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OMC, los pobres se rebelan

Fuentes: Rebelión

Los tiempos y las actitudes de los dirigentes de las naciones del Sur han ido cambiando de forma vertiginosa en los últimos años. Ya no se puede convencer o presionar para que los menos desarrollados se entreguen atados de pies y manos a los países poderosos del Norte. Muchas y largas han sido las vicisitudes […]

Los tiempos y las actitudes de los dirigentes de las naciones del Sur han ido cambiando de forma vertiginosa en los últimos años. Ya no se puede convencer o presionar para que los menos desarrollados se entreguen atados de pies y manos a los países poderosos del Norte.

Muchas y largas han sido las vicisitudes que han sufrido estas naciones que han pasado por colonizaciones, neocolonizaciones, neoliberalismos y todo tipo de políticas de rapiñas durante las cuales sus materias primas, riquezas naturales y capital humano han sido saqueados por los países dominantes.

Desde hace varios años los pueblos han comenzado a rebelarse contra esas arbitrariedades y los ejemplos más fehacientes han sido la negativa de la mayoría de Latinoamérica a suscribir el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que Estados Unidos trató de imponer a la región para controlarla económica y políticamente, y el reciente fracaso de las conversaciones de la Ronda de Doha, en la Organización Mundial de Comercio (OMC).

La supremacía de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, que siempre habían impuesto sus demandas y deseos bajo diversas formas de presión y chantaje, rodaron por el suelo ante las posiciones de la mayoría de las naciones del Sur, representadas por el llamado Grupo de los 20 (G-20) que hoy lo integran 23.

Estos son: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, China, Cuba, Ecuador, Egipto, Filipinas, Guatemala, India, Indonesia, México, Nigeria, Pakistán, Paraguay, Perú, Sudáfrica, Tailandia, Tanzania, Uruguay, Venezuela, Zimbabwe.

Con anterioridad, en las negociaciones globales de la Ronda de Uruguay (1986-1994) antes de la creación de la OMC (1995), las decisiones eran elaboradas y acordadas por un grupo denominado «cuadrilátero», donde actuaban Canadá, Estados Unidos, Japón y la Unión Europea, sin tener en cuenta los intereses de la mayoría..

El G20, surgido dentro de la OMC en la reunión celebrada en Cancún, México en 2003, ha obstaculizado los acuerdos «entre ricos», según declaró el canciller brasileño Celso Amorim, mientras que el ministro indio de Comercio, Kamal Nath, aseguro que «gracias a la posición del grupo hemos podido llegar tan lejos».

Como siempre ha ocurrido, el rechazo de Estados Unidos y de sus seguidores a reconocer el derecho de los países en desarrollo a aplicar un mecanismo de salvaguardias especiales para proteger sus productos ante los aumentos imprevistos de importaciones agrícolas, resultó el detonante final.

El mecanismo les hubiese permitido introducir aranceles extraordinarios sobre un producto agrícola en caso de un abrupto aumento de las importaciones del mismo o de una fuerte caída de su precio en los mercados internacionales.

La posibilidad fue rechazada por los países desarrollados, particularmente Washington, al aducir que tal sistema disfrazaba un intento proteccionista.

A esto se sumaron los enormes subsidios que otorgan las naciones ricas a sus agricultores los cuales afectan la posibilidades de competencia en los mercados de las empresas y agricultores del llamado Tercer Mundo.

Diferencias insalvables entre India, China y Argentina, entre otros, con respecto a las posiciones estadounidenses hicieron fracasar esta última Ronda de Doha en Suiza que comenzó desde el 2001.

El proyecto presentado por el director general de la Organización Mundial de Comercio Pascal Lamy también adolecía medidas para resolver muchas cuestiones pendientes como las subvenciones al cultivo de algodón de Estados Unidos, el régimen bananero o los mecanismos de protección de importaciones agrícolas en los países mas pobres, por citar algunas.

Aunque como afirmó el ministro indio de Comercio, todos los países querían concluir un acuerdo, la realidad es que los proyectos más importantes puestos sobre la mesa de negociaciones, no beneficiaban a la mayoría.

La reunión de Suiza ha demostrado que ya las naciones del Tercer Mundo no se dejan aplastar por las más fuertes y que hay que contar con ellas para llegar a un acuerdo serio y razonable dentro de la OMC. Ha sido la rebelión de los pobres.