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El Fondo Monetario Internacional desilusionado por la economía de Estados Unidos

Fuentes: Argenpress

Reunidos la semana pasada en una sesión del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) los ministros de finanzas de Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Francia, Italia, Canadá y Japón (Grupo de los Siete, G-7) intentaron demostrar que a pesar de los problemas financieros y otros síntomas preocupantes, sus países están en capacidad de […]

Reunidos la semana pasada en una sesión del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) los ministros de finanzas de Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Francia, Italia, Canadá y Japón (Grupo de los Siete, G-7) intentaron demostrar que a pesar de los problemas financieros y otros síntomas preocupantes, sus países están en capacidad de controlar la economía mundial.

Los ministros fueron cautelosos y evitaron declaraciones que pudieran dar señales negativas a los mercados financieros. En la declaración oficial de la reunión, los titulares expresaron seguridad sobre las posibilidades económicas del grupo de los países más ricos del mundo en perspectiva, no obstante, reconocieron que hay indicios de que puede ocurrir un debilitamiento económico a corto plazo.

Traduciendo del lenguaje diplomático a la terminología común, los ministros del G-7 quisieron decir que la situación en la economía en muchas partes del mundo realmente está mal, especialmente en EEUU.

La semana pasada, la mayoría de las noticias relacionadas con la economía provenientes de EEUU fueron aciagas. Hasta hace poco, el interrogante que preocupaba a políticos, inversores y a millones de consumidores estadounidenses era si en EEUU habría recesión y si habría forma de evitarla.

Tras las declaraciones de los ministros del G-7, informes del FMI y ciertas declaraciones hechas por funcionarios estadounidenses, la respuesta a ese interrogante es clara: en EEUU sí habrá recesión y posiblemente ya está en marcha. Ahora, en el orden del día aparece otro interrogante: el tiempo que durará esa recesión y la influencia que podrá tener en las economías de otros países.

Los recelos pesimistas respecto a la economía de EEUU fueron confirmados en un informe del FMI publicado el pasado 9 de abril.

El documento en mención redujo a la baja los pronósticos de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) estadounidense el presente año y el entrante.

El crecimiento de la economía de EEUU que en 2006 y 2007 fue de 3% y el 2,7 % respectivamente, según las recientes valoraciones del FMI se reducirá en 0,5% en 2008, y en 2009 no superará el 0,6 %.

Los autores del informe advirtieron de que ese pronóstico todavía puede ser corregido a la baja, si se incrementan los fenómenos de crisis en la economía estadounidense.

Las posibilidades de ‘escenarios desfavorables’ a la economía de EEUU son más probables que las que se pueden deducir a partir de los informes hechos por los funcionarios estadounidenses y los ministros de finanzas del G-7.

El informe del FMI describe la situación de la economía norteamericana en términos muy pesimistas. ‘La crisis financiera surgida en agosto de 2007 se convirtió en la más grave convulsión financiera ocurrida desde los tiempos desde la Gran Recesión y ocasionó un daño enorme al mercado y las instituciones base del sistema financiero’, subrayó el informe. Surgida como una convulsión en el segmento hipotecario, los factores adversos se extendieron posteriormente a otros sectores del sistema financiero estadounidense, desató una crisis de liquidez y arrastró hacia el fondo a toda la economía norteamericana.

Las dificultades económicas estadounidenses han influido en las economías de algunos países europeos especialmente aquellos que tienen estrechos vínculos comerciales y económicos con EEUU.

En consecuencia, expertos del FMI revisaron a la baja los pronósticos de crecimiento económico de los países de la Unión Europea (UE).

Según sus valoraciones, la economía de la UE crecerá el 1,4 % el presente año y 1,2 % el año próximo. En general, el crecimiento de los países más fuertes en los próximos dos años será de 1,3% anual.

No obstante, desde el punto de vista de la economía se puede hablar de buenas noticias que proceden de otra parte del mundo, de los países en desarrollo.

De acuerdo a las valoraciones del FMI, el crecimiento económico de China en 2007 fue del 11,4 %, y en 2008 y 2009 se desacelerara a niveles altos de hasta el 9,3% y el 9,5%, respectivamente.

La poca influencia de los problemas económicos de EEUU en las economías de los países en desarrollo, antes que todo se debe a que cada vez es mayor la participación de esos países en la economía mundial y constantemente crecen y se fortalecen las relaciones económicas y comerciales entre ellos.

Los expertos del FMI constataron que ha ocurrido una transición hacia un orden económico multipolar como resultado de transformaciones profundas en la correlación de fuerzas en la economía mundial. Esas transformaciones han jugado a favor de países en desarrollo y para EEUU han supuesto la pérdida de su condición de ‘locomotora’ que arrastraba y determinaba el crecimiento económico global.

En las actuales circunstancias, el protagonismo de algunos países en desarrollo ha cambiado substancialmente, y ahora esos países no sólo aportan al desarrollo de la economía mundial sino que también se han convertido en bancos que financian y prestan servicios clave a otras economías fuertes, incluida la estadounidense.

De acuerdo al informe del FMI, la economía de Rusia tiene buenas perspectivas: el año pasado su PIB aumentó hasta el 8,1% y en el 2008 y 2009 crecerá en el 6,8% y el 6,3% respectivamente.

No obstante, los expertos del FMI advirtieron de que la economía rusa está amenazada por los riesgos de alta inflación y que necesita programas urgentes de diversificación.

A los pronósticos del FMI los ministros de finazas del G-7 reaccionaron de forma negativa y sensible. Para algunos expertos esa reacción no es más que un reconocimiento de que las economías de esos países son vulnerables y que la situación puede empeorar en perspectiva. En el caso en que se agudicen los fenómenos adversos y adquieran un carácter global, la crisis podrá afectar a otros países, incluso Rusia, a pesar de los ritmos acelerados y estables con que crecen sus economías.