pero ha hecho que el gobierno se concentre en aspectos más pragmáticos de gestión gubernamental, hasta que llegue otra oportunidad para dar pasos más largos.

En resumen, creo que, a pesar de ser uno de los episodios más amargos de nuestra historia reciente, podemos decirle a los opositores no democráticos (que también los hay democráticos): estuvo mal hecho, pero gracias por el golpe.