Traducido para Rebelión por Caty R.
Revisión de un legado colonial
Las independencias africanas de la segunda mitad del siglo XX se inscriben en la lucha por la universalidad de los derechos humanos. La esperanza de acabar con el saqueo de los recursos naturales y la explotación de los pueblos se conjugó con la construcción del derecho internacional bajo los auspicios de las Naciones Unidas. Pero las antiguas potencias coloniales disponen de mecanismos de dominación que a veces han sabido presentar como una prueba de solidaridad con respecto a los nuevos Estados: la «zona franco» es un ejemplo.
Durante los años 60 y 70, los países en desarrollo se endeudaron masivamente sin que este hecho beneficiase realmente a sus poblaciones. Los acreedores públicos o privados de los países ricos concedieron los préstamos con el fin de imponer su visión del desarrollo, que consistía sobre todo en dirigir el aparato productivo africano hacia el exterior, con la complicidad de los gobernantes del sur. La bajada de los precios de las materias primas desde finales de los años 70 reforzó el mecanismo. Los países endeudados se vieron incapaces de reembolsar. En 1982, el sistema financiero internacional en crisis se salvó entonces por la intervención de las instituciones financieras internacionales (las IFI, es decir, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial…) (1).
Con esa crisis de la deuda de los años 80, los países africanos padecieron las presiones de las IFI y se vieron forzados a establecer los programas de ajuste estructural: los presupuestos públicos se dedicaron prioritariamente al reembolso de la deuda. Eso acarreó -entre otras cosas- despidos masivos en la función pública, una reducción de las subvenciones a los productores y consumidores y privatizaciones en toda África. Los quince países de la zona franco, en particular, tuvieron que enfrentarse a una devaluación (2) de la mitad del valor del franco CFA (3) en enero de 1994. Lo que ha contribuido a poner a una decena de esos Estados al final de la lista de la clasificación IDH (Índice de Desarrollo Humano) (4) del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) y que trece de ellos hayan entrado en la Iniciativa Países Pobres muy Endeudados (5). En la actualidad, los sistemas de protección pública de las poblaciones (seguridad social, desempleo, jubilación…) están, por lo tanto, reducidos al mínimo en muchos países africanos -a pesar de que la ONU certifica que África es acreedora del resto del mundo en términos financieros (6)-. Hay que señalar que a eso se añade la reciente crisis alimentaria, como lo demuestran las numerosas revueltas populares por la carestía de la vida en el continente.
La crisis del crédito
La crisis actual se manifiesta por un estrangulamiento del crédito (credit crunch) que tendrá implicaciones sobre el volumen y las condiciones de los nuevos préstamos, ya que los intereses de dichos préstamos aumentarán. En efecto, los mercados financieros consideran que las inversiones en el continente africano son muy arriesgadas. Este argumento es falso: oculta el hecho de que el 60% de las multinacionales implantadas en África son europeas y libran una competencia feroz consiguiendo importantes beneficios. La crisis también se manifiesta en la bajada de los precios de las materias primas no agrícolas, de las que dependen más de dos tercios de las entradas de divisas en África (y por lo tanto fundamentales para el reembolso de la deuda). Los acuerdos de asociación económica (AAE), bajo la cobertura de permitir que los productos africanos encuentren salida en el norte, en realidad organizan la competencia entre países e impiden la creación de agrupaciones de países productores que podrían influir sobre los precios de venta (como es el caso para el petróleo con la Organización de los Países Exportadores de Petróleo). Además, el hecho de que esos productos no se transformen en el ámbito local, encierra a África en el subempleo. En la actualidad, el 40% de las exportaciones entre países de África apenas alcanzan el 9% del volumen global (Organización Mundial del Comercio, 2006).
La dominación monetaria
En este contexto de crisis, la zona franco no se librará. Tiene un peso demográfico y económico similar al de Nigeria en una extensión seis veces mayor. La característica es que los dirigentes (7) de los países de la zona franco han renunciado a cualquier soberanía en cuestión monetaria: no ejercen ningún control sobre los cambios ni los movimientos de capitales. Todo se hace en Francia, y una gran parte de las reservas de divisas de esos países está depositada en el Tesoro Público, en París, en las cuentas de operaciones. Por lo tanto, ese dinero está en las arcas del Estado francés y los países de la zona franco CFA renuncian así a un importante margen de maniobra presupuestaria. Con un euro cuyo valor es superior al del dólar, las exportaciones (cacao, algodón, pescado, madera, petróleo, diversos minerales como el uranio (8), etcétera) son muy caras en los mercados mundiales donde la cotización se hace a menudo en dólares. Eso aumenta la relación de dependencia frente a la Unión Europea y vacía las perspectivas de desarrollo regional. Los productos importados de los países que no están en la zona euro realmente son más baratos, pero sin tener en cuenta las subvenciones europeas a la exportación o la ayuda pública al desarrollo vinculada a la compra de productos europeos.
La obligación primordial de reembolsar la deuda perfecciona la estructura neocolonial de las relaciones entre la zona franco y la Unión Europea al obligar a los Estados africanos a buscar siempre más divisas extranjeras. El mecanismo de dominación que constituye el franco CFA simplifica enormemente el saqueo de los recursos naturales, incluido para las mafias exteriores a la zona franco que no tienen confianza en la estabilidad de sus monedas nacionales y así efectúan una inversión segura. El ejemplo de las estaciones de servicio de Cotonou (Benin) desesperadamente vacías, y la multitud de tenderetes que venden el combustible de Nigeria en bombonas de 25 litros a la orilla de las carreteras lo demuestran: esos son ingresos fiscales de Nigeria que disminuyen. Los principios esenciales del franco CFA (libertad total de transferencia y conversión, con la garantía del Estado francés) permiten sobre todo la repatriación de los beneficios a Europa y favorecen el fraude y la evasión fiscal, mientras que cualquier decisión sólo se puede tomar con el acuerdo de los franceses en los consejos de administración de los tres bancos centrales (9).
En primer lugar la independencia
Esos Estados no pueden aspirar a cualquier política que vaya en el sentido de la satisfacción de los derechos de sus poblaciones porque, ante todo, están comprometidos a pagar a sus acreedores. A pesar de que el epicentro de la crisis financiera y económica se sitúa en Estados Unidos y en Europa, sin embargo los pueblos de África se verán afectados por sus repercusiones a escala mundial al mismo tiempo que la sobrevaloración del franco CFA hace planear el terrorífico espectro de la devaluación. Sin embargo, en América del Sur se diseñan intentos de soluciones que podrían inspirar a los gobiernos africanos preocupados por los derechos de los pueblos. Pero crear un Banco del Sur africano que diese prioridad a la solidaridad entre los Estados, una integración regional que permitiera comerciar en igualdad de condiciones y una moneda africana única al servicio de los africanos para promover un desarrollo centrado en la región, no se pueden concebir sin una soberanía política del continente. Si los elementos del derecho internacional pueden servir de apoyo a esa construcción, ante todo serán los movimientos sociales africanos quienes podrán imponerlos para su lucha.
Notas:
(1) Damien Millet y Éric Toussaint, 60 questions, 60 réponses sus la dette, le FMI et la Banque mondiale, Syllepse, 2008.
(2) Devaluación organizada por las autoridades francesas que demuestra que la garantía francesa de la paridad franco CFA/franco francés (actualmente con el euro), no es más que una quimera.
(3) Las siglas CFA, antes «Colonias Francesas de África», en la actualidad significan «Comunidad Financiera Africana» para ocho países del oeste de África y «Cooperación Financiera de África Central» para seis países de África central. El franco de Comores responde a los mismos principios.
(4) Índice de Desarrollo Humano, indicador que mide el nivel de desarrollo humano, sustituye al PIB por habitante. Recordemos que ninguno de los «Objetivos del milenio para el desarrollo» de la ONU se alcanzarán en el África subsahariana en 2015.
(5) En 1996, el G7, en un golpe de publicidad, se comprometió a hacer sostenible la deuda de cierto número de países del sur, la mayoría africanos: se trata de la iniciativa PPTE, dirigida a permitir que esos países sigan pagando a sus acreedores. Esta iniciativa ha permitido la eliminación de créditos dudosos (deuda odiosa o ilegal).
(6) Los nuevos préstamos y subvenciones son inferiores al total del reembolso de la deuda (principal más intereses). La situación se agrava si se compara el conjunto de los flujos financieros (remesas de los emigrantes y repatriación de las multinacionales).
(7) Algunos gobiernos que han intentado resistirse a esta dominación monetaria han tenido que sufrir las iras de la antigua potencia colonial (ver la experiencia guineana de Sékou Touré…)
(8) Que explota la empresa Areva en Níger, a menudo último país en la clasificación IDH.
(9) Banco central de los Estados de África del oeste (BCEAO), Banco de los Estados de África central (BEAC) y Banco central de las Comores (BBC).
Bibliografía indicativa: Joseph Tchundjang Pouemi, Monnaie, servitude et liberté, Menaibuc, 2ª edición, 2000. Nicolas Agbohou, Le Franc CFA et l’euro contra l’Afrique, Solidarité mondiale, 3ª edición, 2008.
Texto original en francés: http://www.cadtm.org/spip.php?article4383