Esta enmienda equivale a la movilización popular que salvó a Chávez del golpe de estado para devolverlo al lugar en el que el pueblo lo quiere como su vocero y emblema de lucha. El tiempo que el propio pueblo lo considere necesario. Por eso es preciso, también, contar con bases legales y democráticas para ratificar […]
Esta enmienda equivale a la movilización popular que salvó a Chávez del golpe de estado para devolverlo al lugar en el que el pueblo lo quiere como su vocero y emblema de lucha. El tiempo que el propio pueblo lo considere necesario. Por eso es preciso, también, contar con bases legales y democráticas para ratificar el mandato social según sus tiempos y en sus condiciones históricas concretas. Sólo a condición de que se garantice la Revolución Permanente y la profundización de todos los procesos revolucionarios bajo control de los trabajadores, no de los burócratas ni de sus sectas. No es lo mismo reelegir a un líder del pueblo que reelegir a un administrador de la oligarquía.
No veo tal propuesta de enmienda como una iniciativa sólo del presidente Chávez. Se trata de un clamor popular. El proceso revolucionario de Venezuela enfrenta, además de amenazas de todo tipo, urgencias extraordinarias y tareas importantísimas que, entre mil otras cosas, requieren tiempo, coherencia y sistematización rigurosa. En Venezuela podemos ver la lucha de un pueblo que, en su mayoría, ha decidido profundizar y hacer irreversibles sus logros, peleando, palmo a palmo, su destino socialista contra una maquinaria monstruosa de agresiones variopintas entre las cuales están todos los planes de magnicidio, los golpes petroleros, los bloqueos y el «terrorismo mediático», por mencionar algunas.
Ese pueblo tiene claro que quiere tomar en sus manos su destino y quiere decidir por sí mismo, los modos y los medios para garantizar el desarrollo de su Revolución Permanente. Y cuenta con un líder que ha aprobado, no sin tropiezos, una y otra vez los exámenes históricos se le han impuesto y que, por eso, goza de la confianza de la mayoría. Hay pruebas de todo tipo. Por eso es necesario contar con bases legales y democráticas para ratificar el mandato del pueblo.
El problema no es la «reelección» el problema es para qué se la quiere, Venezuela necesita tomar medias de fondo en un escenario nacional y mundial movedizo. Venezuela requiere consolidar su proyecto socialista y tiene rezagos infames. Todavía el burocratismo ahoga a la revolución, todavía el capitalismo le vive en las entrañas, todavía el poder del pueblo en el gobierno es incipiente. Falta mucho trabajo en materia de expropiaciones a la banca, a los terratenientes, a los industriales mafiosos… a los púlpitos mediáticos cada día más nazi-fascistas. Hay mucho por hacer en salud, vivienda, educación y democracia laboral… falta mucho en la revolución cultural y en la batalla de las ideas. Si Chávez acepta ser vocero del clamor que exige esta enmienda, Chávez sabe que no es para un «día de campo», sabe que un pueblo en revolución le exige más trabajo, más profundidad y más acciones de fondo… contra la corrupción, contra los burócratas burgueses infiltrados en el gobierno, contra la oligarquía golpista agazapada para darle el «tiro de gracia» a la revolución bonita.
Al margen de todas las degeneraciones burguesas que ha sufrido (como en USA) la «Democracia» ésta, todavía, significa: «Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno» y «Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado». Baste ver cualquier diccionario como el de la Real Academia Española, por ejemplo. Ese pueblo en Revolución decidirá cuanto tiempo más necesita a sus líderes y que tareas les ordena que cumplan. No hay muchos ejemplos similares.
2-Si esta enmienda es aprobada, ¿cuál sería la repercusión en el futuro de los procesos revolucionarios y progresistas en América Latina?
Esta enmienda tendrá repercusiones fundamentales en toda America Latina en la medida en que su aprobación sea contundente en cantidad y en calidad. Será un mensaje histórico para todos nuestros paises, (si vencemos lo bloqueos mediáticos, claro) para hacer saber al mundo que la voluntad de un pueblo, conciente de su Historia y de sus necesidades, debe ser concretada en sus leyes y respetada por todos.
Contra la palabrería canalla que quiere confundir la palabra «reelección» con al palabra «dictadura» el pueblo de Venezuela tiene antídotos muy probados. Sólo hace falta que se distribuyan en todas partes para que surtan el efecto de la confianza y de la certeza internacionalistas. El debate sobre la reelección debe cundir en todo el continente no como un debate de elites o de oligarcas sino como un debate de los pueblos que cuentan con sus líderes y que son esos mismos pueblos los únicos que pueden decidir quiénes deben cumplir qué tareas y durante cuánto tiempo. Es una oportunidad magnífica, también, para poner en evidencia que la idea de «democracia» debe ser entendida en el contexto de la lucha de clases.
La idea burguesa de «democracia», que hoy sirve para monopolizar el poder en manos de mafias partidistas (nada democráticas en su interior, por cierto) sirve incluso para imponer gobernantes fraudulentos y regímenes espurios. La idea burguesa de «democracia» no es más que la pasarela farandulera de los «administradores» amaestrados por las oligarquías para reprimir a los pueblos y venderles ilusiones «democartistas» del más puro estilo reformista. Por algo les aterra la palabra «referéndum», por algo les aterra un pueblo decidido a hacerse libre y dueño de su destino. Por eso les aterra un pueblo que construye el socialismo. Este debate sobre la enmienda venezolana nos compete a todos y debemos tomarla como una tarea continental de la clase oprimida para asegurarnos participativamente el control obrero del destino de la humanidad a estas horas amenazada como nunca por el pero saqueo de la Historia, los daños más depredadores a los ecosistemas, los planes represivos más salvajes y la barbarie generalizada. No es lo mismo reelegir a un líder surgido, validado y probado por un pueblo en lucha hacia el socialismo que reelegir a un siervo del entreguismo y la barbarie, como ha ocurrido tantas, y lamentables, veces. El pueblo de Venezuela decidirá y su decisión es soberana y nuestra. Nada ni nadie puede estar por encima de la voluntad y la decisión de un pueblo.