Son la misma calle, los mismos relámpagos, los mismos reflejos en los ojos de los niños. El pueblo desbocado por los centros comerciales en su compradera de Navidad es aparentemente el mismo pueblo. La misma espuma de un agua distinta. En medio del huracán consumista excitado por los canales privados (incluyendo RCTV que afuera creen […]
Son la misma calle, los mismos relámpagos, los mismos reflejos en los ojos de los niños. El pueblo desbocado por los centros comerciales en su compradera de Navidad es aparentemente el mismo pueblo. La misma espuma de un agua distinta. En medio del huracán consumista excitado por los canales privados (incluyendo RCTV que afuera creen «cerrado por Chávez») decenas de miles de ciudadanos se acercan a las mesas montadas en las aceras para firmar una solicitud de enmienda. De ser aprobada luego por una mayoría de electores, daría al pueblo venezolano un derecho que existe en casi todas las demás democracias, el de elegir a quien quiera cuantas veces le parezca como Jefe de Estado. A pesar del aplastante coro mediático y de la campaña de la oposición en contra de la «trampa del dictador», las firmas se recogen más rápido y con más entusiasmo de lo previsto, llegando a casi 5 millones en pocos días.
El 23 de noviembre 2008 la mayoría volvió a ratificar la política del «populista tropical» que ha hecho mas que cualquier jefe de Estado en 10 años. Millones de hectáreas para los campesinos pobres, mayor soberanía alimentaria al reducir la importación de comida, baja de 30 % de la pobreza, auge continuo del empleo e incremento del salario real, extensión de la seguridad social y del derecho a la jubilación, salvación de millones de vidas gracias a los programas de salud para los pobres, mitad de la población en pleno estudio, congelación de tarifas de los servicios públicos, nacionalizaciones estratégicas (telecomunicaciones, electricidad, siderurgia, cemento..), creación de empresas de propiedad social, masificación de créditos para adquirir o construir viviendas, creación del Banco del Sur, de Petrocaribe, del ALBA, lanzamiento del satélite «Simón Bolívar». La lista es impresionante, no exhaustiva (1). Fundamental es la explosión de la democracia participativa que va de los consejos comunales a los medios comunitarios, sin olvidar la dosis intensiva de elecciones, referendos, siempre validados por los observadores internacionales.
A varios «analistas de izquierda» la victoria de noviembre, obtenida a pesar de diez años de poder no parece tan significativa como las victorias locales de la oposición. Pretenden aconsejar a los venezolanos sobre cómo corregir a tiempo su proceso ante el «rechazo popular» (sic) y hacerles descubrir una burocracia o una corrupción que combaten desde muchos años. «Chávez perdió su popularidad a una velocidad vertiginosa que no imaginaba. Lo que quedara de él sera un simple brochazo rojo sobre el capitalismo» profetiza el Sr. St-Upery. Otros «expertos franceses», «moderados y libres de dogmas» como Rosenthal o Fogel anunciaban el ocaso inminente de la revolución cubana para el inicio de los 90. El punto común de estos «análisis» es el desprecio por el sujeto popular, por su paciencia lucida, por su historia de resistencia y por su inteligencia de los plazos.
Pues no se trata solamente del récord de participación que hace del Partido Socialista Unido, creado hace apenas un año, el primer partido, ganador de 17 gobernaciones sobre 22 y de la gran mayoría de las alcaldías (75 % de la población venezolana vive hoy en municipios bolivarianos). No solo se trata de que este partido ganó 700.000 electores en relación al referéndum de 2007, mientras la oposición perdió más de 550.000. O de la sociología que confirma que fueron las bases populares, como mayoría social, las que votaron por la propuesta bolivariana. Es que el PSUV con sus vicios de nacimiento, su reciclaje de algunas figuras viejas, ya no podrá manejarse como los partidos populistas de antes. Los cuestionamientos de la base ante la imposición de algunos dirigentes, por ejemplo, indican un despertar colectivo. Y más sudor para los pocos candidatos electos de la oposición, algunos de ellos envueltos en graves casos de corrupción o actores directos del golpe de Estado del 2002, y que descubren ahora a un pueblo dispuesto a defender sus centros de salud integral ante sus intentos de desalojo.. El sector «inteligente» de la derecha lo entendió, al intentar apropiarse las conquistas de la revolución y buscar voto a través de un discurso de «reconciliación nacional». Sostenido por un casi monopolio (85 %) de las ondas radio y TV y por casi toda la prensa escrita, podrá progresar mientras no tenga que revelarse en una política nacional..
La izquierda clásica, gran perdedora de estos comicios, siempre fue muy minoritaria electoralmente. Sus criticas «necesarias, constructivas…» a Chávez no siempre superan el eltismo y el colonialismo inconscientes. Como si todavía le costara aceptar que un presidente revolucionario no proviniera de sus filas.
En 1989, al mismo tiempo que caía el muro de Berlín, el pueblo venezolano se rebelaba contra el neoliberalismo de Carlos Andrés Pérez. La masacre de Caracas se produjo en la misma época que los bombardeos de los barrios de Panamá por los norteamericanos. Silenciados por los medios transnacionales ambos crímenes contra la humanidad empujaron a militares de extracción popular a reinterpretar la filosofía de Simón Bolívar : maldito el soldado quien use sus armas en contra de su pueblo, y de allí a rescatar la igualdad republicana como concepto central. No asombra pues que fueran estos soldados revolucionarios y no los pequeños partidos de izquierda quienes permitieron la «inyección de vitaminas a la democracia latinoamericana» en palabras de Eduardo Galeano. O que hace dos siglos la prensa imperial tachaba a Bolívar de «César sediento de poder eterno» o de «dictador loco» para alejar a los pueblos de su proyecto de Unión de Repúblicas.
Hoy las criticas del pueblo ante los retrasos, las incapacidades, los actos de corrupción, se dirigen no a la existencia sino a la falta de Estado revolucionario en muchas esferas de la vida cotidiana. Ante la desmovilización y el cansancio de parte de las bases el presidente pide al pueblo presionar a los nuevos elegidos para que cumplan con el programa de fortalecimiento del poder popular. Aquí se puede aprender mucho del Movimiento de los Sin Tierra brasileño : «en el descenso de las masas, formarse para preparar el reascenso.» Solo algunos periodistas distraídos vieron como folclórico el que el Presidente Chávez blandiera en una rueda de prensa el ultimo libro de István Mészaros : «el desafío y la carga del tiempo histórico» que le acababa de obsequiar Manuel Vadell, su viejo compañero del Movimiento Bolivariano 200.
(1) Indicadores sociales y económicos del 2008 :
http://www.rnv.gov.ve/
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http://www.vive.gob.ve/
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Thierry Deronne es Lic. en comunicación social (IHECS, Bélgica 1985). De 1985 a 1988 dicta talleres de vídeo en la Nicaragua Sandinista. En Venezuela funda la Escuela Popular de Cine (1995), la televisora comunitaria Teletambores (2000) y participa en la creación del canal campesino Camunare Rojo TV (Edo Yaracuy). Desde 2003 trabaja en Vive TV, canal del poder popular, del cual es actual vice-presidente de formación integral. www.vive.gob.ve