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Cumbre de Washington del G-20: ¡¡Que siga el juego!!

Fuentes: Comunicado de ATTAC España

El pasado sábado vio la luz la Declaración de la Cumbre de Washington, celebrada por el grupo de países G-20. Desde ATTAC-España queremos hacer una valoración de la misma, señalando tanto aquellos aspectos que pueden considerarse como avances, como poniendo en evidencia aquellos otros que a nuestro juicio siguen constituyendo un lastre para escapar de […]

El pasado sábado vio la luz la Declaración de la Cumbre de Washington, celebrada por el grupo de países G-20. Desde ATTAC-España queremos hacer una valoración de la misma, señalando tanto aquellos aspectos que pueden considerarse como avances, como poniendo en evidencia aquellos otros que a nuestro juicio siguen constituyendo un lastre para escapar de la crisis sistémica en que se encuentra sumida la Humanidad. Hace unas semanas los movimientos de ciudadanos/as ATTAC de toda Europa utilizábamos el eslogan ¡¡Cerremos el casino financiero!! (1) para resaltar las características de juego de azar y de ausencia de control democrático en el funcionamiento de los mercados financieros, las cuales están en la base del actual colapso de la economía real. Una vez analizados los Principios y el Plan de Acción contenidos en la mencionada Declaración cabe afirmar, que se han sentado las bases «para que siga el juego».

RESPECTO A LOS PAÍSES PARTICIPANTES EN LA CUMBRE. Cuando se trata de evaluar el desmoronamiento del sistema neoliberal que campa a sus anchas por todos los rincones del planeta desde hace 30 años, así como sentar las bases de otro que lo supere, sería necesario que en dicho proceso hubieran participado todos los pueblos de la Tierra en el marco de una conferencia auspiciada por Naciones Unidas, especialmente los que se han visto más afectados por las políticas neoliberales y sobre los cuales repercutirán mayormente los efectos de esta crisis. Sin embargo, la Cumbre de Washington ha sido convocada por Estados Unidos, la potencia militar y económica que ha conducido al actual «desorden mundial», y más allá de los países con mayor PIB y/o renta per cápita del club de los más enriquecidos, sólo se ha ampliado el círculo para contar con las llamadas potencias económicas emergentes, lo que de hecho puede interpretarse como un paso hacia la multilateralidad en las relaciones internacionales. Si embargo, pesan mucho más las ausencias: ¿Quiénes han defendido y planteado en la Cumbre los intereses y los problemas de esa tercera parte de la población mundial ausente y, en particular, la de los pueblos empobrecidos y saqueados de África y el Magreb, Oriente próximo y Oriente medio, Asia Central o América Latina?.

NO SE CUESTIONA EN NINGÚN CASO EL PARADIGMA ECONÓMICO NEOLIBERAL PRODUCTIVISTA Y CONSUMISTA. Se sigue planteando el objetivo de restaurar el crecimiento económico en los términos en que lo ha entendido el sistema capitalista durante el último siglo, sin considerar como un grave problema el agotamiento de los recursos naturales y el aumento de los niveles de contaminación que están poniendo en peligro la continuidad de la vida sobre el planeta. Ante este inmovilismo sería necesario desarrollar conceptos emergentes como el «decrecimiento» y «la satisfacción austera de las necesidades básicas», conectando la conservación del medio ambiente con la reducción efectiva de la pobreza. Sin embargo, se continúan poniendo como guía los principios del mercado libre en la forma de eliminación de obstáculos al comercio y la inversión, favoreciendo así unas mayores desigualdades entre los diferentes pueblos de la Tierra y aumentando los procesos de rapiña y expolio de los recursos y la riqueza de los pueblos del Sur, dirigidos desde los gobiernos y multinacionales del Norte. Ese no es el camino para la pretendida reducción de la pobreza.

SIGUEN TIRADOS EN LA CUNETA DEL OLVIDO OTROS GRAVÍSIMOS PROBLEMAS DE LA HUMANIDAD. La Cumbre ha sido monográfica sobre la reforma del sistema financiero mundial, y tan solo ha citado en una línea de la Declaración otros problemas más urgentes si cabe tales como el cambio climático, el comercio internacional de alimentos (soberanía alimentaria) y la seguridad energética (que no un acuerdo sobre la producción y el consumo de energía a escala mundial que promueva el uso de energías alternativas), eso sí, sin dedicarles ni una sola reflexión de calado político. En definitiva, otra ocasión perdida para hacer creíbles los Objetivos de Desarrollo del Milenio de Naciones Unidas, tanto en lo que toca al desmantelamiento de todo el entramado económico, político y militar que divide a la humanidad por un profundo abismo, así como por su nula concreción en apoyos financieros para acelerar su consecución (al contrario de los inmediatos y desbordantes fondos comprometidos en los planes de rescate del sector bancario y financiero, que superan ampliamente el billón de dólares y que se están destinando a cubrir las pérdidas de las entidades financieras que han jugado en el casino financiero). Hay que recordar que una veinteava parte de esta cantidad que ahora se regala a los bancos (por haber sido «perdedores, ineficientes, arriesgados o estafadores») hubiera servido para hacer frente a la pobreza en el mundo y a cumplir con esos Objetivos del Milenio que una y otra vez se postergan.

AMBIGÜEDAD Y FALTA DE CONCRECIÓN AL DEFINIR LAS CAUSAS DE LA CRISIS. Tras una loa al reciente período de fuerte crecimiento global, crecientes flujos de capitales y prolongada estabilidad, que hace olvido de crisis recientes como la burbuja tecnológica o las crisis financieras o de la deuda en Argentina, México, Rusia o el sudeste asiático, la Declaración afirma textualmente ,como importantes causas subyacentes de la situación actual, que se han aplicado «unas políticas macroeconómicas incoherentes e insuficientemente coordinadas y unas reformas estructurales inadecuadas que han llevado a unos resultados macroeconómicos insostenibles a escala global». La cita entrecomillada es absolutamente demoledora y pone en cuestión todo el marco institucional y de política económica neoliberal seguido en los últimos tiempos. No obstante, se deja ahí, como caída del cielo. Sería como decir que «la crisis se debe a que se ha hecho todo mal» y acto seguido, pasamos página.

UNA POLÍTICA MONETARIA DE MÁS AMPLITUD DE MIRAS. En la Declaración de la Cumbre también se apela a la política monetaria para salir del atolladero. Implícitamente se reconoce su capacidad anticíclica, con más posibilidades que las de estricto guardián de la estabilidad de precios que le asigna organismos como el Banco Central Europeo. En los tiempos que corren se abren dos opciones: la política monetaria contractiva, vía aumento del tipo de interés, para luchar contra la inflación y ahogar a las familias y a las PYMES; o la política monetaria expansiva, vía reducción del tipo de interés, para dar oxígeno a los agentes económicos más desprotegidos. En Europa, esta última política sólo se ha comenzado a instrumentar recientemente, con más de un año de retraso, favoreciendo así una crisis de la economía real de mayor profundidad. Los criterios «técnicos» del Banco Central Europeo para atajar presuntas tensiones inflacionistas de origen especulativo (precios del petróleo y de los alimentos) han prevalecido sobre los criterios políticos que aconsejaban financiar el consumo y la inversión de la economía real.

LA POLÍTICA FISCAL: ¿LA VUELTA DEL KEYNESIANISMO? También se afirma en la Declaración la conveniencia de recurrir a «medidas fiscales para estimular las demandas internas en un marco político de sostenibilidad fiscal». Y eso no es otra cosa que la cuadratura del círculo. Por un lado, se propone la reducción de impuestos pero sin señalar cuáles. Por otro lado, aunque no se dice, será preciso un mayor gasto público para atender las prestaciones de desempleo de los/as trabajadores/as que están perdiendo y perderán su puesto de trabajo. Y por último, como la actividad económica retrocede por que ya se ha entrado en recesión (crecimiento económico negativo), los ingresos fiscales se reducirán aunque se mantuvieran los tipos impositivos. ¿Cómo se piensa obtener la sostenibilidad fiscal (el equilibrio presupuestario)? ¿Por qué no se habla abiertamente de incurrir en déficit público para financiar gastos sociales y servicios e inversiones públicas en infraestructuras destinadas a los colectivos más desfavorecidos?. Es hora de reconocer abiertamente que el Pacto de Estabilidad de la Unión Europea es una reliquia del pasado que limita la acción política en el presente.

¿QUÉ HACER CON LAS ACTUALES INSTITUCIONES FINANCIERAS Y COMERCIALES INTERNACIONALES? Al respecto, la Declaración de Washington es absolutamente clara. Se sigue dando un voto en blanco a la OMC, al FMI y al l Banco Mundial para superar una crisis, a sabiendas de que estos propios organismos han contribuido a gestar y a hacer más dura en los países empobrecidos. Utilizando el símil, es como poner de bombero a quien hasta ahora se ha dedicado a meter broza seca en todos los rincones de la economía mundial y ha mirado a otro lado cuando las chispas de la especulación lo han incendiado todo. Nuestra propuesta es sustituir estos organismos por otros nuevos sobre las bases de la igualdad y el control democrático por parte de todos los pueblos del mundo y no de los países más ricos. El nuevo orden mundial que hay que definir no debe basarse sobre los cimientos del actual, sino sobre sus cenizas.

LA UNIÓN EUROPEA COMO CASO EXTREMO DE DESREGULACIÓN FINANCIERA. La Unión Europea carece de una regulación y supervisión comunitaria para las operaciones financieras transnacionales, ya que la supervisión bancaria y de las bolsas solamente existe en cada país; y a los Estados miembros se les prohíbe introducir cualquier restricción en los movimientos de fondos extracomunitarios. No obstante, en la Declaración de la Cumbre se sigue hablando de apoyar la «innovación en los mercados financieros». Si por algo se ha caracterizado todo el período de primacía neoliberal en la economía mundial, ha sido por esa denominada «innovación financiera» opaca y desbocada, donde se ha llegado a extremos en los que se hace muy difícil de entender y gestionar productos financieros que están concebidos para la especulación y la ganancia rápida en vez de para financiar la economía real, comenzando por la satisfacción de las necesidades humanas más urgentes. Poner coto a esta situación implica frenar y revertir dicho proceso de innovación y regular férreamente los tipos y características de dichos productos. Sin embargo, en la Declaración de la Cumbre, las referencias a los acuerdos para mejorar la supervisión financiera tampoco cuestionan los presupuestos de la globalización financiera que, al desmantelar los controles bancarios de los Estados durante la década de los noventa, ha generalizado la libre movilidad internacional del capital como principio organizativo. Hay que destacar, que en el marco de las negociaciones de la Ronda de Doha, la UE continúa presionando a los países en desarrollo para que liberalicen aun más el sector de servicios financieros.

NADA SOBRE LA DENUNCIA Y SUPRESIÓN DE LOS PARAÍSOS FISCALES. A pesar de que los paraísos fiscales o centros offshore son la piedra angular sobre la que descansa la estructura financiera internacional, así como refugio de actividades delictivas de lo más variadas (evasión de impuestos, narcotráfico, contrabando de armas, tráfico de personas, terrorismo), en la Declaración de la Cumbre se los denomina eufemísticamente como «jurisdicciones no cooperadoras y poco transparentes», como si la cooperación y la transparencia hubieran sido la enseña del marco financiero que acaba de derrumbarse. En los paraísos fiscales reposa a buen recaudo una cuarta parte de la riqueza mundial, entre la que cabe mencionar los activos de muchos bancos e instituciones que se supone han quebrado, por lo que la liquidación de estos escondites privilegiados podría ayudar a mejorar la transparencia del sistema, además de significar un buen estímulo financiero para salir de la crisis. Dentro de Europa, o como territorios dependientes de países miembros de la Unión Europea, están en la lista de paraísos fiscales las Islas Caimán, las Islas Vírgenes Británicas y Gibraltar (ligados al Reino Unido), Liechtenstein, Andorra y Luxemburgo.

CLAVES DE LAS REFORMAS QUE ESTÁN POR VENIR. En la Declaración de la Cumbre se afirma que dichas reformas deben basarse en «el libre mercado, la propiedad privada, el comercio y las inversiones libres en mercados competitivos». Y esta contundencia dice a las claras el alcance y la profundidad de los cambios que se avecinan, es decir, maquillaje puro. Si partimos de que el libre mercado competitivo sólo existe en los manuales de Economía que se imparten (todavía) en las Facultades donde aprenden los/as economistas y gestores/as de empresas del futuro, lo que toca es acercarnos a la realidad, que es mucho más compleja en matices, y desenmascarar cómo las relaciones comerciales, inversiones productivas y/o especulativas y guerras «humanitarias y preventivas» están detrás de que cada vez haya una mayor parte de la humanidad sumida en la desesperación de la pobreza y la violencia. Por mucho que se empeñe el presidente saliente de Estados Unidos y los líderes mundiales que apoyan sus tesis el futuro pasa por abrir puertas al debate de otras formas de organización social, política y económica, así como a organizaciones de la sociedad civil que están detrás de ellas. Esta Cumbre ha mantenido cerradas bajo llave estas puertas hacia la esperanza.

LA OBSESIÓN ENFERMIZA POR EL LIBRE COMERCIO. La Declaración sigue abundando en las bondades del libre comercio internacional y en el papel de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en su empeño de desmantelar las barreras de la inversión y el comercio de bienes y servicios que perjudica notoriamente a los países menos desarrollados. Parafraseando a Reagan, podemos decir que la OMC no es la solución, sino el problema. En vez de reconocer los efectos perversos de la liberalización comercial en muchos aspectos que tienen que ver con la satisfacción de las necesidades básicas (incluyendo la provisión de servicios públicos esenciales), el deterioro ambiental del planeta y el empobrecimiento de amplias áreas marginales del mundo, la Cumbre de Washington corre un tupido velo y se reafirma en el compromiso de cerrar la ronda de negociaciones de Doha que quedó varada en la arena, entre otros motivos, por su cerrazón para no considerar el carácter prioritario del derecho a la alimentación (soberanía alimentaria) sobre aspectos instrumentales como la liberalización comercial. La incapacidad de acabar con el hambre es una muestra más del fracaso de la OMC tras décadas de desregulación de los mercados agrícolas. En materias que tocan a derechos humanos básicos, tenemos que ser escépticos respecto a las posibilidades del mercado y apostar por garantizar su cumplimiento mediante mecanismos públicos que operen con criterios de justicia social.

LA CRISIS DE LA ECONOMÍA REAL ES CONSECUENCIA DIRECTA DE LA CRISIS FINANCIERA. De la lectura de la Declaración de la Cumbre pareciera que hablamos de una crisis circunscrita al ámbito de lo financiero, de manera que las medidas acordadas sólo tienen que ver con éste. La realidad sin embargo es que la propagación de la crisis financiera a la economía real se está dejando sentir con una contundencia dramática a la vez que marca una evolución propia: explosión de la burbuja inmobiliaria, aumento de la morosidad en el pago de préstamos hipotecarios, familias a las que se les embarga su casa o que no pueden acceder a su primera vivienda, despidos masivos y sin precedentes en los sectores más sensibles o estratégicos de la economía, con efecto dominó sobre el resto del sistema productivo. En el origen de todo está la escasez y/o encarecimiento del crédito para financiar la producción de las PYMES y el consumo de las familias, este último ya maltrecho por el creciente peso que la devolución de los préstamos está alcanzando en una renta familiar cada vez más cautiva a largo plazo. Hoy día, los problemas más graves y urgentes de la economía ya no tienen que ver con la delicada situación de las entidades financieras (algunas con beneficios absolutamente desmedidos) y sí con actividades productivas y personas damnificadas por la codicia de dichas entidades que ha contado con la bendición de los poderes públicos.

Ahora más que nunca abogamos por la puesta en marcha de un proceso incluyente, que incorpore la participación activa de todos los gobiernos del mundo, los representantes de la sociedad civil y los movimientos sociales en los foros de debate y decisión que deben abrirse en los próximos meses. Juntos todos, tenemos que ir por delante, articulando las demandas sociales, señalando a la ciudadanía y a los decisores públicos los caminos que entendemos ya están agotados así como las sendas que están por transitar en la búsqueda de alternativas. Es lo que ATTAC ha venido haciendo en los últimos 10 años y nuestro compromiso para esta nueva etapa crucial de grandes cambios en la que ya estamos inmersos/as.

ATTAC España – 18 noviembre 2008

(1)http://www.attac.es/portalattac/index.php?option=com_content&task=view&id=357&Itemid=46)