Antes, durante y después de las elecciones primarias del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), la previsible oposición venezolana se dedicó a descalificar el proceso, sosteniendo que no eran verdaderamente unas primarias porque había un dedo omnipotente que era el que decidiría al final. Su argumento era que muy pocos candidatos cumplirían con tener el […]
Antes, durante y después de las elecciones primarias del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), la previsible oposición venezolana se dedicó a descalificar el proceso, sosteniendo que no eran verdaderamente unas primarias porque había un dedo omnipotente que era el que decidiría al final.
Su argumento era que muy pocos candidatos cumplirían con tener el 50%+1 de los votos, o más de 15% de porcentaje de votos sobre el segundo, que eran los requisitos -cumplir uno bastaba- para ser seleccionado automáticamente. Decían que muy pocos lo cumplirían sin ninguna base que sustentara esa afirmación, ni estadística, ni mediando un estudio previo de cada uno de los casos: simplemente expresaban sus deseos como una realidad. Algo que no es ni la primera vez que hacen, ni la última.
Llegó el 1 de junio, el CNE leyó el primer boletín, y los resultados arrojaron que en la mayoría de los casos sí se cumplieron una de esas condiciones (50%+1 ó 15% más votos que el segundo), o ambas en muchos casos, resultando que:
En 15 de 23 Estados, los candidatos elegidos fueron reflejo directo de la voluntad de los militantes, y la directiva del PSUV los ratificó automáticamente como candidatos o candidatas.
En 201 de 335 municipios, los candidatos elegidos fueron también directo reflejo de la voluntad de los militantes.
Es decir, que las condiciones para ser declarado automáticamente candidata o candidato, sin evaluación de la directiva, que según ellos no se cumplirían si no en unos pocos casos aislados, se dio en el 65% de los Estados y en el 60% de los municipios.
Los casos restantes serían evaluados, uno a uno, por la directiva del PSUV.
«¡Ahora sí! ¡Ahí está el dedo!«, gritaron histéricos desde sectores de la oposición, encabezados por El Nacional, que tituló perversamente que «Chávez decidirá candidatos en 8 Estados». Otra vez estaban mintiendo y delirando.
Cuando unos días después el PSUV dio la lista de candidatos definitivos, en dos tandas, me molesté -y créanme que fue un trabajo arduo- en mirar, uno por uno, comparando los datos del PSUV con los del CNE, en cuántos casos los que habían resultado primeros en las votaciones habían sido o no seleccionados como candidatos para Estado o Municipio. Ahí, sin duda, se vería la fuerza impositiva del rrrégimen.Sin embargo, oh sorpresa, lo afirmado por la oposición volvió a ser una nueva acusación sin fundamento. El único dedo que intervino fue el de las y los votantes que acudieron a la jornada del 1 de junio.
El resultado de esta comparativa CNE-PSUV arrojó los siguientes datos:
De 134 candidatos municipales que no obtuvieron la candidatura tras la primera ronda de las primarias, si no que pasaron a ser evaluados por la Directiva del PSUV, 118 de los seleccionados por ésta habían quedado primeros en el proceso de votación, es decir en el 88% de los casos se respetó escrupulosamente lo expresado en las urnas.
El PSUV aplicó una decisión diferente a la expresada por los votantes en 16 casos (12%), nombrando candidatos municipales a 13 que habían quedado en segundo lugar, y 3 en tercero.
Las diferencias entre el primero y el seleccionado por el PSUV en estos casos fueron, en promedio, de un 5% de votos, lo que da muestra del carácter ajustado de esos resultados. En el municipio Libertador del Estado Carabobo, por ejemplo, la diferencia entre el más votado y el seleccionado por el PSUV fue de 0,1% de votos. Sólo en 2 de los 16 casos la diferencia fue superior al 10%.
Sumando los que ganaron la candidatura en primera vuelta, más los que, quedando en primer lugar pero sin cumplir alguna de las dos condiciones matemáticas para su selección automática sí fueron refrendados por la directiva, tenemos que, de 335 municipios, en 319 se proclamó candidato al que ganó en las primarias (el 95,22% de los casos).
Es decir, sólo en el 4,78% de los casos la directiva del PSUV tomó una decisión distinta a la reflejada en las urnas.
Más que un dedo gigantesco de carácter avasallador e inmisericorde como quieren hacer creer los medios y partidos (valga la redundancia) de oposición, estamos hablando de la falange tercera del dedo meñique de un recién nacido.
Similares números se obtienen en los Estados, donde de los 8 candidatos que no obtuvieron su candidatura en primera vuelta (por no cumplir ninguna de las dos condiciones matemáticas), pero habían quedado primeros en la votación, 5 fueron refrendados por el PSUV.
Es decir, en 20 de los 23 estados (87%), el más votado fue designado candidato. Sólo en tres casos (Cojedes, Trujillo y Nueva Esparta) se designó al segundo con más sufragios a su favor, es decir el 13,04% de los casos. Las diferencias entre el primero y el seleccionado fueron en promedio de 5,78%, y en ningún caso superaron el 10%: otra prueba -como en los municipios- de lo ajustado de los resultados en estos casos.
Por último, hacer notar que estos pocos casos en que no se respetó el resultado de las urnas (es decir, entre estados y municipios, en sólo 19 de 358 candidaturas, el 5%), casi siempre se trató de candidatos que contaban con variadas denuncias en su contra, o de los que se acumularon quejas de abuso de recursos propagandísticos o de presión sobre los votantes, o simplemente se evaluó que aunque contaban con mayoritario -pero no amplio- apoyo de la militancia del partido, quizá en un sufragio general no tendrían tanta chance como el segundo o la tercera, con menor apoyo militante pero más fuerza entre los no inscritos.
El PSUV designó casi al 95% (339 de 358) de sus candidatos para las elecciones regionales y municipales del 23 de noviembre mediante un proceso electivo directo, respetando escrupulosamente lo decidido desde las bases.
¿Y la oposición? ¿A cuántos eligieron en sufragio?
A ver, sumo esto con lo otro, divido, raíz cuadrada, y el resultado es claro: 0% de sus candidatos fueron elegidos por elección de las bases. Sí, cero. No consultaron a nadie, en ninguna parte. Todos sus candidatos están siendo elegidos en base a acuerdos de cúpulas, guerras de encuestas y codazos por tener un espacio en los medios. Y todavía se permiten ladrar respecto al proceso de selección del PSUV.
Y entonces, ¿dónde quedó el dedo revolucionario totalitario que todo lo decide?
Ah, sí, donde siempre: metido en el ojo de la oposición. Por eso sienten ese ardor.
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Para valientes: Tabla donde obtuve los números para este artículo (pdf). Las fuentes fueron la lista de candidatos del PSUV y los resultados del CNE. |