Que difícil se está haciendo comprender algunos hechos noticiosos relativos a la crisis financiera del capitalismo. ¿Por qué? Porque las agencias y los medios masivos de comunicación no nos ayudan, más bien están tratando de ocultar o de disfrazar las barbaridades que va generando el sistema al que responden. Vamos a compartir algunos ejemplos El […]
Que difícil se está haciendo comprender algunos hechos noticiosos relativos a la crisis financiera del capitalismo.
¿Por qué? Porque las agencias y los medios masivos de comunicación no nos ayudan, más bien están tratando de ocultar o de disfrazar las barbaridades que va generando el sistema al que responden.
Vamos a compartir algunos ejemplos
El gobierno estadounidense ha inyectado 180 mil millones de dólares a la aseguradora AIG para salvarla de un catastrófico quiebre, y los altos ejecutivos de la empresa no tuvieron mejor idea que repartirse entre ellos 165 millones de esos fondos públicos.
La revelación de este escándalo partió del congreso, y el pasado lunes 16 de marzo, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama no le escapó al bulto y declaró: «Esta es una corporación que se encontró con el desastre financiero debido a la imprudencia y la codicia. Bajo estas circunstancias, es difícil entender cómo los operadores de derivados en AIG garantizaron los bonos. ¿Cómo ellos justifican este escándalo a los contribuyentes que están manteniendo a la compañía a flote?»
Habrá que ver si la coyuntura empujó a Obama a referirse a este escándalo, pero creo que aunque fuera así, pudiera haberse mostrado más distraído u ofrecer alguna interpretación más moderada. La información decía que tras detenerse a toser, Obama confesó que estaba «atragantado por la rabia».
Otros analistas tienen una visión diferente a la mía, Michael Hudson publicó en Counter Punch que la verdadera conspiración detrás de este caso no son los escasos millones que se repartieron en bonos sino el destino de la mayoría de las decenas de miles de millones que AIG repartió entre algunas corporaciones privadas.
Hudson ofrece un dato muy interesante: que la mayor beneficiada con el rescate ofrecido por el pueblo estadounidense (representado por sus gobiernos) fue Goldman Sachs, que era presidida por el propio funcionario que ideó el rescate, el ex secretario del Tesoro de Bush, Henry Paulson.
Esto demuestra la estructuración de un sistema perverso y corrupto. La clase empresarial asume la función pública violando lo que debería ser una división de poderes; cuando sus intereses son afectados por una crisis económica generada por ellos mismos, entonces utilizan su poder público para confiscar dinero del pueblo e inyectarlo en sus empresas.
Me parece tremendo, pero el caso de los bonos me parece apenas un poquito más bochornoso aún (aunque las cifras sean irrisorias al lado de estos paquetes).
Aún partiendo de la base de lo que significa una estafa como la de Goldman Sachs (ya detallado más arriba) lo de los bonos me parece más indignante, pues en un arranque de ingenuidad podríamos creer que los más de 10 mil millones que le dieron a Goldman Sachs eran necesarios para salvar a la empresa, para que sus trabajadores no se quedarán en la calle y para que evitar que la crisis se profundice. Pero el tema de los bonos, más allá de su monto, indigna más porque allí no hay ingenuidad que valga, el dinero se utilizó simplemente para que los que habían desatado toda la crisis se premien entre ellos, y encima con fondos públicos. Se me representa como una especie de orgía.
En todo caso, me parecen rescatables las palabras de Obama, es que su antecesor era tan nefasto que ante un caso como este sólo hubiéramos podido esperar unos cuantos chistes malos festejados por todos los corresponsales de la Casa Blanca, y a otro tema.
Ahora dicen que parte de los bonos fueron devueltos y que el Obama instruyó a su secretario del Tesoro, Timothy Geithner, para que implemente las medidas necesarias para recuperar esos fondos. Permítanme desconfiar acerca de las devoluciones y de la verdadera decisión política en recuperar esos milloncitos.
Creo que toda esta crisis nos debería servir para seguir aprendiendo sobre el funcionamiento del sistema. Cuando todo iba bien y sus ganancias eran ostensibles, los genios del mercado nos impusieron un modelo de dominación en el que sus reglas eran intocables, aún para los estados (una verdadera dictadura), cualquier intento de control en su contra era una flagrante violación a la libertad del mercado, una osadía que ni siquiera se podía discutir (¡y cuanto tuvieron que ver los medios de comunicación en todo ello!).
Ahora que la cosa está fea, obligan a los estados mas poderosos del mundo a utilizar el dinero de los contribuyentes para operar multimillonarios salvatajes con el dinero público, y no contentos con esto, se reparten buena parte de esos bienes entre ellos para asegurarse que ante cualquier contingencia más grave, no tengan que pasar ninguna penuria.
Otro tema interesante es la impunidad con la que actúan los poderosos representantes del mercado y de ahí me surge la necesidad de pensar en la división entre la clase política y los primeros, a los que a mí en realidad me gusta denominar como la dictadura de mercado.
¿Quiénes son las caras del poder?
Ni Barack Obama, ni el primer ministro británico Gordon Brown, ni el presidente francés Nicolás Sarkozy, son representantes que provengan de esa clase dictatorial, todos son ejemplos clásicos de una clase política que puede ser cuestionada desde muchos puntos de vista, pero no fueron presidentes de la Coca Cola (como el ex presidente de México Vicente Fox) o directores de la petrolera Hulliburton (como el ex vicepresidente de EEUU, Richard Cheney), osea que podríamos decir que en determinadas coyunturas sí hay representantes de esa dictadura que directamente se apropoian del gobierno, pero la mayoría de las veces les alcanza con mantener de rehenes a los representantes de la clase política. Eso evidencia aún más su poder.
Una vueltita por Europa
Si de algo pueden sentirse orgullosos los contribuyentes estadounidenses y Obama, es que su dinero no sirvió sólo para llenar los bolsillos de los especuladores locales de la AIG. Ya sabemos que hoy día todo esta globalizado, así que como AIG es una aseguradora con clientes en todo el mundo, 11 mil 900 millones de su paquete de ayuda fueron a parar a manos de uno de sus clientes franceses, el Banco Sociéte Générale (que además recibió ayuda adicional del estado francés). Para estar a tono con las circunstancias, los directivos del Sociéte se repartieron algunos jugosos bonos. El escándalo también se destapó y Sarkozy, tuvo que salir a declarar sobre el tema y calificó el caso como «inadmisible».
Adicionalmente el mandatario francés ordenó que no se paguen primas o bonos a directivos de empresas que reciban ayuda estatal o que despidan a sus trabajadores.
Otro que no se durmió fue el ex presidente de Valeo, Thierry Morin. Valeo produce equipamiento automotor y recibió 19 millones de euros de los contribuyentes franceses. Luego de cerrar dos plantas de producción, Morin sintió que merecía una jubilación tranquila y se hizo indemnizar con 3.2 millones de euros. No tendrá que pasar penurias.
Parece que la moda entre los grandes jerarcas de la dictadura de mercado es abandonar la gestión y retirarse hasta nuevo aviso, pero con el pequeño detalle de que antes de retirarse se están embolsillando cifras impresionantes que generalmente sobrepasan las 6 cifras.
Otro ejemplo es el del buen amigo Fred Goodwin (que en castellano significaría «buen viento», aunque la definición no creo que aplique), él era consejero delegado del Royal Bank of Scotland, que suena muy fino y por eso será que el año pasado fue ungido con el título de sir -a propuesta del gobierno británico-.
La cuestión es que el hombre dejó al banco con unas deudas millonarias y se aseguró una pensión anual de poco más de un millón de dólares (casi 100 mil dólares por mes). Se armó otro escándalo y el primer ministro británico, Gordon Brown, también debió salir a declarar; calificó el episodio como «inaceptable». Pero sir Buen Viento se negó a renunciar a su privilegio. Conclusión: algunos de sus vecinos de Edimburgo se enojaron con él, le apedrearon la casa y su Mercedes Benz.
La indignación y la rabia por estos hechos no es patrimonio de Obama ni de los vecinos escoceses de Buen Viento. En Francia se perdieron más de 150 mil fuentes de trabajo entre enero y febrero, y la semana pasada millones de personas salieron a las calles a manifestar su adhesión a una huelga general. Trabajadores de la filial gala de Sony -la cual anunció su cierre- retuvieron una noche al director de la empresa para exigir mejores indemnizaciones y este martes los obreros de 3M hicieron lo propio, el director de operaciones de esta multinacional estadounidense con sede en Pithiviers (a las afueras de París), Luc Rousselet, debió permanecer dos días junto junto a sus queridos operarios, una experiencia de convivencia que seguro no se hubiera imaginado en tiempos de bonanza.
Trabajadores de la cauchera Continental con sede en Clairoix (al norte del país) están en la misma situación, la semana pasada tomaron la empresa en medio de una reunión de directorio y esta semana marcharon hacia la capital de Francia, sus representantes sindicales denuncian que no hay ninguna razón para cerrar la fábrica ya que las ganancias registradas son extraordinarias.
Esto da la pauta de otra desagradable moda capitalista que parece estar expandiéndose en distintas partes del mundo; ante el devenir de una crisis mayor, empresas que registran ganancias cierran por las dudas, los empresarios salvan sus capitales y los trabajadores se quedan sin su fuente de ingreso.
El estatal Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (IPEA) de Brasil, informó el pasado 4 de marzo que empresas de ese país están despidiendo empleados por el temor de que la situación económica se agrave y no necesariamente por estar enfrentando dificultades reales. «La explicación más plausible para el agravamiento de la crisis en Brasil parece ser que los agentes económicos están atemorizados, toman la decisión más radical desde el punto de vista individual», aseguraron.
Otro ejemplo del sálvese quien pueda.
Volvemos a Estados Unidos
En el reino del capitalismo los dictadorzuelos se las saben todas. Un día después de los cuestionamientos de Obama contra AIG, el Wall Street Journal publicó que Citigroup y Morgan Stanley (que también recibieron fondos públicos) estaban estudiando estrategias para eludir los límites federales a la compensaciones. Un cable de Reuters calificaba a los límites federales como «duros». Los medios como siempre son el puntal de este sistema.
Recordemos que Obama estipuló que los ejecutivos de estas empresas salvadas de la quiebra por el Estado no podrían ganar más de 500 mil dólares anuales, esto es 41 mil 600 dólares al mes.
Para Reuters es «duro» vivir con un sueldo de 41 mil dólares al mes, ¿Cómo será entonces la vida para los habitantes de la Franja de Gaza? ¿O simplemente para los miles de europeos o estadounidenses que se están quedando sin ningún ingreso porque la crisis los está dejando sin trabajo? En EEUU todos los meses hay 600 mil personas que pierden sus trabajos y otros miles están perdiendo sus casas, eso sí que suena un poco más duro que ganar 41 mil dólares por mes.
Según el mismo cable de Reuters que comentaba más arriba, la estrategia de Citigroup sería la de incluir a 25 ejecutivos en una nómina de altos cargos sujetos a la restricción y dejar a los demás por afuera. Es decir que (exagerando un poco) la cosa va a ser más o menos así: van a colocar a 25 perejiles como altos cargos y el director va a pasar a figurar en planilla como barrendero con un sueldo de unos 85 mil dólares mensuales. Hecha la ley, hecha la trampa, decía el dicho. ¡Son unas joyitas!
Este lunes otra noticia profundizó la sensación de impunidad, Obama informó que entre 500 mil y un billón de dólares serían destinados a adquirir activos tóxicos, resumidamente bienes que se devaluaron por la ineptitud, la irresponsabilidad y/o las acciones espurias de otros grupos dictatoriales que de esta manera lograron sacarse de encima activos que nadie quería, nuevamente mediante fondos aportados por el pueblo estadounidense.
El premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, calificó la medida como un «robo a los contribuyentes».
Si siguen dejando que estos dictadores actúen con impunidad, lo que lograran es llevar a la quiebra a los propios estados (hay que tener en cuenta que sólo a AIG le dieron 180 mil millones de dólares, y más de 500 mil se destinarán a los activos tóxicos, es muchísimo dinero).
Para cerrar, un concepto agregado a las declaraciones del presidente del Comité de Servicios de la Cámara de Representantes, Barney Frank, quien opinó que sería el momento de despedir a algunos miembros de la AIG implicados en la estafa de los bonos. Mi agregado es que deberían ir todos presos.
Fíjense que el accionar de estos buenos muchachos está provocando consecuencias serias a cientos de miles de seres humanos y lo máximo que se animan a pedir es su despido. Mientras tanto al pobre Mountazer Al Zaidi, al que sólo se le ocurrió lanzarle un par de zapatos a George W. Bush (indignado por la horrible masacre ordenada por el ex presidente contra el pueblo de Irak), le clavaron 3 años de cárcel. Sumada a la impunidad, la hipocresía de esta dictadura mundial, es uno de sus problemas más graves.
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