De pronto nos llegan noticias de revueltas en varias partes del mundo en desarrollo por el aumento de los precios de alimentos básicos y la escasez en el mercado. La crisis alimentaria rivaliza ahora con la crisis financiera y el cambio climático como el problema más importante al cual el mundo debe encontrar una solución. […]
De pronto nos llegan noticias de revueltas en varias partes del mundo en desarrollo por el aumento de los precios de alimentos básicos y la escasez en el mercado.
La crisis alimentaria rivaliza ahora con la crisis financiera y el cambio climático como el problema más importante al cual el mundo debe encontrar una solución. Sin duda es el más acuciante, porque no es posible pasarse varios días sin alimentos y la gente hambrienta está mostrando su desesperación en las calles.
La semana pasada, la capital de Haití se paralizó cuando grupos de manifestantes intentaron entrar por la fuerza al Palacio Presidencial en protesta por el aumento de los precios del arroz, los frijoles y el aceite, y cinco personas murieron como consecuencia de los disturbios. También hubo dos días de motines en Egipto por la duplicación de los precios de los alimentos sólo en el último año.
También hubo protestas en Camerún, donde en febrero murieron cuarenta personas, Indonesia, Filipinas, Costa de Marfil, Mozambique, Senegal, Bolivia, Etiopía y Madagascar. En Tailandia y Pakistán se recurrió a las tropas del ejército para impedir el saqueo de campos y comercios en busca de alimentos. De repente, altos funcionarios de las Naciones Unidas advierten que el aumento de los precios de los alimentos está provocando malestar en la población y amenazando la seguridad pública.
En Asia, resulta inquietante la escasez y el alza del precio del arroz. Es irónico que se produjera escasez en la capital de Tailandia, el mayor exportador mundial. Vietnam e India están restringiendo la exportación para asegurar el abastecimiento interno. La semana pasada, Filipinas, el mayor importador de arroz del mundo, se comprometió a lograr la autosuficiencia para el año 2010 y el ministro de Agricultura de Malasia, Datuk Mustapa Mohamed, dijo que se necesitaban unos 2.000 millones de dólares para logra un aumento del abastecimiento interno del setenta por ciento actual al noventa por ciento.
Los precios de los alimentos dan que pensar e incluso resultan asombrosos. El arroz tailandés de calidad media, por ejemplo, logró el 9 de abril un récord de 854 dólares la tonelada, más del doble que a fines del año pasado, y el Banco Mundial predice que los precios medios del arroz aumentarán aún más en 2009 y 2010.
El Financial Times atribuyó el aumento del precio del arroz al auge del consumo en Asia, Medio Oriente y áfrica Occidental, la reducción de la superficie destinada a su cultivo, el alza de combustibles y fertilizante, y al agotamiento de los avances tecnológicos.
Por otra parte, factores como la falta de agua en el sudeste asiático, América Central y áfrica Occidental, y el aumento del costo de la mano de obra en países como Vietnam enlentecen la producción de arroz. La demanda ha superado la oferta en seis de los últimos ocho años y las existencias mundiales están en su nivel más bajo desde 1976, informó el Financial Times.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los precios de los cereales continuaron aumentando en los últimos dos meses. Los precios del arroz aumentaron todavía más después de las restricciones a las exportaciones impuestas por grandes países exportadores. A fines de marzo, los precios del arroz y el trigo casi duplicaron sus niveles de un año atrás, y los del maíz se triplicaron. Los países más pobres del mundo pagarán un cincuenta y seis por ciento más por la importación de cereales en 2007-2008, después de haber experimentado un incremento del treinta y siete por ciento en 2006- 2007. Se calcula que en 2007-2008 las reservas mundiales de cereales caerán a su nivel más bajo en veinticinco años, para situarse en 405 millones de toneladas, veintiún millones (cinco por ciento) menos que el año anterior.
En cuanto al aumento de los precios de los alimentos se mencionan cinco factores principales: el rápido aumento de los precios del petróleo y la energía, que han aumentado los costos de los fertilizantes, la puesta en marcha de la maquinaria, la cosecha, el almacenamiento y la entrega de alimentos; la creciente demanda resultante del gran crecimiento económico de países como China e India, que también provocó un cambio en la dieta que se tradujo en mayor consumo de carne; eventos climáticos adversos, como la sequía en Australia, que dieron lugar a malas cosechas; el destino a la producción de biocombustible de cultivos destinados antes a alimentos, lo cual no sólo reduce la oferta sino que también provoca especulación comercial y aumento de precios; y menor inversión en la agricultura en los últimos años en todo el mundo, lo que provoca que la producción sea superada por la creciente demanda.
Esta combinación de factores implica que el aumento de los precios de los alimentos seguramente no sea un fenómeno temporal.
El director general de la FAO, Jacques Diouf, declaró en Nueva Delhi la semana pasada que la escasez de alimentos es un problema estructural, por lo que la solución debe ser también estructural Los altos precios no se abatirían en el corto plazo debido a la situación de la oferta y la demanda. Y señaló como responsables de la crisis a las políticas erradas de las dos últimas décadas.
De los diversos factores, el que atrae mayor atención y críticas ha sido el acelerado aumento de la producción de cultivos destinados a biocombustibles. Un editorial del New York Times del 10 de abril sobre la crisis alimentaria mundial responsabilizó al mundo rico por exacerbarla. Citó estimaciones del FMI de que la producción de etanol de maíz en Estados Unidos, por ejemplo, era responsable al menos de la mitad del aumento de la demanda mundial de este cereal en cada uno de los últimos tres años, lo que provocó el aumento de precios. Y lo mismo sucedió con los precios de otros cultivos, como la soja, en la medida que los agricultores los sustituyeron por el maíz.
Estados Unidos brinda un subsidio de cincuenta y un centavos de dólar por galón a las plantas procesadoras de etanol e impone un arancel de cincuenta y cuatro centavos por galón a la importación, mientras que la mayoría de los países europeos exoneran a los biocombustibles de algunos impuestos e imponen un arancel equivalente a más de setenta centavos el galón de etanol importado. El New York Times reclamó que se pusiera fin a esas intervenciones del Estado, ya que el etanol de maíz no ayuda a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que contribuye al aumento de los precios de los alimentos.
El director general de la FAO dijo -sin nombrar a Estados Unidos- que actualmente en un solo país se desvían cien millones de toneladas de cereal a la producción de biocombustibles y se estima que la cantidad aumente doce veces para 2017.
La FAO está convocando a una reunión de emergencia de jefes de Estado del 3 al 5 de junio, informó Diouf, para discutir la situación alimentaria general, en especial el impacto del cambio climático.