La moda de los fondos de inversión sigue ganando terreno y el punto de ganancia ahora parece ser el sector agrícola y sobre todo las tierras. Grandes fondos de inversión ya han vertido cientos de miles de millones de dólares en mercados financieros en auge para commodities como trigo, maíz y soja. Algunos pocos inversores […]
La moda de los fondos de inversión sigue ganando terreno y el punto de ganancia ahora parece ser el sector agrícola y sobre todo las tierras. Grandes fondos de inversión ya han vertido cientos de miles de millones de dólares en mercados financieros en auge para commodities como trigo, maíz y soja. Algunos pocos inversores privados importantes se están animando a tomar negocios algo mas arriesgados y a mas largo plazo ya que perciben el gran auge de la demanda mundial de alimentos. Es por ello que compran tierras, fertilizantes, elevadores de granos y equipos de embarque.
La cumbre de la FAO realizada en Roma hace algunos días dejó varias incógnitas luego de su finalización: la especulación que azota el mercado de alimentos, los monopolios de la distribución, el cambio climático, las barreras al comercio, los efectos reales de los biocombustibles y la creación de un nuevo modelo de ayuda. Y ello, en un momento en que la agricultura es el último grito de la moda en los fondos de inversión. En los últimos meses, se han invertido cientos de miles de millones en el radiante mercado de materias primas como trigo, maíz y soja. En cuatro meses, el precio de algunos de esos productos ha subido cerca del 50%.
La urgente necesidad de alimentos ha empujado a otros fondos no tan grandes como los que ya venían invirtiendo en el sector, sobre todo británicos y estadounidenses, a comprar tecnología agrícola, fertilizantes, plantas de etanol, flotas de barcos para transportar alimentos, según se relata en The New York Times.
Parecería evidente que la renombrada revolución agrícola se puso en marcha…pero en el sector privado. Mientras tanto, la FAO y todos los países que se reunieron, dieron una señal evidente: parece que nadie está preparado para regular un negocio que mata de hambre a millones de personas y alimenta a empresas, especuladores y campesinos.
En este sentido, tres inversores institucionales, entre ellos el gigantesco grupo BlackRock de Nueva York, están invirtiendo cientos de millones de dólares en agricultura, sobre todo en tierras de cultivo en África del Sur y América Latina.
En octubre del año pasado, la sucursal en Londres de BlackRock introdujo el Fondo de Agricultura BlackRock, con el objetivo de recaudar 200 millones de dólares para invertir en producción de fertilizantes, bosques y biocombustibles. El fondo tiene en estos momentos un capital de más de 450 millones.
La idea de estos inversores parece ser fusionar pequeñas fracciones de tierra con otras más grandes y más productivas de modo de poder introducir nuevas tecnologías y más capital para modernizar la producción. De todos modos, las consecuencias de largo plazo no son para nada claras. Algunos protagonistas tradicionales de la economía agrícola, y otros que se dedican a estudiar a la política agropecuaria, dicen temer que estos recién llegados se centren en las ganancias por encima de cualquier otra cosa y no compartan el compromiso de la industria con el agro en los tiempos buenos y malos. De esta forma se daría vida a la bola especulativa que tanto se teme en el medio.
Efectivamente, el presidente de Advance Trading, una empresa que comercializa commodities de Bloomington, Illinois, reconoció esa posibilidad: «las tierras de cultivo pueden ser una burbuja similar a los inmuebles de Florida». Parece casi un hecho que el ser propietarios de tierras y de parte del negocio del agro, libera a estos nuevos inversores de seguir reglas destinadas a limitar la cantidad de apuestas especulativas que tanto ellos como otros inversores financieros pueden hacer en los mercados de commodities.
El papel de las multinacionales
Cada vez más las multinacionales tienen mayor peso en la producción agropecuaria. Como quienes proveen semillas y agroquímicos juegan un papel principal en la cadena agrícola, se apropian también de buena parte de la renta generada. Pero además, juegan un gran rol en el proceso técnico, obteniendo un poder de mercado en la fijación de precios; situación similar a la de las cerealeras en Argentina que concentran la compra y exportación de los granos. En este sentido es por ello que en la Argentina algunos están calificando a este modo de producción agropecuario como similar al proceso de producción de la maquila mexicana.
En Latinoamérica las tierras más codiciadas parecen ser las argentinas. El boom de los granos se ha visto acompañado por una concentración creciente de la producción en los grandes grupos agro-financieros. En el Mercosur, pero sobre todo en Argentina, por ejemplo, pueden señalarse dos grupos dentro de las grandes explotaciones. El primero es el de las empresas agropecuarias: vieja oligarquía, «amigos del gobierno» y aquellos productores que han crecido basándose en la siembra directa y que hoy manejan grandes extensiones mediante la «agricultura de precisión» [1]. El principal de ellos es Grobocopatel, que con el grupo «Los grobos» explota 150.000 hectáreas, aunque sólo es propietario del 10%. También está el caso del magnate de las finanzas George Soros, que mediante la firma Adecoagro, ya controla 250.000 hectáreas en todo el MERCOSUR, y El tejar, que administra 120.000 hectáreas.
El segundo grupo protagonista del proceso de concentración de la producción son los llamados «pools de siembra». Originalmente, los pools eran asociaciones entre productores, para comprar insumos y explotar en común una extensión mayor. Actualmente se trata de fondos de inversión en los que aquellos que los arman son ajenos a la producción agropecuaria. Se arman anualmente contratando ingenieros agrónomos, en campos arrendados y tercerizando todo el trabajo. Son una forma de colocación financiera anual que aprovecha la renta que viene creciendo año a año.
Siguen creciendo las ganancias
Parece una ironía que en la Argentina de hoy, cuando el conflicto entre campo y gobierno lleva más de 100 días debido a las retenciones impuestas al sector, la rentabilidad sigue en niveles altísimos.
Según estimaciones del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) los grandes productores de soja obtienen, luego de deducir gastos y retenciones, entre 650 y 850 dólares por hectárea en cada cosecha. Así, si los arrendamientos rondan los 500 dólares por hectárea al año, para las grandes explotaciones el beneficio sería entre 150 y 350 dólares por hectárea [2]. Pero también se reconoce que probablemente las retenciones golpeen poco los márgenes de los pools, ya que gran parte del mismo será transferido a los arrendatarios, mediante la caída en los arrendamientos.
Las estimaciones continúan con los productores medios que a criterio del INTI no la pasan tan mal. Los exportadores y los proveedores se llevan un nivel de rentabilidad que ronda el 10% en caso que produzca en campos arrendados. Por eso continúa la presión por extender el negocio sojero, que ha redundado en un desplazamiento de productores familiares y/o campesinos que sembraban pocas hectáreas de frutas, legumbres, hortalizas, caña, algodón, tabaco, yerba mate. Este desplazamiento continúa en las provincias de Chaco, Jujuy, Santiago del Estero. Como esto representa el 13% de la recaudación fiscal al gobierno, no aspira a desmantelarlo.
Y es que todos ven un gran negocio en la soja, hasta los propios integrantes del gobierno. Hace unos días el diario Crítica de la Argentina [3] publicaba que uno de los gobernadores más críticos con el agro, Capitanich, gobernador del Chaco, había creado un fondo para sembrar soja.
Efectivamente, «Jorge Capitanich, el gobernador del Chaco, uno de los principales voceros del oficialismo en sus ataques contra el campo, riguroso crítico de los pools de siembra, es en realidad un pionero en la instalación de ese tipo de organización empresarial en el país. A través de una de sus sociedades fue parte fundadora de Fondagro, un Fondo Común Cerrado de Inversión dedicado a la explotación agrícola de grandes extensiones de tierra, primero en el nordeste del país y luego en la provincia de Buenos Aires. Fondagro se creó en 1997 gracias a la sinergia de cuatro empresas: Mercofond; Custodia Sociedad Depositaria de Fondos Comunes de Inversión; M-Unit; Separ y Mercado Abierto. Esta última ocupó el rol jurídico de «agente colocador», o sea que se encargó de buscar los inversionistas para Fondagro. Tuvo éxito. El fondo arrancó con un capital de casi 7 millones de dólares. En aquel tiempo, Mercado Abierto estaba manejada por Aldo Ducler, investigado por lavado de dinero por el gobierno de los Estados Unidos».
Las reuniones de mandatarios no sacan el hambre
Cerca de 900 millones de personas pasan hambre en el mundo y la ONU ha dicho que otros 100 millones se les unirán en breve. Mientras tanto, los mandatarios se reúnen en conferencias de alto nivel sobre seguridad alimentaria para intentar buscar las causas del aumento de precios de los alimentos pero las multinacionales del agri-business especulan con los alimentos y obtienen sustanciales beneficios de la crisis.
Se estima que los fondos de inversión controlan el 60% del trigo y altos porcentajes de otros granos básicos. Los alimentos se han convertido en un objeto más de especulación bursátil, cuyo precio se modifica en función de los vaivenes especulativos y no de los mercados locales o las necesidades de la gente. Como si esto fuera poco, como el petróleo es caro, se ha decidido «quemar» alimentos para hacer agrocombustibles.
Mientras, el Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria ha declarado el Estado de Emergencia de los Pueblos, por el que propone que pueblos y gobiernos suspendan las medidas legislativas y los acuerdos que pongan en peligro el derecho a los alimentos y la soberanía alimentaria.
Hasta ahora parece que nadie escucha.
Notas
[1] La agricultura de precisión es un concepto agronómico de gestión de parcelas agrícolas, basado en la existencia de variabilidad en campo. Requiere el uso de las tecnologías de Sistemas de Posicionamiento Global (GPS), sensores, satélites e imágenes aéreas junto con Sistemas de Información Geográfico (SIG) para estimar, evaluar y entender dichas variaciones. La información recolectada puede ser usada para evaluar con mayor precisión la densidad óptima de siembra, estimar fertilizantes y otras entradas necesarias, y predecir con más exactitud la producción de los cultivos. www.wikipedia.org
[2] «Tratando de entender. La cuestión agraria en la Argentina de hoy» www.enriquemartinez.com.ar Enrique Martinez es el presidente del INTI.
[3] Capitanich, el más duro con el campo, creó un fondo para sembrar soja. Nicolás Wiñazki. Crítica de la Argentina 6/6/2008.