Una frase que se ha vuelto casi un lugar común en muchos análisis que se realizan sobre la presente recesión económica, es la que plantea que «las crisis son siempre épocas de grandes oportunidades». De acuerdo a esta frase, la recesión económica actual no tiene porque infundir temor en las personas, sino […]
Una frase que se ha vuelto casi un lugar común en muchos análisis que se realizan sobre la presente recesión económica, es la que plantea que «las crisis son siempre épocas de grandes oportunidades». De acuerdo a esta frase, la recesión económica actual no tiene porque infundir temor en las personas, sino más bien debería ser considerada como una afortunada sucesión de ventanas de oportunidades que se abren para aquellos que estén dispuestos a experimentar nuevas formas de hacer negocios y nuevas modalidades de empleo.
La frase no deja de ser de suyo atractiva, sobre todo para quienes desean mantener en la coyuntura actual del capitalismo una postura políticamente correcta. En efecto, permite a quien la utiliza reconocer la existencia de una crisis, pero al mismo tiempo posibilita trasladar un conveniente mensaje de adscripción al orden capitalista, que proclama que aún en las condiciones más adversas creadas por su propio funcionamiento, en el capitalismo es siempre posible encontrar nichos de oportunidades para diferenciarse y triunfar. Solo se trataría de no perder la fe en el sistema y de reconocer y/o aprovechar las oportunidades que éste ofrece.
El enfoque de las oportunidades que ofrecen la crisis económicas en el capitalismo recuerda una película de 1969 dirigida por Sidney Pollack, titulada «They shoot the horses, don´t they?, que al español se tradujo como «Baile de Ilusiones», y que muestra como en 1932, es decir, en uno de los peores años de la depresión económica de los Estados Unidos, algunos empresarios «visionarios» tuvieron la habilidad de enriquecerse mediante los maratones de baile que se organizaron a lo largo del país con el propósito de ofrecer una ilusión a una multitud de ciudadanos que padecían hambre, desempleo y desesperación.
En resumen, la película narra las vicisitudes de una pareja de actores desempleados integrada por Gloria (Jane Fonda) y Robert (Michael Sarrazin) que se inscriben en uno de estos maratones, a cambio de recibir siete comidas diarias y la esperanza de ganar $1,500. Por esta oportunidad de resolver sus problemas financieros, Gloria y Robert – al igual que otras 145 parejas inscritas- deberán bailar y correr carreras de fondo en una pista frente a un público que paga por verlos sufrir y desfallecer a medida que una tras otra las parejas se ven obligadas que abandonar la pista y con ella la posibilidad de acreditarse los $1,500.
Después de más 1,000 horas de baile y cuando están a punto de lograr el tan anhelado premio, la pareja se da cuenta que no hay tal concurso, y que todo es simplemente un espectáculo orquestado para diversión de un asustado público que se tranquiliza al sentirse más afortunado que los infelices concursantes. Perdida toda ilusión de resolver sus problemas financieros con el premio (puesto que la pareja ganadora deberá restituir a la empresa organizadora los costos de su manutención durante el concurso) Robert le asesta a Gloria un disparo en la cabeza, semejante al que por humanidad se le da a un caballo accidentado para que no siga sufriendo.
Tanto la trama como el horrible desenlace de esta película, muestra que tan bajo dentro de la escala de la dignidad humana puede llevar a las personas la racionalidad capitalista, especialmente cuando se trata de «aprovechar oportunidades», en épocas de crisis.
Sí para algo puede servir la presente recesión económica es para reafirmar el carácter consustancialmente anti – ético del capitalismo, que se revela con toda nitidez en una serie de «ventajas económicas» que algunas las empresas capitalistas están logrando en esta etapa para elevar su tasa de ganancia, y que se están creando a partir del aprovechamiento de las oportunidades que les ofrece la necesidad y el sufrimiento de millones de personas en el planeta. Los siguientes son tan solo algunos ejemplos de lo anterior.
- La oportunidad de disminuir costos de operación mediante una mayor precariedad en los empleos.
Las empresas transnacionales han comenzado una agresiva estrategia orientada a reducir costos y aumentar sus ganancias eliminando puestos de trabajo con salarios relativamente altos para trasladarlos seguidamente a regiones que ofrezcan menores costos salariales y menores regulaciones sobre condiciones de contratación de la fuerza de trabajo.
Solo a manera de ejemplos, se ha conocido que IBM eliminará 5,000 empleos en los Estados Unidos a lo largo de 2009, los cuales serán trasladados a la India [i] . De igual manera, al mismo tiempo que DELL anunció el cierre de su planta en Limerick, Irlanda y el despido de 1,900 empleados en esa planta, se informó que las operaciones de esa planta se trasladarán a Hungría. [ii]
Por otra parte, la crisis y el temor de los trabajadores/as a perder sus empleos están representando una oportunidad para que las empresas puedan prolongar la jornada de trabajo sin necesidad de pagar compensación por ese tiempo de trabajo. Así, el Congreso de Sindicatos de Gran Bretaña (TUC) informó el 1 de marzo de 2009 que millones de trabajadores/as británicos se encuentran trabajando horas extras gratis por temor a perder sus empleos como consecuencia de la recesión económica que golpea a Gran Bretaña. De acuerdo al TUC, los trabajadores están tan temerosos de perder sus puestos que trabajan varias horas extras a la semana sin esperar una paga a cambio. También están trabajando más horas sin remuneración los maestros, los empleados de inmobiliarias y de agencias de seguros y pensiones.
- La oportunidad de desarrollar nuevos programas de entretenimiento a partir del temor de perder el empleo.
Se ha conocido recientemente, que la cadena de televisión estadounidense Fox ha acelerado la producción de un nuevo reality show en el que los empleados de compañías reales decidirán a quien despedir para reducir costes en estos tiempos de crisis. La serie titulada Someone’s gotta go (Alguien tiene que irse), será producida por la compañía holandesa Endemol, la misma que desarrolló la idea del programa Gran Hermano.
El formato del programa establece que cada semana el dueño o jefe de la compañía protagonista en la serie reunirá a sus empleados y les dirá que alguien tiene que ser despedido. A partir de este momento el jefe o jefa facilitará a los empleados toda la información disponible, sobre sueldos y evaluaciones con el resultado laboral, entre otros aspectos, y les dejará decidir quién se va de la empresa. De acuerdo a la cadena Fox, este programa tiene su éxito asegurado debido a que los productores del mismo están convencidos que los millones de estadounidenses que temen perder su empleo o ya lo han perdido se pegarán a la televisión para seguir la serie. Por su parte, un representante de la compañía Endemol ha declarado que su compañía está siempre dispuesta a colaborar en programas que reflejan la situación actual, y que en tal sentido:»No se puede encontrar algo más relevante y de interés actual que gente en aprietos financieros» . [iii]
- La oportunidad de aprovecharse del aumento en la oferta de semen, óvulos y cabello de personas con problemas económicos.
Según la Asociación Nacional de Clínicas de Reproducción Asistida (ANACER) de España, las donaciones de óvulos y semen aumentaron en un 30% hasta enero de 2009.
No obstante la legislación española prohíbe la venta de óvulos y de semen, las clínicas otorgan una compensación económica a las donantes que oscila entre US$700 y US$1,200 por óvulo; en el caso del semen la compensación es menor, hasta US$60 por donación. Una donadora de óvulos resume de la siguiente manera su experiencia: «Mi jefe nos recortó la jornada de trabajo. El dinero que me dieron por el óvulo me saco de algunas deudas pero no lo haría otra vez; siento como sí estuviera regalando un hijo». [iv]
A la donación de óvulos y de semen como «oportunidad» que se presenta para enfrentar el desempleo y/o el deterioro en condiciones de empleo en España, se suma el auge en el mercado de cabello natural para elaboración de pelucas. En opinión de una empresa española dedicada a la compra y venta de pelo natural al por mayor, a partir de la crisis económica se ha generado una coyuntura ventajosa para la industria que utiliza como insumo el cabello natural, puesto que no solo ha aumentado la oferta sino la variedad del mismo, al mismo tiempo que los precios han comenzado a estabilizarse como efecto de esta dinámica. El precio de este insumo puede variar entre US$200 y US$500 por kilo de acuerdo a la calidad y largo del mismo.
- Las oportunidades de continuar manteniendo altos los precios de los medicamentos
Tras una larga investigación de ocho años, la Comisión Europea determinó en el mes de noviembre de 2008 que las empresas transnacionales de la industria farmacéutica mediante el uso de diversos mecanismos, han evitado o retardado la entrada al mercado de versiones más baratas de medicamentos producidos por estas compañías, lo que en términos económicos le habría costado a los servicios de salud de la Unión Europea la no poco despreciable suma de US$4,000 millones en concepto de pago de sobreprecios por medicamentos. En esa ocasión, la Comisionada Europea de Competencia, Neelie Kroes advirtió la imposición de multas ejemplares de continuar incurriendo en este tipo de prácticas restrictivas a la competencia. [v]
Estas prácticas habrían estado motivadas por inminente caída en las ganancias extraordinarias debido al proceso de caducidad de las patentes más rentables de estas compañías. Un informe de Price Waterhouse señala que hasta el año 2012 las grandes compañías farmacéuticas perderían casi $ 74,000 millones en ventas por caducidad de los derechos de propiedad, caídas que en algunos casos representarían entre un 14% y un 41% de sus ingresos totales. [vi]
Cuatro meses después de esta advertencia, y en medio de la mayor crisis económica desde la Gran Depresión, las grandes farmacéuticas de Estados Unidos, Pfizer y Merck lograron un acuerdo de fusión con la corporación suiza Roche Holding AG; mediante una operación financiera estimada en US$155,000 millones.
Solo pocas semanas antes de esta megafusión, de manera conveniente Roche aprovecho la oportunidad de adquirir por US$46,000 el control total de Genetech Inc, mientras que Merck compró por US$41,000 millones a Shering- Plough Corp. Por su parte, Pfizer había hecho también su tarea al adquirir a inicios de 2009 a la estadounidense Wynet. [vii]
Con estas operaciones de compras y fusiones, se ha profundizado el proceso de centralización del capital en el sector de la industria farmacéutica mundial, al haberse conformado la corporación más poderosa dentro del mercado de medicamentos de marca y genéricos, con capacidad de continuar bloqueando el acceso al mercado de medicamentos genéricos y/o de marcas que puedan representar una amenaza para la caída de la tasa de ganancia de estos capitales.
El sentido de estas fusiones en medio de la recesión económica es sencilla: aprovechar las oportunidades que se presentan en el mercado. Tal como lo expresó sin rodeos el consejero delegado de Pfizer, Jeff Zinder al ser cuestionado sí estas operaciones eran una señal de alerta de dificultades económicas en las empresas involucradas: «no se preocupen. Nuestro objetivo real es aumentar los ingresos. Estamos abiertos a cualquier oportunidad de concentración, se trate de una empresa grande, pequeña o mediana». [viii]
La oportunidad aludida por el consejero delegado de Pfizer es la de aprovechar la liquidez en los balances de las grandes compañías (generada por los sobreprecios de los medicamentos) para comprar a las más pequeñas, con problemas de liquidez pero con patentes prometedoras a futuro, como el caso de Wyeth que tiene 60 moléculas para vacunas en fase de desarrollo y ha recibido en 2008 la autorización de la FDA para comercializar tres. De paso, con las adquisiciones se está aprovechando también la oportunidad de logar reducciones en costos laborales a partir de despidos en la plantilla de las farmacéuticas adquiridas, que en el caso de Wyeth alcanzó la cifra de 20,000 personas.
Ninguna agencia reguladora de la competencia en la Unión Europea o en Estados Unidos se ha opuesto hasta el momento a este proceso de mayor concentración de poder en el mercado de los medicamentos, que inevitablemente se reflejará en el mantenimiento de sobre precios y en el menor acceso a los mismos en un contexto de aumento de la pobreza y de deterioro en condiciones de vida de la mayoría de la población del planeta. ¿Cómo entender esta nueva postura gubernamental frente a las advertencias que se lanzaban hace apenas cuatro meses? Probablemente porque en momentos en que la mayoría de gobiernos del mundo tienen como prioridad salvar al capitalismo, bloquear este proceso podría haber mandado una señal contradictoria a uno de los principios que rige la lógica de la acumulación capitalista, es decir, el aprovechamiento de las oportunidades para la valorización extraordinaria del capital que se presentan en épocas de crisis.
A manera de conclusión: la necesidad de recuperar la dimensión ética en el análisis del sistema capitalista.
Capitalismo y Ética son dos elementos que no pueden ser balanceados en una misma ecuación. La racionalidad del capitalismo, orientada a la búsqueda por cualquier medio de la maximización de la tasa de ganancia de los capitales individuales, vuelve irreconciliable a este sistema con el respeto a la dignidad humana, que es el fundamento de toda conducta ética.
En tal sentido, es una ingenuidad (o una hipocresía) los llamados que por estos días se hace desde diversas posturas políticas y/o teóricas a refundar el capitalismo sobre la base de nuevos valores o bien a tratar de humanizar a este sistema mientras no se logre construir un sistema alternativo. Desde quienes asumen el capitalismo y su racionalidad como el único mundo posible para sus intereses (como el Presidente Sarkozy) , hasta aquellos otros que honestamente creen que es posible un capitalismo más equitativo si se le «salpimenta» con un poco de ética y una buena dosis de institucionalidad reguladora (como Amartya Sen), se comente el error de pasar por alto que las decisiones económicas fundamentales dentro de este sistema, se toman en función de la tasa de ganancia y no en función de lo que es correcto para la sociedad o para la humanidad. Esa es la esencia del capitalismo, independientemente de si esa racionalidad se practica en un contexto de libre mercado o de una intervención masiva del Estado en los mercados.
De lo contrario, ¿Cómo explicar que muchas compañías farmacéuticas con sendos Códigos de Ética avalados por Naciones Unidas, mantenga bloqueda la producción de medicamentos genéricos de bajo precio que permitirían que millones de niños/as en el mundo puedan salvar sus vidas o vivir conforme a lo que se considera la naturaleza humana? ¿Cómo explicar que las empresas de medios puedan lucrarse explotando los problemas económicos de millones de seres humanos al borde de perder sus empleos? ¿Cómo explicar que empresas turísticas estén obteniendo jugosas ganancias mediante la organización de excusiones para observar el desaparecimiento de los casquetes polares generado por el calentamiento global? ¿Cómo explicar que mientras mil millones de personas en el mundo pasan hambre, empresas como Monsanto aprovechen las desregulaciones en los marcos normativos de los sectores agropecuarios de países con altos índices de desnutrición, para tomar el control estratégico de las cadenas de producción de alimentos?
Reconocida la imposibilidad de moralizar al capitalismo o menos aún de refundarlo sobre relaciones de cooperación y/o de solidaridad, queda sin embargo una tarea que sí es posible y urgente en la actual coyuntura: recuperar la dimensión ética en el análisis del sistema económico capitalista, una dimensión perdida tras largas décadas de predominio del pensamiento neoclásico.
La consideración de aspectos éticos en el análisis del sistema capitalista no es nada novedoso; más bien fue uno de los aspectos más destacados de la Economía Política Clásica, presente en los escritos de Adam Smith, David Ricardo y Jonh Stuart Mill. Precisamente, Adam Smith planteaba en la introducción al libro cuarto de La Riqueza de las Naciones, el indisoluble vínculo entre la teoría económica y la ética al afirmar que: «La economía política, considerada como uno de los ramos de la ciencia del legislador o del estadista, se propone dos objetos distintos: el primero, suministrar al pueblo un abundante ingreso o subsistencia, o, hablando con más propiedad, habilitar a sus individuos y ponerles en condiciones de lograr por si mismos ambas cosas; el segundo, proveer al Estado o república, rentas suficientes para los servicios públicos. Procura realizar, pues, ambos fines, o sea enriquecer al soberano y al pueblo».
La dimensión ética de la Economía Política Clásica fue tolerada por el capitalismo hasta el momento en el cual entró en contradicción con la dinámica real del proceso de acumulación del capital y con su racionalidad económica. En efecto, consecuentes con la perspectiva ética de su análisis, los economistas clásicos comenzaron a derivar conclusiones «políticamente incómodas» para los intereses de la dominación de la clase capitalista en su época, y de la noche a la mañana fueron sustituidos por los economistas neoclásicos, y por sus planteamientos éticamente neutrales; es decir, por una corriente teórica más amigable con la lógica de la acumulación capitalista.
Sólo a manera de ilustración pueden citarse dos ejemplos del análisis profundamente ético de la Economía Política Clásica. En primer lugar, puede señalarse la advertencia de Smith a los gobiernos en contra de las sugerencias de políticas económicas provenientes de la clase capitalista, puesto que «toda proposición de una nueva ley o de un reglamento de comercio, que proceda de esta clase de personas (clase capitalista) , deberá analizarse siempre con la mayor desconfianza, y nunca deberá adoptarse como no sea después de un largo y minucioso examen, llevado a cabo con la atención más escrupulosa a la par que desconfiada. Ese orden de proposiciones proviene de una clase de gentes, cuyos intereses no suelen coincidir exactamente con los de la comunidad, y más bien tienden a deslumbrarla y a oprimirla como la experiencia ha demostrado en muchas ocasiones». [ix]
Igualmente incómodo para el capitalismo fue el análisis de John Stuart Mill sobre las diferencias en los salarios entre hombres y mujeres, las cuales atribuía a costumbres sociales dentro del capitalismo, a todas luces violatorias de los derechos humanos de las mujeres:»Cuando el rendimiento es igual y la paga desigual, la única explicación que puede darse es la costumbre, basada ya sea en los prejuicios, ya sea en la constitución actual de la sociedad, la cual, haciendo que la mujer casi siempre sea, desde el punto de vista social, un apéndice de algún hombre, permita a los hombres tomar siempre la parte del león de todo lo que pertenece a ambos» [x]
A partir de este punto, los autores clásicos pasaron a ser considerados como «economistas normativos» y sus posturas éticas fueron desacreditadas como no científicas o en el peor de los casos, enviadas al cajón del olvido de la ciencia económica. Parte de esta tradición ética fue recuperada y potenciada posteriormente por la Economía Política Marxista, no así por la Economía Neoclásica que de los economistas clásicos solamente retomó (y en algunos casos tergiversó) aquellas ideas que le eran funcionales para la defensa incondicional del capitalismo.
Leon Walras, uno de los fundadores de la teoría del equilibrio general y exponente de lo que comenzó a finales del siglo XIX a denominarse «economía pura» planteó una dura crítica a la postura ética de Adam Smith y de los economistas clásicos, que perdura hasta nuestros días. De acuerdo a Walras: «Proporcionar a la gente unos ingresos abundantes y al Estado unos ingresos suficientes constituyen dos objetivos muy valiosos, y si la economía política nos ayuda a lograrlos nos prestaría un gran servicio. Pero no me parece que constituyan el objeto de una ciencia en sentido estricto. En efecto, el carácter de una ciencia propiamente dicha es la indiferencia total respecto a las consecuencias ventajosas o perjudiciales que se derivan de la búsqueda de la verdad pura…el economista antes de proporcionar a la gente unos ingresos abundantes o al Estado unos ingresos suficientes, debe perseguir y captar las verdades puramente científicas».
Más recientemente, Paul Samuelson en uno de los más citados manuales para la enseñanza universitaria de la economía, sostiene que el carácter científico de la economía se alcanza cuando se logra «mantener las descripciones libres de todo deseo subjetivo y de toda preocupación moral sobre lo que debería ser». [xi]
Obviamente que no se trata de culpar a la Economía Neoclásica y a su ausencia de consideraciones éticas de los problemas actuales del capitalismo, como si tan solo bastara con recuperar esta dimensión ética en la teoría económica para resolverlos. El problema no es la teoría, sino la racionalidad capitalista que de manera estructural amenaza la dignidad y los derechos de ciudadanía de las personas. Lo que se necesita por tanto es cambiar el capitalismo por otro sistema económico que sea éticamente compatible con la dignidad humana.
Sin embargo, para que la teoría económica pueda contribuir efectivamente al diseño de alternativas reales al capitalismo en este momento crucial de la historia, debe asumir como propia una perspectiva ética. De lo contrario, quienes ejercemos y/o enseñamos esta disciplina, corremos el riesgo de complicidad (por acción u omisión) con el aprovechamiento de estas grandes oportunidades que la crisis económica le está generando al capitalismo, a partir de la pérdida de dignidad y de derechos de millones de personas.
* Julia Evelin Martínez es profesora de economía de la Universidad Centroamericana «José Simeón Cañas» UCA, El Salvador.
[i] Wall Street Journal, 26 de marzo de 2009.
[ii] BBC Mundo, 9 de enero de 2009
[iii] El País, 10 de abril de 2009.
[iv] BBC Mundo, 30 de enero de 2009.
[v] BBC Mundo 29 de noviembre de 2008.
[vi] El País, 22 de marzo de 2009.
[vii] Wall Street Journal, 23 de marzo de 2009.
[viii] El País, 22 de marzo de 2009
[ix] Smith, Adam; La Riqueza de las Naciones. FCE, México, página 241.
[x] Mill, John Stuart; Principios de Economía Política, FCE, México , página p. 356
[xi] Samuelson, Paul; Curso de Economía Moderna, página 718.