Para ser exitosos, los programas de reducción de la pobreza deben basarse sobre la vida y experiencias de los millones de pobres del mundo y hacer énfasis en las oportunidades económicas, según un estudio del Banco Mundial presentado este miércoles en Washington. «Moving out of Poverty: Success from the Bottom Up» («Saliendo de la pobreza: […]
Para ser exitosos, los programas de reducción de la pobreza deben basarse sobre la vida y experiencias de los millones de pobres del mundo y hacer énfasis en las oportunidades económicas, según un estudio del Banco Mundial presentado este miércoles en Washington.
«Moving out of Poverty: Success from the Bottom Up» («Saliendo de la pobreza: Éxito desde abajo») es el estudio más reciente y exhaustivo sobre las actitudes en relación a la pobreza desde que se difundió el anterior de la misma materia, «La voz de los pobres», en 2000.
El informe actual es uno de los pocos intentos de investigación comparada a gran escala para analizar cómo salir de la pobreza, más que sobre la pobreza en sí misma.
«En medio de la peor crisis financiera desde la Gran Depresión, es preciso que comprendamos mejor la dinámica de la pobreza y para ello debemos escuchar lo que los propios pobres tienen que decir», señaló Danny Leipziger, vicepresidente de Reducción de la Pobreza y Gestión Económica del Banco Mundial.
«Sus historias enseñan cómo se puede salir de la pobreza, en especial allí donde existen oportunidades. No obstante, también nos muestran con qué facilidad y rapidez se puede caer en ella», agregó.
El estudio se basa sobre entrevistas a 60.000 personas –mujeres, hombres, niñas y niños– pobres o que lo eran antes, en unas 500 comunidades de 21 regiones de 15 países de África, América Latina, Asia austral y Asia oriental. Las principales herramientas usadas en el estudio incluyen historias de vida individuales, el ejercicio de la «escala de la vida», discusiones de grupos motivacionales sobre varios asuntos, y entrevistas de hogares mediante cuestionarios.
La «escala de la vida» se hizo a fin de establecer cómo definía cada comunidad la pobreza y la riqueza y para determinar quién en la comunidad calificaba como pobre.
En este ejercicio, entre seis y 15 participantes crean una escala figurativa de bienestar. El escalón inferior representa a los más pobres de esa comunidad, y el superior a los más ricos.
Luego, el grupo clasifica hasta a 150 hogares de la comunidad en base a esa escala. Identifican la ubicación inicial de cada hogar 10 años antes y al momento del estudio (en 2005, en este caso).
Dadas estas calificaciones, el Banco desarrolló una matriz de movilidad comunitaria según la cual los hogares subieron o bajaron en esa escala o se mantuvieron en el mismo escalón durante el periodo de 10 años que abarca el estudio.
El reporte se realizó para comprender en profundidad los procesos mediante los cuales la gente sale de la pobreza o cae en ella. Al explorar la dinámica de la movilidad, los investigadores asumieron que cada individuo es experto sobre su propia vida y que los datos son más válidos cuando se los considera en un contexto local, y no sólo individual, con el paso del tiempo.
El estudio definió cuatro categorías de movilidad: hogares que eran pobres en 1995 pero salieron de la pobreza para 2005; hogares que eran pobres en 1995 y lo siguieron siendo en 2005; hogares que no eran pobres en 1995 y siguieron sin serlo en 2005; y hogares que no eran pobres en 1995 pero que para 2005 se habían sumido en la pobreza.
Una de las conclusiones clave del estudio es que la igualdad de oportunidades sigue siendo un sueño para muchas personas.
Los pobres «enfrentan muchas prácticas de exclusión», dijo Nora Dudwick, científica social del Departamento de Reducción de la Pobreza y Gestión Económica del Banco Mundial.
«Ellos no encuentran un campo de juego parejo», señaló, refiriéndose a la incapacidad de los pobres para insertarse en los mercados laborales y recibir asistencia financiera.
El estudio también sugiere que la acción colectiva ayuda a los pobres a hacer frente a su situación, pero no a progresar.
Aunque, sumados, su trabajo, efectivo o habilidades pueden dar a los pobres una manera de sobrevivir, el beneficio real de esta acción colectiva es para la sociedad.
El hecho de trabajar juntos impulsa un sentido de ciudadanía que es esencial para crear sociedades democráticas estables, cohesivas y que funcionen.
El estudio señala que son las democracias locales receptivas que salen de esas sociedades lo que puede ayudar a reducir la pobreza.
También, aunque el microcrédito puede ayudar a los pobres a subsistir en el día a día, a fin de sacarlos de la pobreza se necesitan préstamos más grandes, para que puedan expandir sus actividades productivas y, por lo tanto, aumentar sus bienes.
La investigación derriba algunos mitos y prejuicios sobre los pobres, a quienes muchos ven como pasivos y sin ambiciones o aspiraciones. Cuando los investigadores les preguntaron cómo se podía salir de la pobreza, casi todos los grupos enfatizaron el esfuerzo individual, la confianza en uno mismo y la iniciativa.
«Hemos encontrado pocas pruebas de que los pobres lo sean por pereza o falta de interés en el trabajo y el ahorro», señaló la autora principal del estudio, Deepa Narayan.
«Incluso en zonas muy pobres y propensas a sufrir conflictos, la población de escasos recursos rara vez se muestra apática, sino que toma la iniciativa y, en muchos casos, lleva adelante varias pequeñas empresas simultáneamente para subsistir y salir a flote», agregó. El estudio concluye que, por lo tanto, las estrategias de reducción de la pobreza deben reorientarse para aumentar las oportunidades económicas, sociales y políticas en las comunidades donde viven los pobres. Éstas incluyen la provisión de conocimientos empresariales, acceso básico a la salud y la educación y la mejora de la gobernanza local.
«La laboriosidad y la confianza en uno mismo pueden contribuir en gran medida al progreso de una persona, pero no pueden compensar la falta de oportunidades económicas ni eliminar los obstáculos que impiden el acceso a las oportunidades en las comunidades donde vive la población pobre», dijo Narayan. Además, los esfuerzos también deben estar dirigidos a impedir que las personas se vuelvan pobres, en primer lugar, cuando venden bienes o se endeudan por enfermedad, desempleo, desastres naturales o, más recientemente, el impacto de la crisis financiera mundial.
Se requieren nuevas estrategias para aumentar su resiliencia mediante programas de seguros sociales y de salud, así como un mayor acceso a créditos, mercados locales y proyectos de infraestructura.
En cuanto a la formulación de programas durante estos tiempos de crisis, «las condiciones locales importan mucho», dijo Dudwick.
Los ciudadanos tienen que poder acceder a «cualquier clase de paquete de estímulo», sostuvo.
El estudio obtuvo elogios de otras organizaciones independientes, como Oxfam Internacional.
«Hay algunas lecciones importantes que aprender de este informe», dijo Marita Hutjes, alta consejera política de esa agencia humanitaria.
«Muchos informes que versan sobre la pobreza hablan de los ingresos, pero (un criterio mejor) es observar la resiliencia, cosa que hace este estudio», señaló.
«Muestra cómo dar poder a la población y a las organizaciones es la manera de sacar a al gente de la pobreza», concluyó. (