Recomiendo:
0

El beso de despedida, arma de indignación masiva

Fuentes: Rebelión

En una de sus últimas intervenciones, en el desastroso encuentro entre occidente y el mundo musulmán, en una conferencia de prensa, el presidente G. W. Bush se vio obligado a agachar su cabeza ante el saludo de un pueblo indignado por el horror y la barbarie del nuevo país «liberado», con sus secuelas de muertos, […]

En una de sus últimas intervenciones, en el desastroso encuentro entre occidente y el mundo musulmán, en una conferencia de prensa, el presidente G. W. Bush se vio obligado a agachar su cabeza ante el saludo de un pueblo indignado por el horror y la barbarie del nuevo país «liberado», con sus secuelas de muertos, viudas y niños destrozados por la orfandad y por la misma crueldad de la guerra.

Fue el último beso, el beso de despedida de un pueblo indignado. Para el occidente anglosajón, este «chocante hecho» es repudiable. Pero lo es más la presencia en suelo Iraquí de un genocida, que en este caso es el mandatario más impopular y desprestigiado del orbe. Este acto de bienvenida y de despedida, fue como se dice, un choque de culturas. Y es que el mundo musulmán es un mundo literalmente «otro»; es, según se desprende de los relatos de Robert Fisk, el portentoso periodista británico de The Independent, una cultura única en su género y hondamente distinta. Sus gestos tan minuciosos, su pulcritud, su manera de vivir la cotidianidad, son formas de encarar el encuentro con el «otro».

En otros relatos, uno puede mirar que en el suelo musulmán hay un espacio para la coexistencia y la cortesía y, según nos hacen notar, también hay espacios para la deshonra, entre las que se halla en ciertos malhadados casos, la marginación y el abuso a las mujeres http://www.webislam.com/?idt=10810. Pero los actos de deshonra al «otro» son distintos. Y es que para el mundo árabe, mostrar simplemente la suela del ‘kundar’, como se dice al zapato en iraquí, es ya considerado una terrible ofensa. Y ofensa mucho más grave es llamar a alguien «perro», un animal que los musulmanes consideran ‘impuro’, y que por ello fuera utilizado en Abu Ghraib por los invasores norteamericanos para torturar a este pueblo.

Tras la desastrosa campaña política y militar en suelo iraquí; de justificar causas inexistentes como la posesión de armas de destrucción masiva o nexos con Al Qaeda y el 11 de septiembre con el ex dictador Sadam Husein; o de dejar en la pobreza y destrozado los servicios básicos y las principales infraestructuras del pueblo de Irak; y dejando alrededor de un millón de víctimas civiles a nombre de la libertad y de los intereses petroleros y armamentistas que impulsaron este genocidio encubierto; el oprobioso mandatario de Estados Unidos, fue despedido con un beso a su altura. Un acto de sobria despedida.

En la mencionada conferencia de prensa, Muntazer al Zaïdi, periodista del canal de televisión iraquí Al Bagdadia, dio un saludo y una despedida al monarca imperial que pasará a la posteridad. Arrojándole sus zapatos (el primero de saludo y el otro de despedida) al presidente G W Bush, al Zaïdi exclamó: «Toma tu beso de despedida, pedazo de perro. Es el final».

Este acto sorpresivo, como la visita de Bush a Irak, ha concitado la atracción de todo el pueblo iraquí quienes se solidarizan con este hecho. Debido a ello, Muntazer al Zaïdi es considerado un héroe nacional.

Y es que parece ser que hay varios besos, de llegada y de salida. El primer beso, el de saludo, puede ser en ciertos momentos, bochornoso, mucho más si es un beso de saludo musulmán de hermandad (con su salam aleikum acompañado) para un occidental. Es como que en un abrir y cerrar de ojos, los reflejos prudentes cesan y uno se ve abocado a la situación de vivir en otro tipo de cultura y espacio moral. En cierto momento, hasta uno puede ser perdonado por esquivar este primer beso!

Pero hay un segundo beso, nada erótico ni lujurioso por cierto, donde uno deja ya que las circunstancias entren en el pleno rostro de occidente, sin vacilar… y en este caso, debería no ser evitado!! En especial en el caso de este títere de las petroleras y de la jugosa y lucrativa industria armamentista. El beso, como un relámpago, un zapato hecho proyectil, «un arma de indignación masiva» que reflejaba la cólera de un pueblo, aún si hubiese acertado en la trayectoria, y a pesar de que todos hubiésemos querido que así sea, no pudo haber llegado pues la mano del primer ministro iraquí Nuri Al Malikien, primer ministro nombrado en plena ocupación, habría podido evitar este contacto físico.

Sin embargo, y a pesar de que Talabani, el presidente de Irak se haya dirigido a Bush calificándolo de «gran amigo del pueblo iraquí, que ha ayudado a liberar», hoy por hoy Muntazer al-Zaïdi es considerado un héroe nacional. El Consejo Sunita de Ulemas ha percibido este acto como «un hecho histórico».

Que se desprende entonces del segundo beso de despedida? Es pues, el inicio del futuro de la relación. Y aunque se crea, ni aún la presencia de la mano del primer ministro iraquí Nuri Al Malikien podrá evitar esta nueva etapa. Este, el segundo beso, el de plena despedida, es aquel que, aúnque no parezca, llegó a su destinatario.

Ante la ficción de los ojos siempre victoriosos norteamericanos, y tras la realidad del colapso financiero que también debe sus causes a esta guerra infame e ilegal -no sé si haya guerras legales, con la crueldad y miseria humana que conllevan- y luego de la segunda intervención estadounidense, a sangre y fuego en suelo iraquí, con misiles cruceros cayendo sobre pueblos y ciudades indefensas, la intervención anglosajona sigue siendo un histórico desastre. De este segundo zapatazo podemos desprender, si seguimos a Fisk, que el imperio que se deshace, como los anteriores, en su larga trayectoria de colonización y barbarie en suelo árabe ha aprendido, nuevamente, una última y vieja enseñanza del pueblo musulmán:

«En nuestros radares históricos ni siquiera aparece Craso, el más rico de los generales romanos, quien exigió ser emperador luego de conquistar Macedonia -«misión cumplida»- y en venganza se propuso destruir Mesopotamia. En un lugar del desierto, cerca del río Éufrates, los partos -antecesores de los actuales insurgentes iraquíes- aniquilaron las legiones, le cercenaron la cabeza a Craso y la enviaron de vuelta a Roma, llena de oro. En estos tiempos habrían grabado en video la decapitación.

Con su monumental arrogancia, esos hombrecitos que nos llevaron a la guerra hace cinco años ahora demuestran que no han aprendido nada.» (Robert Fisk, The Independient).

No hubo pues, una mejor despedida para un prepotente genocida. O podríamos haber esperado, si así lo quieren los ambiciosos de Wall Street y sus secuaces, que el pequeño emperador hubiese vuelto decapitado y repleto en oro negro.

Nuevamente aprendimos, siguiendo a Fisk, que no hay una conexión entre el mundo musulmán y el «terror»; pero si hay una línea directa que conecta el terror con la historica ocupación, demencial y siempre frustrada, del occidente anglosajón en suelo musulmán. Así, con este segundo beso de despedida al pequeño emperador, la pax americana está llegando a su fin.

Es el mismo beso con que deberíamos despedir a todo dictador: por todos los hombres y mujeres torturados, por los hijos huerfanos o humillados por la pobreza, por las mujeres viudas y las madres despojadas de sus hijos, por que en el lecho de la muerte, no debe haber «muertos buenos», ni madres de presidentes que dignifiquen el terror, la miseria y la barbarie!.

Al fin y al cabo, en la tumba o al final de la jornada no hay paz, cuando la vida no ha sido dignificada en los actos, en la plenitud de la relación.

«Ver la muerte como algo diferente de la vida o el movimiento como algo diferente de la inmovilidad es ser parcial. Ser imparcial significa ver el sufrimiento como algo no diferenciado del nirvana, porque la naturaleza de ambos es el vacío.» (Bodhidharma) mst

«cada palabra es como una mancha innecesaria sobre el silencio y la nada» (Samuel Beckett)