Grupos de crimen internacional organizado están controlando «posiciones significativas» de materiales estratégicos y de energía global, dijo el Departamento de Justicia de Estados Unidos. Una estrategia para combatir el crimen organizado, dada a conocer por ese departamento, consigna que estos grupos manipulan intercambios de valores y conducen a un fraude financiero para robar miles de […]
Grupos de crimen internacional organizado están controlando «posiciones significativas» de materiales estratégicos y de energía global, dijo el Departamento de Justicia de Estados Unidos.
Una estrategia para combatir el crimen organizado, dada a conocer por ese departamento, consigna que estos grupos manipulan intercambios de valores y conducen a un fraude financiero para robar miles de millones de dólares.
El organismo agregó que éstos corrompen sistemáticamente a funcionarios públicos, utilizan redes de computadoras para localizar a las víctimas y proveen apoyo logístico para terroristas y servicios de inteligencia en el extranjero.
«Las actividades de las empresas criminales trasnacionales y nacionales están aumentando su alcance y magnitud, al tiempo que estos grupos continúan fortaleciendo sus redes con cada uno para expandir sus operaciones», añadió el subdirector del FBI, John S. Pistole.
Según el economista canadiense, Michel Chossudovsky, el producto obtenido por la delincuencia organizada supera al de las 500 principales empresas de Fortune, ya que las organizaciones criminales colaboran con las empresas legales, invirtiendo en una variedad de actividades legítimas que les garantizan no sólo una cobertura para el blanqueo de dinero sino también un medio seguro de acumular capital fuera del ámbito de las actividades criminales.
El Fondo Monetario Internacional (FMI), dio a conocer recientemente que el crimen organizado mueve un 20 por ciento de la economía mundial, y coincide con analistas en que los principales dirigentes de esta economía ilícita son oligarcas rusos y que pese a la lucha férrea contra la droga, ha habido un auge de las mafias los últimos veinte años. El premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz ha denunciado que los mafiosos aprovechan desde las privatizaciones hasta el tráfico de drogas y armas.
Recientemente, en Ginebra siete jueces europeos alertaron sobre el avance de la delincuencia organizada apoyada por los poderes políticos y las multinacionales de las finanzas y los negocios. Precisaron que la misma penetra progresivamente todos los sectores de la economía mundial, imponiendo sus sistemas de corrupción mientras se juega la legalidad de los Estados.
Italia, uno de los países miembros del Grupo de los Siete, está económicamente paralizada, pero la mafia hace grandes negocios que le permiten una facturación anual de 128 mil millones de dólares. El crimen organizado se divide en numerosos clanes y se considera «la primera empresa italiana», pues acapara 7 por ciento del producto interno bruto (PIB), cifra que pasa por el filtro mafioso como dinero silencioso, que en parte es producto de imponerle a 20 por ciento de las tiendas (minoristas) un pago para seguir funcionando sin problemas.
Las organizaciones criminales rusas cooperan con las otras mafias extranjeras, incluidas las italianas y colombianas, producto de la transición hacia el capitalismo de la antigua Unión Soviética.
Estudiosos del tema estiman que 50 por ciento de la economía rusa es parte del mercado negro y hacen notar un cambio de la época gansteril en las calles de Chicago, en Estados Unidos, a una forma más sofisticada donde los sindicatos del crimen han ganado sistemáticamente respetabilidad al implicarse cada vez más en empresas ordinarias cuyo verdadero protagonismo no se hace público.