Organizaciones brasileras, que defienden los derechos humanos, criticaron en una carta abierta divulgada el último martes (3), el hecho de que Brasil no ha firmado el «más importante tratado de desarme» de los últimos diez años, firmado por más de 111 países. Y además, haber vendido una aeronave Super Tucano, de la Embraer, a […]
El Tratado prohíbe el uso, la fabricación, el almacenamiento y la venta de bombas clusters (bombas de racimo); mientras que la aeronave fue vendida a la empresa que es conocida como el mayor ejército mercenario del mundo. La Blackwater está bajo investigación del Congreso de Estados Unidos por supuestas graves violaciones cometidas en sus actividades en la guerra de Irak.
La exportación de la aeronave es «inmoral e irresponsable. Es exactamente este tipo de exportación por las que la sociedad civil organizada alrededor del mundo ha luchado por evitar cuando apoya en la ONU el Tratado de Control del Comercio de Armas (ATT por sus siglas en inglés), que no permitiría exportaciones bélicas que podrían ser usadas contra civiles o en conflictos deflagrados», dice la carta.
La carta, enviada a Itamaraty y al Ministerio de Defensa, dice que es incoherente la política externa del país, ya que se ha mantenido renuente para apoyar a países vecinos y del «eje sur» en asuntos de intereses comerciales y militares, y realiza esa venta a la empresa privada acusada de violaciones de los derechos humanos.
Aunque la venta esté de acuerdo con la legislación, es éticamente condenable y tanto Itamaraty, como el Ministerio de Defensa deben explicaciones a la sociedad brasilera. La aeronave «no fue comprada para transportar ejecutivos de la empresa en viajes de trabajo por Estados Unidos, sino ciertamente para servir de entrenamiento de los funcionarios de la Blackwater para operaciones en el conflicto de Irak».
La condenable noticia de la venta coincide con el hecho de que Brasil no ha firmado, en Dublin, el «tratado de desarme» de bombas clusters (racimo), que es un armamento obsoleto, de graves consecuencias humanitarias cada vez que ha sido usado. En América Latina, sólo Brasil y Colombia no firmaron el Tratado. Brasil nunca usó ese tipo de bomba, pero las produce y almacena.
Como país que votó a favor de la resolución del Tratado de Control del Comercio de Armas y participa activamente del grupo de discusiones de las Naciones Unidas, la resolución brasilera de no firmar el tratado de bombas de racimo es como mínimo necesario que se dé una explicación.
«Es irreconocible la decisión de los Ministerios de permitir la exportación de equipamiento bélico que puede ser usado contra civiles en una guerra que nuestro país deplora», agrega la carta.
Traducción: Daniel Barrantes – [email protected]