El último choque entre el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y el gobierno estadounidense que preside George W. Bush, no es más que un nuevo capítulo de una serie de enfrentamientos que han sumido las relaciones entre Washington y Caracas a los peores niveles de su historia. Chávez anunció el jueves la expulsión del embajador […]
El último choque entre el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y el gobierno estadounidense que preside George W. Bush, no es más que un nuevo capítulo de una serie de enfrentamientos que han sumido las relaciones entre Washington y Caracas a los peores niveles de su historia.
Chávez anunció el jueves la expulsión del embajador estadounidense en Caracas, al que dio un plazo de 72 horas para abandonar el país, y ordenó una inmediata reducción de los vuelos a Venezuela operados por aerolíneas estadounidenses, tras acusar a la superpotencia de estar detrás de una conspiración para desbancarlo del poder.
Las fricciones entre Venezuela y Estados Unidos se remontan a 2002, cuando el líder venezolano ya condenó a Washington por legitimar el golpe de estado que le dejó fuera del poder durante dos días.
Washington reconoció entonces a aquel nuevo y fugaz gobierno, aunque la administración Bush negó trabajar en la sombra con el objetivo de tumbar al gobierno del líder «bolivariano».
En 2005, las relaciones bilaterales volvieron a estar bajo mínimos después de que Chávez suspendiera su cooperación antidroga con Estados Unidos tras acusar a los agentes estadounidenses de espiar al gobierno venezolano.
Desde Estados Unidos, se acusó entonces a Venezuela de fracasar en el frente contra la droga y no hacer lo suficiente al respecto.
En 2006, las discrepancias llegaron a la mismísima Asamblea General de la ONU, cuando Chávez descalificó al presidente estadounidense George W. Bush, al que llamó «diablo» -según el líder venezolano, Bush «olía a azufre»- además de «burro», «borracho» y «cobarde», una pintoresca forma de criticar la política «imperialista» del mandatario estadounidense.
Más tarde, Chávez procedería a nacionalizar los mayores proyectos petroleros propiedad de los gigantes estadounidenses como Exxon Mobil, con el objetivo de contrarrestar la influencia norteamericana en Venezuela.
Antes de esta última crisis, Chávez había amenazado antes este año con recortar las ventas de crudo a Estados Unidos, su principal cliente, reiterando sus críticas a Washington por tratar de extender su influencia en tierras venezolanas.